Tegucigalpa,Honduras lunes 08 julio 2019
El café en Honduras, como en todo el mundo, se disfruta caliente, en una taza, sin embargo, en el municipio de Marcala, departamento de La Paz, el grano aromático también deleita la vista convertido en arte, de la mano de los artistas Laura Vásquez y Evelio Vigil.
Los esposos crearon un pigmento especial a base de este exquisito producto, cultivado en su finca, con el que plasman sobre el lienzo retratos, paisajes, entre otras figuras de tonalidades sepia, obras que además exhalan un exquisito aroma a café.
¿Cómo se les ocurrió pintar con café? “Esto comenzó hace tres años, en realidad allí la autora de todo es Laura. Ella fue la que inventó la pintura de café, yo la conocí hace dos años, primero no me quería dar la fórmula, de ahí fui convenciéndola con cariño…”, relata Evelio sin poder contener una carcajada.
Laura comienza a reír, mientras carga en brazos a su hijo Mateo. Ambos permanecen en su negocio, “Carpintero: Café y Arte”, ubicado en Marcala, y adornado con retratos de Bob Marley, Salvador Dalí, Marilyn Monroe, entre otras “estrellas”, esbozadas por la pareja con trazos cafés.
Evelio deja que su esposa narre la historia de su negocio, pues dice que la idea inicial la comenzó ella.
UNA FÓRMULA, UN AMOR
Meciendo en sus brazos al pequeño Mateo, que la mira con una tierna sonrisa, Laura cuenta que “a mí siempre me ha gustado el arte y la pintura, es más, yo quería estudiar en Bellas Artes, pero por varias razones estudié en la rama social”.
Laura está por concluir su licenciatura en Pedagogía, en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), sin embargo, su amor por el arte la llevó a realizar varias pruebas para convertir el café en el “óleo” de sus obras.
“Como un año estuve trabajando en las pruebas, hasta que por fin se generó el concepto y traveseando comencé. Después logré una fórmula y luego el concepto artístico”, expresa la artista.
Al señalar uno de los cuadros colgados en la galería, explica que “uno de mis trabajos fue el que está allí, que es el de Bob Marley, el Dalí, del que hemos hecho varias réplicas; fue así, curioseando en mis ratos libres, como un pasatiempo”.
Mientras descubría su propio estilo artístico, Laura conoció a Evelio, quien por su profesión de arquitecto también sentía esa misma pasión por el diseño y la ilustración, lo que empezó a unir sus corazones.
“En torno a eso generamos una bonita relación de amistad primero, de ahí nos hicimos novios, nos casamos y aquí está Mateo”, resume Laura.
Al consultarle, ¿en qué momento le compartió usted esa fórmula, qué hizo él para convencerla?, la artista y su esposo no paran de reír. Luego, ella manifiesta que le comentó sobre su proyecto “al compartir esa inquietud por el arte, porque él es ilustrador y artista, y bueno, con alguien como él creo que vale la pena compartir algo así. Todo eso permitió que construyéramos Carpintero”.
Laura explica que el término de Carpintero “viene por el pájaro que habita en la finca donde se produce el café, porque este café que ofrecemos acá es exclusivo, es de una producción limitada, también está Carpintero la finca”.
Las empresas de café, los docentes, organizaciones, turistas y organismos internacionales ahora forman parte de la clientela de “Carpintero: Café y Arte”, quienes les encargan por lo general llaveros, retratos y separadores con sus logotipos.
“Se han llevado productos a Australia, al sur, a Estados Unidos, Japón. Informalmente sí vendemos por redes sociales, aunque no es una plataforma especial, no tenemos una especie de catálogo, pero en Instagram hay varias muestras, y hay cosas que se han hecho y no se vuelven a hacer”.
OBRAS PERSONALIZADAS
Desde hace más de un año, el negocio del matrimonio Vigil Vásquez cautiva a turistas y pobladores marcalinos con una variedad de productos.
Evelio detalla que elaboran llaveros, separadores de libros, manegtos, “todo eso personalizado, hay gente que viene y nos pide algunas cosas con pirógrafo o pintura de café”.
Otros de sus clientes son Organizaciones no Gubernamentales (ONG) que buscan sus servicios para elaborar originales placas de reconocimiento, “con la Alcaldía hemos trabajado algunas veces, tratamos de hacer algo novedoso, a veces ellos tienen sus ideas”.
“Ayer, por ejemplo, entregamos una llave con yuntes hecha con unos cartoncillos, que es muy interesante la propuesta. Luego están los retratos, que creo que es lo más insigne de nosotros, todo es personal, casi no los publicamos. De repente hemos tenido gente aquí y nos dice no había visto esto ni en las redes sociales”, agrega el arquitecto.
A la gama de productos ilustrados con café se suman leyendas para las paredes, rótulos con la misión y visión de las empresas y otros para señalizar zonas en el interior de oficinas.
La obra depende del cliente, dice el artista, pues algunos encargan sus logotipos en tonos monocromáticos o figuras variadas para adornar sus negocios. El precio más cómodo es el de una obra tamaño carta, que cuesta 800 lempiras, pero el mismo se incrementa en la medida que la obra sea de mayor tamaño o contenga más de un rostro, si se trata de un retrato.
“Lo que nosotros necesitamos para retratos es una buena imagen, de calidad aceptable, que tenga por lo menos unos ocho megas, que tenga también una buena composición; todo el proceso es digital al inicio y de ahí pasamos todo a mano”.
Luego de trabajar la imagen de forma digital, esta es trazada en la fibra de papel, por lo que cada obra implica un proceso minucioso que busca expresar la fidelidad de la fotografía.
“Hay lienzos que hemos hecho de casi 36 pulgadas por 20 pulgadas, y los grandes que son de 1.20 por 80 centímetros, usando la misma fibra de papel”, indica Evelio.
OTRA DIMENSIÓN DEL CAFÉ
El artista relata que “hubo un retrato que hicimos, que se mandó a Australia, para un catador barista: el ganador del premio mundial y ese sí fue el único que se tuvo que hacer la composición porque solo se encontraban imágenes de él en alguna finca, pero no se miraba como que él estuviera cortando café, entonces tuvimos que hacer la composición”.
¿Qué meta tienen a futuro? Evelio sueña con ampliar el local donde funciona su galería-café, para que más personas puedan disfrutar de su arte luego de consumir algún postre en su cafetería, famosa por su gelatina de café.
Laura, en cambio, desea que la gente entienda el café como algo más que se sirve en una taza, y que se trata de un producto que tiene otra dimensión de oportunidades, entre estas la del arte, que ha convertido a estos emprendedores en pioneros de un campo artístico novedoso, con aroma a café.
Fuente: La Tribuna