Las medias verdades se consideran también mentiras, y más o menos es lo que ha pasado entre Apple y el organismo antimonopolio de Italia. Se ha descubierto que los iPhone no son tan resistentes al agua como nos han contado desde Cupertino.
La clave en marketing es no mentir, y de hecho Apple no ha mentido, simplemente ha contado lo que quería contar. El problema surge cuando Apple afirma que sus móviles son resistentes al agua, pero este hecho no corresponde con la realidad.
Apple prueba la resistencia de sus smartphones en un laboratorio a puerta cerrada y en «condiciones idóneas». Es decir, que el móvil no ha sido probado en la vida real. Eso implica que posiblemente no se haya probado cayendo sobre un bordillo de la calle, siendo arrojado a una piscina con cloro, cayendo a la bañera con espuma, siendo pisado por un animal o persona, entre otros escenarios con los que un móvil puede encontrarse en su vida útil.
La multa a la que se enfrenta Apple es de 10 millones de euros por haber hecho publicidad engañosa en relación a la resistencia al agua de sus iPhone y ha sido impuesta por parte de la autoridad reguladora del mercado italiana, L’Autorità Garante della Concorrenza e del Mercato (AGCM).
Es un organismo que se encarga de garantizar la competencia responsable entre empresas y usuarios, haciendo que las compañías traten de forma respetuosa a sus competidores y a los consumidores en general.