CAMINO DEL OTOÑO

Siempre podemos recordar nuestra conexión con el cosmos siguiendo las trayectorias de los planetas en el firmamento y este mes de noviembre nos ofrece una magnífica ocasión para ello. Según vamos adentrándonos en el otoño, cada noche gana unos dos minutos al día facilitando así la observación de los cinco planetas que son visibles a simple vista y que son conocidos desde la Antigüedad.

DIOS DE LA GUERRA

A pesar de que Marte va alejándose de su oposición (por la que pasó el 13 de octubre), su intenso brillo anaranjado todavía nos resulta impresionante. Tras el anochecer, Marte aparece estos días ya alto sobre el horizonte y permanece visible durante la mayor parte de la noche. Será particularmente espectacular observarlo en conjunción con la luna gibosa en la noche del miércoles 25 al jueves 26 de noviembre. Ambos astros se mostrarán entonces a unos 5 grados de distancia aparente, el tamaño de nuestro pulgar visto con el brazo extendido.

Al verlo, no es de extrañar que, en la civilización romana, se asociase con el dios de la guerra. Su color rojizo recuerda al de la sangre. Es natural, pues este color tiene una causa común en ambos casos: tanto en la sangre como en Marte, el alto contenido en hierro determina su rotunda coloración. Los antiguos griegos habían denominado Ares al dios de la guerra. Hay una estrella, la más brillante de la constelación de Escorpio, que está cerca de la eclíptica y que, por tanto, de vez en cuando se muestra cerca de Marte. Esta estrella rivaliza con Marte por mostrar el mismo tipo de brillo rojizo; por ello recibió el nombre de Antares (Ante-Ares, rival de Ares o Marte).

HERMANOS GIGANTES

Júpiter y Saturno continúan dejándose ver muy próximos en el cielo, cada día un poco más cercanos entre sí hasta que lleguen a su máxima aproximación el próximo 21 de diciembre. Estos planetas gigantes, el quinto y el sexto del sistema solar, son visibles por el sudoeste durante la primera parte de la noche. Júpiter es el más brillante de los dos y, según los miramos, el que se encuentra más al oeste (más a nuestra derecha). Formarán una estampa muy bella con el fino filo de la luna creciente en la noche del 18 al 19 de noviembre, cuando podremos aprovechar también para observar la luz cenicienta sobre el disco lunar.

Júpiter, Saturno y la luna creciente el 19 de noviembre tras el crepúsculo.
Júpiter, Saturno y la luna creciente el 19 de noviembre tras el crepúsculo.Stellarium/RB

Júpiter es a menudo el más brillante de los astros visibles a simple vista (tras el Sol y la Luna). Por eso recibió su nombre del dios romano padre de los dioses y de los hombres, su equivalente griego era Zeus, rey de dioses y supervisor del universo. Saturno debe su nombre al dios romano de la agricultura relacionado con el titán griego Cronos.

ROCOSOS INTERIORES

Seguiremos viendo a Venus brillando esplendorosamente antes de los amaneceres, por el sudeste, no muy lejos de la brillante estrella Spica, la más brillante de Virgo. Tras Venus se levantará Mercurio, ya con el cielo clareando al alba. Los dos planetas interiores podrán verse en una bonita conjunción con el filo de la luna menguante en el amanecer del viernes 13. Pero, para apreciar al pequeño Mercurio, habrá que situarse en un lugar libre de luces artificiales y con el horizonte despejado de obstáculos, pues Mercurio apenas se levantará poco más de 5 grados sobre la línea del horizonte antes de diluirse en el brillo difuso y anaranjado del alba.

Venus recibió su nombre de la diosa romana del amor y la belleza, la Afrodita de los griegos. Y la asociación es sumamente acertada pues no se puede poner en duda la belleza de este planeta rocoso cuando su fulgor despunta en los amaneceres o en los atardeceres. Además de la Tierra, Venus es el único planeta con nombre de género femenino. Mercurio fue asociado con Apolo y con Hermes por los antiguos griegos, y acabó recibiendo su nombre