Tegucigalpa, Honduras martes 05 mayo 2020
Andrea Urbina afirmó que una de las alegrías más grandes es regresar a sus labores para cuidar con más amor a los pacientes.
“Quedé paralizada, no sabía si llorar, las emociones se mezclaron entre miedo y tristeza, también rabia, culpa y se me vino a la mente lo que todo mundo se imagina, caer en cuidados intensivos o en la muerte y tuve mucho temor por lo que se vendría”, esta fue la reacción que tuvo Andrea Urbina, al saber que había dado positivo a la COVID-19.
Urbina es licenciada en enfermería y madre de una niña de seis años, su familia vive en La Ceiba, incluyendo a su hija de seis años.
La joven labora desde el 2 de marzo en el Hospital CEMESA e inició en la sala de emergencias, actualmente se desempeña como jefa de la Sala de Sintomáticos Respiratorios del centro asistencial.
Después de una larga batalla en la que estuvo aislada durante tres semanas para poder recuperarse, logró vencer a la COVID-19 y ha retornado a sus labores.
La gran experiencia en el transcurso de la enfermedad reveló que fue el apoyo que recibió de todos los que estuvieron cerca, tanto personal médico como compañeros de trabajo y SINAGER, esto le enseñó sobre el amor al prójimo, ya que estar en aislamiento aseguró que no es nada agradable cuando la familia reside en otra ciudad.
“Si hay alguna lección que me dejó esta experiencia, fue el amor al prójimo, y lo vi reflejado en todo el personal del hospital que estuvieron día a día al tanto de mi estado de salud, el equipo de médicos internistas pendiente de mi evolución en casa, y personal de SINAGER que me monitorizó en casa.
SÍNTOMAS
La joven relató que el 30 de marzo comenzó a sentir los síntomas del virus, luego el 31 fue atendida por intensivistas y médicos internistas de CEMESA, oficialmente el 3 de abril recibió los resultados positivos por parte de SINAGER.
“Desconozco el momento exacto en que fui contagiada, pero pudo haber sido en atención directa con el paciente o al retirarme el equipo especial que usamos”.
Urbina manifestó que los primeros síntomas que tuvo fue fiebre arriba de los 38 grados acompañada de dolor de cabeza intenso, también dolor abdominal y un poquito de diarrea.
“Los médicos me dieron dos opciones y una era quedarme en el hospital para ser vigilada o irme a mi apartamento, no ameritaba ingreso y decidí quedarme en casa, pero siempre estuve siendo monitoreada por un grupo de especialistas y también por SINAGER”.
Aseguró que la fiebre la trató con paracetamol, la cual bajaba, pero a las seis horas regresaba y eso duró tres días, todo esto lo hizo en casa aplicando algunos “tips” que como enfermera aseguró saber, también hizo uso de paños de agua tibia y sobre todo se hidrató con líquidos como son agua, té, jugos y en lo particular afirmó tener resultados muy satisfactoriamente. La joven reveló que no tiene ningún antecedente de padecer otras enfermedades, nunca ha tenido ni una alergia y que además siempre se ha alimentado lo mejor ya que es muy atlética.
EL REGRESO A SUS LABORES
Urbina expresó sentir mucha satisfacción retornar a sus labores y que el deseo de volver a ver a sus pacientes y compañeros de trabajo ha sido su fuerza y vitamina, además aprecia el hecho de poder salir a la calle libremente y hacer lo que más le gusta que es ayudar a los demás.
Sobre su labor dijo que se siente satisfecha de trabajar en una sala especial en la que ingresan pacientes sospechosos por COVID-19, en donde están en vigilancia. Ahí se les inicia tratamiento, manejo y terapia indicado por su médico especialista.
“La cantidad que atendemos junto con mi equipo de compañeros es de 10 pacientes. El número puede variar por turno por la cantidad de altas al día eso sin contar los que se ven en consulta de la emergencia de sintomáticos que algunos son referidos a otros centros hospitalarios”.
Fuente: El Pais