GÜINOPE, El Paraíso. 16.09.2019
La historia de Honduras, como parte de las antiguas Provincias de Centroamérica, registra a los municipios de Güinope y Texiguat, como sede de acontecimientos importantes en su vida colonial y emancipación política.
En una tumba olvidada de Güinope, descansan los restos del prebístero Francisco Antonio Márquez, uno de los firmantes del acta de independencia absoluta de Centroamérica del 1 de julio de 1823, quien junto al paladín centroamericano, General Francisco Morazán, escribieran páginas ilustres en la historia de Honduras y Centroamérica.
Márquez fue adoptado por la familia de Morazán y llevado a Guatemala a estudiar derecho civil y derecho canónico. En 1808 regresó a Honduras y fue vicerrector del Seminario de San Agustín en Comayagua, profesor de filosofía y latín, sacerdote en las iglesias de Tatumbla, Gracias (Lempira), Yuscarán y Texiguat.
Márquez se encontraba en Texiguat cuando llegaron los pliegos del acta de independencia firmada el 15 de septiembre de 1821, en Ciudad de Guatemala, y celebró con toda su feligresía.
TUMBA DE MÁRQUEZ
El historiador Abel Gómez Galdámez, señala que los restos de Márquez descansan en Güinope, en una tumba olvidada, destruida por el paso de los años y rodeada de maleza. Márquez fue nombrado para representar a Tegucigalpa ante la Asamblea en Guatemala y cuando Centroamérica se anexó a México fue nombrado delegado ante México y luego para crear las bases constitucionales de Centroamérica, ya que él había leído las constituciones de Colombia, Venezuela y Estados Unidos.
Según la biografía de Márquez por Rómulo E. Durón, existe una carta que le envió José Trinidad Cabañas, donde le dice que apure sus pasos porque la Asamblea no inicia por causa de su ausencia y años después, estando él, en Texiguat, allí se formó y fortaleció un ejército de Morazán que ganó la batalla de La Trinidad.
“Fue ocho veces diputado y tres periodos presidente de la Asamblea Legislativa de Honduras, hoy Congreso Nacional, y en una decretó que los sacerdotes podrían casarse sin más autorización que la ley les daba; bajo esta ley dos sacerdotes se casaron y Márquez no lo pudo lograr, decepcionado decidió retirarse a su mina de hierro de Agalteca, conocida como la mina de hierro de Vallecillos”.
El historiador señaló que un objetivo de los hondureños debería ser que Márquez sea declarado prócer de la independencia, se edite su biografía para los centros educativos del país, se hagan afiches para que adornen los altares cívicos en el mes de la patria y que en Güinope se le construya una estatua de cuerpo entero.
LOS TEXIGUAT
Por su parte, el maestro de historia de Texiguat, Francisco González, ilustró que los oriundos del lugar son descendientes de los antiguos chorotegas y los cholulas, etnias de la región del Golfo de Fonseca. La bravura de los indios de Texiguat llegó a oídos del abuelo del General Francisco Morazán, que era un comerciante radicado en Yuscarán, y así se instaló la casa del héroe.
“En la plaza se llevaban a cabo los adiestramientos, ya que eligieron 360 hombres para el ejército y su lealtad se manifiesta en la batalla de La Trinidad, del 11 de noviembre de 1827 y a partir de esto Texiguat se reconoce por sus indios, hombres valientes, leales y honrados”.
Construido el templo de la iglesia católica se designó como el curato de San Antonio de Texiguat y, a partir de entonces, adquirió connotación para autoridades eclesiales y políticas. (CR)