26.09.2017
La hondureña Reyna Gómez, quien se fue a Estados Unidos después de que secuestraran a sus hijos y asesinaran al mayor, pidió asilo político en ese país y le fue negado. Decidió quedarse y ha vivido ahí por 12 años, pero tiene una orden de deportación desde hace cinco.
Reyna, de 49 años de edad, nació en Puerto Cortés y se trasladó a estudiar a Tegucigalpa. Cursó una Licenciatura en Educación Social en la Universidad Metropolitana de Honduras, en Tegucigalpa.
Gómez un raro cáncer llamado trombocitopenia, que consiste en una disminución en el número de plaquetas (trombocitos) que ocasiona sangrados, vómitos de sangre y dolores intensos en el cuerpo, entre otros síntomas.
Parte de su tratamiento consiste en tomar seis pastillas diarias de Hydroxyurea. Está bajo la vigilancia médica del Jackson Memorial Hospital de Miami y ha sido sometida a cuatro cirugías.
Dice que es una lucha en la que no se dará por vencida. Que está recibiendo tratamiento en el mejor hospital y que solo en EE.UU. puede ser tratada.
Sin embargo, ha enfrentado muchos problemas por ser una hondureña indocumentada.
Le habían otorgado permisos por períodos de tiempo corto para presentar pruebas de que su enfermedad no puede ser tratada en Honduras.
PERSEVERANCIA
El sacrificio no ha sido en vano. Recientemente, la Policía de Inmigración y Aduana (ICE) le dio un año más para que se quede y pueda continuar su tratamiento. Además, le renovaron su licencia de conducir y le dieron permiso para que pueda trabajar.
“Tengo la tarjeta del hospital para personas sin seguro médico, pero tengo que pagar todos los exámenes. Es poco, pero hay que hacerlo. Me dan el tratamiento por tres meses, pago entre 30 y 40 dólares”, cuenta a Diario EL PAÍS a través de WhatsApp y Facebook.
La hondureña vive sola en un apartamento. La enfermedad no le impide trabajar: limpia casas para pagar sus exámenes.
Se siente bendecida porque ella considera una oportunidad de vida que la hayan dejado quedarse un año más para su tratamiento. Destaca el apoyo del Gobierno hondureño, que le ayudó enviando una carta en la que hace constar que no puede ser tratada en este país.
A pesar de sus dolencias, se ha mantenido activa. Durante nueve años está en la lucha por una reforma migratoria en defensa de las mujeres víctimas de la violencia doméstica y es integrante activa de trabajadoras del hogar, que son las más afectadas con historias de abuso y robo de salario.
Aunque la vida de Reyna no ha sido facil, comenta que está rodeada de amigos que la apoyan en sus peores momentos.
En la lucha de Gómez contra la deportación, se han unido varias organizaciones. Entre ellas el Centro de Trabajadores de Miami, del que ella forma parte, y la Fundación United We Dream.
Fuente: elpais.hn