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Un estudio culpa al gran asteroide y no a los volcanes de la extinción de los dinosaurios

30.06.2020

Basándose en simulaciones, un equipo defiende que fue la caída de una roca la que causó el invierno continuo que provocó la extinción masiva de hace 66 millones de años. Las erupciones volcánicas habrían ayudado a restaurar la vida al calentar el planeta

Hoy, 30 de junio, se celebra el Día Internacional del Asteroide, una jornada con la que la ONU quiere concienciar sobre el peligro que suponen los objetos que podrían chocar con nuestro planeta. Se sabe que hace 66 millones de años cayó una enorme roca en la Península del Yucatán (México) que causó una gran devastación y coincidió con una época en la que hubo grandes y largas erupciones volcánicas. El caso es que aquel periodo apocalíptico acabó con el 75% de los seres vivos de la Tierra, entre ellos, los todopoderosos dinosaurios.

En los últimos años ha habido un intenso debate científico sobre si fue ese asteroide -que dejó como huella el cráter de Chicxulubo- o la actividad volcánica la principal responsable de su desaparición. Un estudio publicado ayer en la revista PNAS respalda la teoría del asteroide y culpa a esta gran roca de la extinción masiva en la Tierra. Aunque como explica el líder del estudio, Alessandro Chiarenza, del Imperial College London, ha sido casualidad que coincida con el Día del Asteroide.

Los autores han hecho una serie de simulaciones que, según aseguran, demuestran que para que nuestro planeta se convirtiera en inhabitable hizo falta el impacto de un asteroide. Como detalla Chiarenza a través de un correo electrónico, la devastación que generó afectó a la atmósfera, provocando un invierno permanente en la Tierra que duró muchas décadas: «Aunque algunos dinosaurios no aviares sobrevivieron a los efectos inmediatos del impacto (tsunamis, radiación, etc), los abruptos cambios climáticos de las décadas siguientes -un periodo de enfriamiento- que hicieron que su entorno no fuera adecuado para vivir ni para reproducirse, causando su extinción».

Sus resultados, asegura, revelan que las grandes erupciones volcánicas que azotaron el planeta no fueron sin embargo lo suficientemente intensas como para causar una disrupción global de los ecosistemas como la que tuvo lugar hace 66 millones de años.

UN PLANETA SIN LUZ SOLAR
De hecho, este equipo, del que forman parte también investigadores de la Universidad de Bristol y el University College London, sugiere a largo plazo, esas erupciones volcánicas podrían haber ayudado a restaurar la vida al contribuir a calentar el planeta y con ello, a restablecer el equilibrio en los ecosistemas. «Se trata seguramente de una historia más complicada que buscar un simple culpable pero esta extinción nos ayuda a comprender lo delicados y complejos que son los equilibrios que gobiernan la Tierra».

Cuando el asteroide impactó contra la Tierra, hizo que una gran cantidad de partículas y gases se concentraran en la atmósfera, bloqueando durante muchos años el Sol y causando un invierno permanente. En esa misma época hubo larguísimas erupciones en el territorio que hoy ocupa India (los traps del Decán), y esas erupciones también habrían expulsado a la atmósfera partículas que contribuyeron a bloquear la luz solar.

Para averiguar cuál de los dos fenómenos tuvo una mayor capacidad de alterar el clima, los científicos combinaron los modelos matemáticos y los marcadores geológicos del clima que suelen emplearse con otros datos ambientales como la cantidad de lluvia o temperaturas que cada especie de dinosaurio necesitaba para prosperar. Así llegaron a la conclusión de que sólo un impact de un asteroide habría sido capaz de acabar con todos los hábitats de los dinosaurios. El intenso vulcanismo, señalan, habría dejado algunas regiones cercanas al Ecuador con condiciones viables para que sobrevivieran.

Por lo que respecta a las probabilidades de que impacte en la Tierra un gran asteroide, Chiarenza recuerda que la NASA y la Agencia Espacial Europea monitorizan los objetos que potencialmente puedan suponer una amenaza. Sin embargo, él propone que reflexionemos «sobre el hecho de que unos animales como los dinosaurios evolucionaron y prosperaron durante 160 millones de años de cambios geográficos y climáticos para, posteriormente, desaparecer debido a un cambio inesperado y repentino». Un capítulo de la historia que, en su opinión y vistos los cambios ambientales que están teniendo lugar en la actualidad, «puede ayudarnos a aprender de nuestro pasado geológico y evitar una situación similar con consecuencias impredecibles causada no por un asteroide, sino por nosotros mismos».

Fuente: elmundo.es

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