12.02.2020
Son esferas de estrellas muy compactas que encontramos en las regiones externas de casi todas las galaxias. Sabemos que son muy viejos y que apenas tienen materia oscura, pero aún no estamos seguros de cómo se formaron.
Las estrellas no suelen aparecer aisladas en el universo. Al contrario, suelen concentrarse en esas enormes nubes a las que llamamos galaxias, e incluso dentro de las galaxias a menudo forman “bandadas”, grupos más o menos grandes a los que llamamos cúmulos. Hay una buena razón para eso, y es que las estrellas suelen nacer en grupo. Muchos de esos grupos se mantienen unidos durante algunos millones de años, pero a medida que se mueven por el interior de la galaxia se van deshilachando, debido a la gravedad de otras estrellas cercanas o a encuentros con alguna nube de gas. Llamamos a estas pandillas efímeras de estrellas cúmulos abiertos. Pero en el extrarradio de las galaxias, lejos de aquellas regiones frenéticas en que las nebulosas pelean por un palmo más de espacio, encontramos unos grupos de estrellas bastante notables: los cúmulos globulares, de los que vamos a hablar hoy.
Los cúmulos globulares son conglomerados de estrellas que encontramos en casi todas las galaxias, salvo en las más pequeñas. Como su nombre indica, son aproximadamente esféricos, y suelen contener centenares de miles o millones de estrellas. Son bastante pequeños para la cantidad de estrellas que contienen, así que su “densidad de población” es relativamente alta, y puede llegar a ser muy alta en el núcleo. Para que nos hagamos una idea, entre el Sol y la estrella más cercana hay 4,2 años luz; si estuviéramos en el núcleo de un cúmulo globular denso, en ese mismo volumen se hacinarían hasta 900 estrellas.
Estos concurridísimos vecindarios estelares son, además, muy antiguos. Sus estrellas parecen de estricta segunda generación, hechas con el gas que expulsaron las primeras estrellas del universo, y la mayoría de los cúmulos parecen tan viejos como las propias galaxias en las que se encuentran. Su hábitat natural, pues, se ha de encontrar fuera del cuerpo de la galaxia, porque si tuvieran que moverse por el medio interestelar, lleno de gas y de otras estrellas, se habrían deshecho como les ocurre a los cúmulos abiertos y no habrían llegado hasta nuestros días. Los cúmulos globulares son habitantes del halo, una especie de cáscara esférica que rodea a las galaxias y que es un remanente de los primeros días de éstas.
Orígenes inciertos
Así pues, tenemos unas pelotas de estrellas considerablemente densas, muy antiguas y que dan vueltas a las galaxias en órbitas muy amplias, a veces bastante alejadas del cuerpo de la galaxia. ¿De dónde han salido estas peculiares formaciones? No lo sabemos con seguridad. Una idea que se manejó durante un tiempo fue que se tratara de “galaxias fallidas”, nubes de gas demasiado pequeñas que terminaron siendo “adoptadas” por galaxias más grandes.
Esa idea tenía un punto interesante: la cosmología moderna nos cuenta que las galaxias se formaron a partir de enjambres de nubes de gas en los que había nubes más grandes y otras más pequeñas. Las más grandes tendían a fagocitar a las pequeñas, y así, de forma natural, se formaron sistemas con grandes galaxias en el centro rodeadas de un séquito de otras más pequeñas, las galaxias satélite. Eso es exactamente lo que vemos hoy. En este esquema, los cúmulos globulares serían galaxias satélite especialmente pequeñas, y con algunas propiedades un poco peculiares que habría que explicar de alguna manera. Por ejemplo, por qué son tan compactos y otras galaxias satélite no.
Fuente: larazon.es