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El Paraíso; apuntes sobre Güinope, Teupasenti y Trojes

Tegucigalpa,Honduras lunes  30 septiembre 2019

Por la trascendencia histórica para la vida nacional, he abordado a la ciudad de Danlí de manera específica en otras publicaciones, con ello reconozco que dicha población, es la más importante en el oriente de Honduras. Su trazo urbano resulta revelador y nos entusiasma la idea que, con la delimitación de su casco histórico, sus vecinos por fin empiecen a valorar la riqueza patrimonial que han heredado. A lo ancho de la geografía hondureña aún resuenan las voces de múltiples generaciones de egresadas de la otrora Escuela Normal de Villa Ahumada, ahora convertida en un Centro Regional de la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán y con buen suceso. El Festival del Maíz que se realiza desde hace varias décadas es motivo de referencia cultural a nivel nacional, igual debemos recordar que otros municipios de Honduras, también festejan en honor al maíz, sin duda elemento característicos de los pueblos mesoamericanos.

“Desde diferentes aristas que veamos a Danlí y sus alrededores, encontramos aportes sustanciales para la economía hondureña, un álgido comercio y la producción de granos básicos, tabaco, café, más la explotación ganadera desde tiempos coloniales”, sostiene la analista Victoria Gómez Martínez. Debe de avergonzar a las autoridades centrales, la incapacidad que han mostrado por décadas al no implementar sistemas de riego sobre el extenso valle de Jamastrán y de no impulsar su alto valor productivo, obviando las respuestas a sus laboriosos habitantes.

Las letras hondureñas, también se han nutrido con destacados intelectuales oriundos de la mencionada ciudad; Pedro Nufio Martínez, Lucila Gamero de Medina, Manuel Gamero Idiáquez, Ibrahím Gamero, Federico Gonzales, Luis Hernán Sevilla, Darío González, Mario Zamora Alcántara. En fechas más tempranas se han sumado con buen suceso y desde distintas disciplinas creativas figuras como Karen Dubois, Miriam Sevilla Rojas, Nery Alexis Gaitán y Melissa Merlo para mencionar algunos.

GUINOPE; LA MESETA OLVIDADA

La consolidación de Güinope como municipio fue dilatado, en 1821 se le reconoció como tal y dependía de San Antonio de Oriente, luego al distrito de Yuscarán. Al crearse el Departamento de El Paraíso en 1869, pasó a formar parte de éste. Actualmente está conformado por las aldeas; Los Arrayanes, Ocotales, Las Casitas, Galeras, Los Liquidámbar, Lavanderos, Mansaragua, Loma Verde, Frijolares, Pacayas, Santa Rosa, Silisgualagua y Lizapa. En la aldea San Isidro de Mansaragua, sus habitantes conservan títulos de propiedad e se identifican como “comuneros”, especial mención merece el nivel de organización, sobre todo en la protección de los recursos naturales.

Para el 2021, Güinope, estará arribando a sus primeros 200 años, sería oportuno conjuntar un grupo de investigadores y realizar una serie de publicaciones conmemorativas en un libro-homenaje, que cuente su historia, su desarrollo y potencialidades como municipio.

Su casco urbano se localiza sobre una planicie correspondiente a la meseta intramontana de igual nombre, sus bosques son abundantes, como sus fuentes de agua, goza de temperaturas agradables. Su casco urbano es circundado por las montañas de Navijupe, que pertenece a un ramal de la prolongada Sierra de Lepaterique.
Además de un trazo casi simétrico, destaca en Güinope uno de los cabildos o edificio municipal de mayor tamaño en Honduras, de una sola planta rectangular, entejada a dos aguas y con 15 columnas de frente, ahí funcionan una serie de oficinas de desarrollo local. Se distingue un importante archivo-histórico, que es urgente clasificar y conservar. Los archivos no deben ser bodegas abandonadas repletas de papeles, que lamentablemente nos encontramos en numerosos municipios del país.

 

GÜINOPE; VERDE Y LIMPIO

Destacan en esta población varias casas emblemáticas, entre ellas, las de la familia Eguiguren, con patios “huertos encantados” y con más de un siglo funcionando. Güinope, se suma a los pueblos de Honduras que conservan también un revelador cementerio, bien cuidado, obviamente otra fuente importante para ver el devenir del municipio. Justo homenaje ha hecho los habitantes de Güinope al reconocer al presbítero Francisco Antonio Márquez, intelectual ligeramente estudiado en Honduras y que por sus aportes es uno de esos personajes que deben figurar en el altar de la patria. Sus planteamientos a mediados del siglo XIX, fueron los de un ilustre ciudadano progresista, ejemplar, preocupado por fortalecer la educación y la transparencia de la administración pública.

Güinope, sostiene el vecino temporal de Arocha, Samuel Gómez, “festeja en mayo a San Isidro Labrador, una fiesta religiosa interesante, en parte quizás por la algarabía que representa la concurrencia de aldeas y pueblos vecinos. En Güinope y alrededores, también encontramos grupos de músicos, casi siempre utilizando instrumentos de cuerdas, entre ellos destacan “Los Chicanos”, “Los Ferrera”, “Rayos de Sol” y “Cuarteto Güinopeño”.

Desde 1981 se festeja a finales de febrero en Güinope, el Festival de La Naranja, su fruta insigne, tanto que de ella se realizan una serie de derivados como “vino”, dulces y jaleas que se venden o exponen de manera permanente en Güinope.

Abundan en nuestras aldeas los relatos de tradición oral, sistematizarlos sería lo indicado, por ejemplo, en la aldea de Ocotales se comenta “que un pequeño cerro ubicado en el centro de la comunidad y frente al edificio escolar, en horas de la noche aparece “una bola de fuego”, y que desciende lentamente, atraviesa la calle y penetra sin detenerse en la vieja cocina de la escuela, tanto que queda iluminada. Según las personas que la han visto a través de las rendijas de las puertas, pero que nunca han tenido valor de entrar a la cocina y ver lo que sucede ahí dentro…”

En la aldea de Santa Rosa, que en tiempos pasados hubo extracción de resina de pino controlada. Actualmente el gorgojo y madereros advenedizos, en pocos años lograron destruir hectáreas de bosques sin un plan de manejo, a la vista, paciencia y complicidad de diversas autoridades. En esta aldea, destacan dos cuevas que podrían ser incluidas como opciones turísticas, la Cueva de Los Fierros y la Cueva de los Murciélagos.

Por el accidentado relieve en Güinope, destacan impresionantes caídas de aguas, algunos sitios a la fecha están acondicionados como lugares turísticos, otros al natural; El balneario “La Fortuna” y “Los tres Chorros”. Una importante reserva natural es la que se conoce como “El Volcán” y que se comparte con Yuscarán, sería valioso pensar en un proyecto mancomunado y aprovechar la diversidad de flora y fauna del lugar. Pocos pueblos en Honduras tienen miradores como “La Crucita”, de donde se divisa un amplio panorama con distintas tonalidades de verde. Los frondosos árboles, permiten apenas ver los techos más altos.

Resulta inexplicable, que Güinope con todo lo que ofrece, el esfuerzo de sus pobladores, no tenga a la fecha una carretera pavimentada, que le convierta en un pueblo turístico, aprovechando su cercanía con Tegucigalpa.

TEUPASENTI; MÁS QUE BRUJOS CURANDEROS

Se extiende sobre una pequeña planicie compuesta por varias terrazas aluviales y en sus partes altas se distinguen extensos bosques de pinos y robles. Es el curso del río Jalán el que define su paisaje, que incluye además el drenaje del pequeño valle de voz indígena, denominado Yamaguare.

De los cerros y bosques que circundan el casco urbano, destaca La Lumbrera, de quien se cuentan numerosos relatos que se pierden entre lo mágico-religioso. Este cerro, también forma parte de la empinada Sierra de El Chile.

Teupasenti, se encuentran en la relación geográfica de la alcaldía mayor de Tegucigalpa, realizada por Baltazar Ortiz de Letona, el año de 1743, donde menciona a Teupasenti como “una población de indios dependientes de El Partido de Danlí” Casi al finalizar el siglo XVIII escuetas descripciones, señalan que ese “término”, corresponde a la parroquia de Danlí.

En el informe de Ramón de Anguiano “se señala que en este poblado viven dos familias españolas y 36 ladinos”. En otro apartado correspondiente al período colonial se encuentra la siguiente descripción, “Teupasenti es un poblado de indios tributarios “. Después de unos breves años en que el municipio perteneció a Olancho, a iniciativa de don Antonio Sevilla y con el visto bueno del presidente de la Republica de ese entonces, José Santos Guardiola, se le otorgó la categoría de municipio el 1° de octubre del año de 1859.

UN EXTENSO CASCO URBANO

Se extiende sobre un rectángulo irregular, que sigue un vistoso trazado de calles y avenidas, algunas conservan los empedrados de antaño, otros han sido sustituidos por concreto. A pesar de ser un pueblo antiguo, se advierte un proceso acelerado de construcción y escasamente quedan algunos edificios dignos de conservarlos. Teupasenti es una plaza comercial importante, tiene alternativas de hotelería y consumo. La apuesta más significativa de sus habitantes es la producción cafetalera, sin embargo, los ciclos que afectan este rubro, tienen enormes impactos negativos en su economía, es tiempo ya de ir replanteándose otras alternativas. Desde hace algunas décadas, a mediados del mes de febrero en Teupasenti se celebra la Feria del Café, que aglutina, exposiciones, desfiles, gastronomía etc. Es meritorio el rol que juegan las cooperativas cafetaleras en la región, el apoyo de la municipalidad y las fuerzas vivas, para llevar a cabo dicho evento.

Teupasenti celebra además una importante feria en honor a la virgen de Los Ángeles, en el mes de agosto, y para ello ya tienen designado un amplio espacio, donde además de todo tipo de juegos, ventas de comidas, elección de la reina, carnavales callejeros, también tienen monta de toros y exposiciones ganaderas.

UN BUSTO DEDICADO AL DR. JERÓNIMO MURILLO SOSA

Si bien es cierto que su parque central es pequeño, es un sitio bien reforestado, ahí destaca además del clásico monumento a la madre, se encuentra un busto en memoria de Jerónimo Murillo Sosa, célebre curandero en la región, identificado además por su papel de altruista.

SU IGLESIA RECIENTE

Existen algunas versiones sobre donde estuvo el edificio de la iglesia anteriormente, sin embargo, no hay ruinas que nos permitan hacer valoraciones al respecto. Sabemos que la iglesia actual es reciente, sencilla, con una fachada escasamente decorada y dos torres campanario de poca altura. En su interior todo esta remozado, imaginería, techos, pisos, salvo un par de imágenes que son antiguas, lamentablemente pintadas sin seguir un proceso ni recomendaciones de algún experto. Lo de Teupasenti, tristemente se repite en otros pueblos de Honduras, donde sacerdotes o encargados de las iglesias, desconocen el valor histórico de algunas obras (esculturas, pinturas etc.) y terminan restándoles su valor. Los procesos de restauración deben seguir las indicaciones de especialistas, que casi siempre laboran para el Instituto Hondureño de Antropología e Historia.

HACIA UNA PROPUESTA TURÍSTICA REGIONAL

Nada despreciable resultan las numerosas fincas de café, cercanas al casco urbano o en aldeas próximas, que bien podrían acondicionarse como alternativas para el descanso o aprendizaje de la actividad cafetalera. Algunas ya han sido convertidas en hostales y otras están en proceso, es aquí donde las cooperativas de dicho rubro, podrían replantearse inversiones.

EL ENCANTO DEL RÍO JALÁN

El mencionado río circunda gran parte del casco urbano de Teupasenti, en su curso viene formando meandros extensos, donde se encuentran posas o grandes remansos, algunas son de renombre como; Toncontín, El Pacón, Las Isletas y Los Encuentros, entre otras. La mayoría de posas se convierten en atractivo turístico en la temporada veraniega, más los fáciles accesos de que se habilitan.

LA QUEBRADA DE TATA LUIS

El relieve irregular que caracteriza a las montañas adyacentes al casco urbano, permiten todo tipo de formaciones, desde cuevas profundas, aguas termales, hasta quebradas de corto curso, que luego se internan bajo tierra.

Un ejemplo de esto es la quebrada de Tata Luis, nace a la par de Mata de Guineo recorre algunos metros y luego se interna, hasta aparecer en los potreros del señor Mario Chávez, para posteriormente aumentar el caudal del río Jalán.

Fuente: La Tribuna

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