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“CHELATO” UCLÉS: “Fui feliz hasta que conocí el fútbol”

23.11.2017

Se llama José de la Paz Herrera, aunque en Honduras todo mundo le conoce como “Chelato”, por un apodo que le puso un amigo de la infancia. Nació en un pequeño municipio del Departamento de El Paraíso, llamado Soledad, tan sólo y aislado como su nombre.

Ahí, en ese pueblo rodeado de montañas, el pequeño José pasó los primeros años de su vida, en un hogar sumido en una extrema pobreza, aunque con la alegría de correr descalzo por sus irregulares senderos y bañar en el pequeño río que da vida a la comunidad.

Cuando tenía 10 años, su familia decidió emigrar hacia Tegucigalpa y se establece en Comayagüela, donde su padre empieza a realizar modestos trabajos para el sostén del hogar. Aunque las cosas seguían siendo difíciles, expresa que pronto hizo rápido amigos, acercándose a los grupos de cipotes que armaban potras en las calles. “Ahí conoció el fútbol y desde ese momento conocí la felicidad”, manifiesta.

FORMACIÓN
Estudió en el Instituto Central Vicente Cáceres y en la Escuela Militar, graduándose de bachiller. Aquí brilló en los campeonatos colegiales. Fue un cipote tímido y, aunque manifiesta que le gustaban mucho los ritmos de la época, como ser el rock y el twist, “No era protagonista por la misma timidez, sólo bailaba boleros y algunos merengues” relata.

Al consultarle si le ocurría lo mismo con las cipotas, manifiesta que ahí se las arreglaba para enfrentar sus miedos y poder tener novias. Pero expresa que lo que más se le pegó fue el fútbol. Ese era su terreno de juego, lo que alegraba su vida.

Cuando empezó a trabajar como entrenador, relata que se iba con frecuencia a las canchas de los barrios
más populosos de la capital en busca de jóvenes promesas. En una de esas se encontró al Fernando el “Azulejo” Bulnes, quien luego sería parte de la selección de España 82.

 

EL MUNDIAL
La cúspide de su felicidad la vivió en el partido que jugaron contra España en el Mundial del 82, donde la selección nacional se dio a conocer a nivel mundial y se ganó el cariño y el respeto de la afición por la entrega y la garra catracha que desde ese momento ganó notoriedad.

Recuerda que en ese mundial les llamaban la España B, ya que cuando no jugaba la selección ibérica, los españoles le iban a nuestra Honduras, ya que no hubo excursiones para acompañarlos en esa gesta futbolística.

Chelato comenta que esa selección tuvo ese gran desempeño gracias a la dedicación de los jugadores, quienes tuvieron que renunciar a muchas cosas para seguir un sueño, en condiciones muy incómodas, pero con mucha fe y confianza.

SIN PREMIO

Aunque el pueblo los recibió como héroes cuando regresaron de España, manifiesta que no vieron remunerado su esfuerzo de parte de los directivos de la Fenafuth, quienes desaparecieron como por arte de magia 600 mil dólares que la FIFA les hizo llegar por la participación de Honduras. “Lo que hicieron fue nombrar una directiva de militares para que nadie protestara”, expresa.

fuente.elpais.hn

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