26.09.2025
El dolor abdominal recurrente y los trastornos digestivos afectan a millones de personas en todo el mundo, pero investigaciones recientes han puesto el foco en un factor poco explorado: la deficiencia de vitamina D.
De acuerdo con datos citados por Prevention, más de 90 millones de adultos en Estados Unidos presentan niveles insuficientes de esta vitamina. Al mismo tiempo, el síndrome del intestino irritable (SII) impacta la vida de cerca de 45 millones de estadounidenses, lo que sugiere que la conexión entre ambos problemas podría ser más frecuente de lo estimado.
Un estudio publicado en BMJ Open Gastroenterology reveló que el 82% de los pacientes con SII tenía deficiencia de vitamina D. Los investigadores también encontraron que quienes presentan niveles más bajos de esta vitamina suelen sufrir síntomas digestivos más intensos y una peor calidad de vida.
La relación entre vitamina D y la salud intestinal
El Dr. Bernard Corfe, coautor del estudio, señaló que existen indicios sólidos de que incrementar la ingesta de vitamina D puede favorecer la salud intestinal. Otras investigaciones, como una publicada en la revista Nutrients, han mostrado que elevar los niveles de esta vitamina ayuda a reducir síntomas comunes en el SII como hinchazón, flatulencia, dolor abdominal y estreñimiento.
Los mecanismos detrás de esta relación se asocian a la función inmunitaria y al control de la inflamación en el colon, ya que la vitamina D actúa directamente sobre receptores presentes en este órgano. Además, participa en la producción de serotonina, neurotransmisor relacionado con el estado de ánimo, lo que explicaría por qué los pacientes con SII y déficit de vitamina D reportan una menor calidad de vida.
Cómo aumentar los niveles de vitamina D
Los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) recomiendan una ingesta diaria de entre 15 y 20 microgramos en adultos. Para ponerlo en perspectiva, un filete de salmón de 85 gramos aporta unos 14,2 microgramos, equivalente al 71% del requerimiento sugerido.
Las principales fuentes de vitamina D incluyen:
- Exposición solar, aunque no siempre es suficiente debido a factores como estación del año o nubosidad, además del riesgo de cáncer de piel.
- Alimentos ricos en vitamina D: pescado azul (atún, salmón), yema de huevo, queso y champiñones.
- Productos fortificados: leche (de vaca, soja, almendras y avena), cereales y yogur.
- Suplementos alimenticios, bajo recomendación médica.
La Academia Estadounidense de Dermatología recomienda priorizar la obtención de vitamina D mediante la dieta, evitando la exposición solar excesiva.
Un aliado para la salud digestiva y el bienestar general
Dado que una proporción significativa de la población presenta deficiencia de vitamina D, un mayor consumo de este nutriente podría contribuir no solo a mejorar la salud intestinal en personas con SII, sino también al bienestar general de la población.