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Gripe y resfriado: qué dice la ciencia sobre la alimentación

02.07.2025

La sopa de pollo, las frutas ricas en vitamina C y mantener una buena hidratación son recomendaciones clásicas para quienes enfrentan un resfriado o gripe. Pero, ¿qué respaldo científico tienen estos consejos y cómo influye la alimentación en la recuperación?

Especialistas en nutrición e inmunología coinciden en que una dieta equilibrada y la atención a las señales del cuerpo pueden influir significativamente en el proceso de sanación, desmintiendo mitos y aportando recomendaciones basadas en evidencia científica.

Pérdida de apetito: una respuesta evolutiva y fisiológica
Un síntoma común durante la enfermedad es la falta de hambre, justo cuando el organismo parece necesitar más nutrientes. Colleen Tewksbury, dietista de la Universidad de Pensilvania, explica que esta ausencia de apetito suele ser una señal de que el sistema inmunitario está activo, y que el cuerpo prioriza el descanso.

El inmunobiólogo Ruslan Medzhitov, de la Universidad de Yale, añade que esta reacción es un legado evolutivo: en tiempos antiguos, buscar comida mientras se estaba enfermo implicaba riesgos para la supervivencia. Por ello, el cuerpo reduce el apetito para conservar energía y protegerse.

Un estudio en ratones encontró que alimentarse durante una infección viral (como la gripe) ayudaba, pero en infecciones bacterianas obligar a comer resultaba perjudicial. Aunque estos resultados no son directamente extrapolables a humanos, reflejan la complejidad del tema.

Recomendaciones nutricionales durante la enfermedad
Shea Mills, nutricionista de la Clínica Mayo, señala que mantener una alimentación saludable puede acelerar la recuperación y fortalecer el sistema inmunitario. Sugiere comer porciones pequeñas y frecuentes que incluyan proteínas, carbohidratos y frutas o verduras para garantizar vitaminas y minerales.

La hidratación es vital, especialmente cuando hay fiebre o vómitos. Se recomiendan líquidos sin cafeína como infusiones, agua, jugos naturales y bebidas con electrolitos bajos en azúcar, como el agua de coco.

Alimentos y nutrientes clave
La sopa de pollo aporta proteínas, vitaminas y ayuda a despejar la mucosidad, facilitando la respiración. Las frutas y verduras ricas en vitamina C fortalecen las defensas antioxidantes, mientras que la vitamina D, presente en pescados, setas y algunos productos fortificados, mejora la respuesta inmune y puede acortar la enfermedad.

Suplementos y precauciones
Algunos suplementos, como el zinc, pueden reducir la duración de ciertos virus si se toman en las primeras 24 horas. Sin embargo, su uso prolongado o en dosis elevadas puede ser perjudicial, por lo que se recomienda consultar siempre a un profesional de salud antes de iniciar cualquier suplementación.

Adaptarse a las necesidades individuales
No todos los alimentos reaccionan igual en cada persona. Por ejemplo, la capsaicina de los chiles puede aliviar o empeorar la mucosidad según cada caso, y las bebidas frías pueden calmar el dolor de garganta o agravar la producción de flemas.

La clave está en escuchar al cuerpo y ajustar la alimentación a lo que se tolera y reconforta en cada momento.

La mejor estrategia: escuchar al cuerpo
Los expertos concluyen que los deseos y rechazos alimentarios durante la enfermedad son señales con base evolutiva. Por ello, descansar cuando se está cansado y comer lo que el cuerpo permita, en cantidades moderadas, es la recomendación más científica para recuperarse.

En definitiva, una alimentación equilibrada, hidratación adecuada y priorizar el descanso forman el mejor trío para enfrentar gripe o resfriado con mayor eficacia.

Fuente: diarioroatán.com

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