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James Webb: todo preparado para catorce días de terror

Más de 25 años de desarrollo, un presupuesto inicial de 500 millones de dólares que se ha multiplicado por 20 (hasta casi 9.700 millones), y una larga cadena de fallos y rediseños que fueron retrasando las fechas de lanzamiento de 2007 a 2018 y finalmente a 2021, con dos pequeños sustos finales incluidos… Superada por fin una larga lista de vicisitudes, el flamante Telescopio Espacial James Webb (JWST), construido por la NASA, la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Agencia Espacial Canadiense, será lanzado el viernes 24 de diciembre desde la Guayana Francesa.

El artefacto está llamado a reescribir lo que sabemos sobre el universo. Con un parasol gigante del tamaño de una cancha de tenis para bloquear la luz del Sol, se convertirá en una especie de máquina del tiempo.

Revelará las primeras estrellas y galaxias que se formaron tras el Big Bang hace unos 13.500 millones de años, cuya luz es tan tenue que los telescopios actuales, como el Hubble, no pueden captarla. Además, enviará las imágenes más detalladas del cosmos hasta la fecha y buscará posibles signos de habitabilidad en mundos más allá de nuestro Sistema Solar.

Pero antes tendrá que pasar un infierno. De hecho, y una vez que el cohete lanzador Ariane 5 lo libere a poca distancia de la Tierra, el James Webb tendrá aún que recorrer el millón y medio de km que lo separan de su destino final: el punto lagrangiano 2, o L2, uno de los cinco alrededor de la Tierra en que las gravedades del Sol y de nuestro planeta se equilibran, permitiendo órbitas muy estables. Y la tarea no será fácil.

Más de 300 operaciones

El observatorio tardará 29 días en llegar hasta allí, pero durante la mitad de ese tiempo tendrá que llevar a cabo la secuencia de despliegues más compleja jamás realizada en una misión espacial. Centenares de mecanismos deberán ponerse en marcha de forma secuencial y precisa para que el telescopio, que viaja plegado como un origami dentro de la cápsula superior del Ariane 5, pueda desplegarse hasta su envergadura real de 22 metros. Durante las dos primeras semanas de viaje se irán desplegando el enorme parasol, las antenas de comunicaciones, los paneles, los alerones… y por supuesto los espejos, el mayor de ellos de 6,5 metros de diámetro y formado por 18 segmentos hexagonales independientes que deberán alinearse perfectamente para funcionar como uno solo.

En total, 178 mecanismos diferentes de despliegue y 344 operaciones en las que cualquier fallo podría dar al traste con la misión. En una buena parte, los retrasos en la construcción del James Webb se han debido a la necesidad de diseñar, rediseñar y probar hasta la saciedad todos y cada uno de estos delicados procesos y mecanismos. Nada puede salir mal, porque en esta misión será imposible, como sí se hizo varias veces con el Hubble, enviar astronautas para hacer reparaciones.

Los ’14 días de terror’ empezarán casi enseguida, apenas 31 minutos tras el despegue y 2 minutos después de la separación de Ariane. Será entonces cuando el telescopio despliegue sus paneles solares, de los que se alimentará durante todo el viaje. Una hora y media después será el turno de la antena de alta ganancia, la más potente del telescopio y a través de la que deberá transmitir a la Tierra la ingente cantidad de datos científicos que recopile durante sus observaciones del Universo.

Fuente: abc

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