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Doctor Sandor Romero: “Lo más triste es ver morir a los pacientes de COVID-19 solos

Tegucigalpa,Honduras miércoles 11 agosto 2021

Mientras todo el mundo se levanta y se prepara para ir a trabajar en una oficina con todas las medidas de bioseguridad o hacerlo en la comodidad del hogar, el doctor Sandor Romero se alista para luchar un día más, entre un mar de pacientes que, atrapados por el COVID-19, llegan al Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS), en busca de tratamiento.

Es joven y dispuesto, pero como él mismo lo dice, es humano y muchas veces siente temor, un sentimiento que sabe ahogar al ver tanta necesidad a su alrededor.

Sandor Francisco Romero Rivera es otro de los «Ángeles de la Pandemia», que cada día y desde que comenzó este calvario, tiene que atender a pacientes con coronavirus en la Sala de Observación de Emergencia COVID-19 del IHSS.

Tiene 33 años y una vida por delante. Se graduó de médico general en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) y posee una especialidad en Medicina Interna, que lleva en su segundo año.

Cada mañana, su día comienza con su ritual de cuidados para evitar el contagio del mortal y errático virus, que ya ha contagiado a más 186 millones de personas en el mundo.

NUNCA IMAGINÓ PANDEMIA

El doctor Romero, en plena labor hospitalaria, cuidando todas las medidas de bioseguridad.

Sandor confiesa que nunca pensó que un día se enfrentaría a uno de los “monstruos de mil cabezas” que estudió en sus libros de medicina. «Leí tanto sobre pestes y pandemias, pero nunca imaginé que iba a estar en medio de una de ellas, peleando por la vida de mis pacientes».

«Nunca imaginé que iba a enfrentar una pandemia, jamás, eran historias que escuchábamos de los libros de medicina de las grandes epidemias del siglo pasado», reconoce.

A su alrededor hay hombres y mujeres de todas las edades, estratos sociales y contexturas diferentes, conectados a máquinas de oxígeno, con mascarillas de alto flujo y llenas de tubos y agujas.

Están solos, luchando por exprimirles a esas máscaras un elemento tan básico como el aire, uno que nunca antes valoramos tanto y que ahora hace la diferencia entre la vida y la muerte.

«Desde que ingresa el paciente, se hace una evaluación dirigida y especializada, se estabiliza primeramente de acuerdo con lo que está presentando y posteriormente se clasifica”, detalla el galeno.

Para el joven internista hay muchas cosas difíciles de su trabajo. Pero considera que «lo más difícil de la muerte por COVID-19 es que muchos no vuelven a ver a sus familias, por los protocolos institucionales y que son muy necesarios para evitar mayor infección sucede eso, es una muerte muy solitaria, es una situación muy difícil».

En esta gráfica, el profesional junto a su madre Daysi Elizabeth Rivera Laínez, y su hermana, Mezzalina Yasmín Romero Rivera.

EL PRIMER PACIENTE

Cada día son nuevos casos, nuevos retos, nuevas exigencias porque cada paciente es único, una historia diferente… algunas de dolor más que otras.

El doctor Romero recuerda a su primer paciente atendido. «Fue en el mes de abril del año pasado, casualmente fue el primer caso que se diagnosticó en el IHSS de Tegucigalpa…”.
“… era un paciente masculino, que rondaba los 40 años, procedente de la zona norte y sin comorbilidades, que ingresó con síntomas de neumonía”, relata.

Agrega que, aunque el paciente no tenía enfermedades de base, “el cuadro era tan grave, que se sospechó que podría ser COVID-19, lo que se confirma luego”

El paciente falleció días después, en la Unidad de Cuidados Intensivos, por complicaciones de la neumonía grave. “Teníamos miedo, sin embargo, nunca dejamos de prestar atención médica», confiesa.
Sandor también atiende a sus pacientes en el Hospital Escuela Universitario (HEU), donde la situación no es nada diferente y quizás puede ser peor.

En ambos lugares se ha encontrado con la muerte de muchos de los pacientes por los que ha luchado.

RECHAZABA VENTILADOR

Al joven médico le gusta pasar tiempo con su familia; en la imagen, con su hermana Pastora Romero.

«He visto morir muchos pacientes en ambas instituciones, propio de las complicaciones graves de la neumonía por COVID-19, en particular recuerdo un paciente de unos 35 años que llegó a principios de año referido de otra institución, quien requería intubación inmediata y obviamente, uso de ventilador mecánico y se negaba al mismo”.

“Tras varias horas y con su familia convenciéndolo, accedió, sus últimas palabras antes de ser intubado fueron: ́Tuve una pesadilla, que este momento iba a llegar ́. El paciente se intubó y falleció días después, siempre por complicaciones propias del virus”, contó

Muchos creen que ya están “curtidos” de ver sangre, dolor y muerte… que no sienten. «No somos indolentes, no, pero tratamos de sobrellevar cada médico a su manera, estas situaciones”.

Es imposible estar en medio del pandemónium y no contagiarse, por más cuidado que tengan, porque los tentáculos del virus se extienden por todas partes y salen de donde menos lo esperan.

POSITIVO POR COVID-19

Sandor Romero, el día de su graduación en la UNAH, como Médico General y en Cirugía.

Lo que el doctor Romero y su familia temían llegó. Un día el virus se acercó a él con sigilo y entró a su cuerpo, sin que él se diera cuenta. Comenzaron los síntomas, que venían de la mano del temor.

«Me contagié el año pasado, estuve 14 días incapacitado, desarrollé solo formas leves, por suerte superé eso, como la mayoría de mis compañeros de postgrado, en el ejercicio del deber, el 100 por ciento se contagió, no fue fácil, pero ahí seguimos»

Se salvó, no así centenares de sus colegas de todas las especialidades, a quienes ha dicho adiós con dolor e impotencia.


DESAFÍO

CADA DÍA, UNA BATALLA

Cada día es una batalla nueva y el doctor Sandor Francisco Romero Rivera se presenta listo, armado y dispuesto. «Lo que hago cada día es levantarme temprano e ir con la mejor actitud y pensar positivamente, leer es importante, todos tenemos miedo, pero tratamos de seguir los protocolos con las herramientas que nos proporcionan».

«Hay muchos casos que siempre los voy a recordar, sobre todo cuando las familias colocan álbumes de fotos de su familiar, es triste ver todo eso y yo sé que el personal de salud siente lo mismo, algunos lo expresan, otros no, pero es un sentimiento generalizado».

Aquí se observa al doctor con el equipo de médicos de la Sala COVID-19 del Hospital Escuela Universitario.

PREVENCIÓN

VACUNA: PRIMER PASO

El doctor Sandor Romero reconoce que en este camino escabroso todavía falta mucho por hacer, pero insiste que lo principal es vacunarse. «La vacunación es el primer paso y que la mayor parte de las personas estén inmunizadas, invertir en la salud; con la pandemia quedó claro que la salud es una base de las estructuras sociales del mundo, sin ella nada es posible».

Fuente: La Tribuna

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