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Cómo la evolución de la televisión nos puede ayudar a predecir desastres naturales

Un satélite de SpaceX sobre la Tierra en una imagen de archivo.

Los humanos somos capaces de hazañas que en su momento fueron propias de la ciencia ficción, como hablar a través de una pantalla o pisar la Luna, pero seguimos sin ser capaces de adelantarnos con precisión a los desastres naturales. Gracias al continuo desarrollo tecnológico, los telediarios podrán dar noticias como esta dentro de pocos años:

«Las imágenes del satélite ayudaron a los servicios de emergencias a predecir el desarrollo de las inundaciones para que los ciudadanos fueran evacuados de forma segura antes de la subida del agua. Los meteorólogos pudieron predecir la trayectoria de la tormenta que causó los daños, y pudieron ver a tiempo los primeros indicios del corrimiento de tierras que enterró un área residencial tras la evacuación»

Para conseguirlo, el satélite debe vigilar nuestro planeta desde el espacio casi en tiempo real. Esto es posible gracias a la misma órbita que se usó, en 1964, para retransmitir los Juegos Olímpicos de Tokio desde Japón hasta EE UU, el primer gran acontecimiento deportivo transmitido vía satélite: el Syncom 3.

¿Cómo funciona la televisión por satélite?

La señal de televisión no tiene suficiente potencia para llegar a todo el mundo; por eso, la transmitimos usando repetidores. Un repetidor recibe una señal débil, la amplifica y la emite con más potencia hasta nosotros. Finalmente, en casa ponemos una antena apuntando hacia el repetidor para que reciba la señal y la lleve por cable hasta la tele.

Podemos imaginar la señal de televisión como un haz de luz. Como no atraviesa paredes ni montañas, la antena emisora y la receptora deben verse entre ellas. Por eso, los repetidores son estructuras muy altas situadas en sitios elevados y las antenas de casa las ponemos en un tejado o terraza que no tenga obstáculos delante. Aún así, las zonas escarpadas y montañosas pueden tener problemas para recibir la señal.

Cuanto más alto esté el repetidor, a más sitios llegará la televisión. ¿Dónde pondremos el repetidor más alto del mundo? Por supuesto, en el espacio.

Pero, ¿cómo vamos a poner un repetidor en el espacio? ¿No se caerá? Si lo dejamos quieto, sí, caerá y se romperá contra el suelo. ¿Cómo es posible? Si en el espacio no hay gravedad, ¿verdad? ¿Por qué flotan los astronautas entonces?

La realidad es muy diferente a la creencia popular de la gravedad cero. Si dejamos caer una pelota desde el espacio (trayectoria blanca en la imagen que sigue a este párrafo), lo hará verticalmente, en caída libre. Si le damos un poco de velocidad horizontal (trayectoria azul), volverá a entrar en caída libre, pero aterrizará en un punto diferente del planeta. Si la lanzamos más rápido (trayectoria verde) llegará más lejos. Y si la lanzamos con la suficiente velocidad, nunca llegará a tocar el suelo porque la pelota entrará en órbita.

Imagine que va en un ascensor y se rompe el cable: durante la caída, su cuerpo flotará por el aire como si no hubiera gravedad. Entrará en un estado conocido como microgravedad. Por eso, los astronautas no flotan porque no haya gravedad en el espacio, sino porque están en órbita y una órbita es una caída libre eterna.

Entonces, si el repetidor está dando vueltas a la Tierra, ¿solo veremos la tele cuando pase por encima de nosotros? ¿El resto del tiempo no veremos nada? Tenemos la solución: la órbita geoestacionaria.

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