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¿Quiere un sopapo? vaya a la zona sur alborotos y rosquetes; una tradición ancestral

Tegucigalpa,Honduras sábado 27 febrero 2021

Hace varios años conocí un activista político solo identificado con el sobrenombre de “Maicillo”, fácilmente se hacía entender, nunca se molestó que lo llamaran de esta manera. No llegué a conocer su nombre de pila. Danlí y la vecina ciudad de El Paraíso, se caracterizan por los apodos, por lo que resulta difícil encontrar a muchas personas por su nombre.

El maicillo, según Wikipedia, es originario de África, a través de La India, China y luego California llegó a América Central, es del género de “poáceas”. Se desarrolla en los climas tropicales, cuyo grano es utilizado para consumo humano, particularmente en la zona sur del país.

Hace varios atrás, las plantaciones de maicillo (sorgo) en la zona sur abundaban en las labranzas y laderas. Lamentablemente, los últimos años la bellota ha sido invadida por un hongo amarillento y rojizo, lo que podría ser el fin de esta variedad de grano que siempre se utilizó para diversos usos, comenzando con la dieta alimenticia de muchas familias y forraje para bovinos, equinos, cerdos y aves de corral.

El maicillo es parte de la identidad cultural de la gente del sur. Morolica, por ejemplo, las amas de casa desde tiempos inmemoriales elaboran los tradicionales alborotos, nombre original con que se conoce este derivado, cuyo proceso de elaboración consiste en tostar en comal de barro a fuego lento los granos de maicillo. Una vez colocado el grano en el comal se utiliza una manta para cubrir los granos; cuando revientan causan el alboroto en el comal. La manta que sostiene el ama de casa con delicadeza evita que salgan disparados los granos convertidos en “palomitas”.

Después del tueste se procede a la elaboración de la miel con dulce de rapadura o panela, cuyo proceso de cocción es a fuego lento hasta que la miel esta espesa y lista para convertirse en melcocha. De inmediato se procede a la mezcla de las polomitas con la miel, seguidamente la elaboración del alboroto en forma redonda, razón por la cual también son conocidos como “sopapos” en el argot popular. Los alborotos son parte esencial de la cultura e identidad cultural de los pueblos donde se elaboran.

En el valle de Jamastrán, Martha Elena García (56), desde hace 20 años se dedica a fabricar alborotos, cuenta que es su oficio y medio de vida, “mi sobrino lleva el producto hasta San Diego, durante el viaje en el autobús vende a los pasajeros, a razón de 10 y 20 lempiras la bolsa de 7 y 11 unidades, durante toda la jornada de trabajo son 80 bolsas al día, cuando el tiempo está bueno se vende todo el producto.

Fuente: La Tribuna

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