«Touchdown confirmed» se oía en la sala de control de la NASA, frase que hacía saltar de alegría a los que allí se encontraban, junto con el resto de implicados en este proyecto. Choques de mano en vez de abrazos en la era del COVID y muchos aplausos en Estados Unidos, Francia, Italia e, incluso España.

En un año donde la población mundial se ha visto sacudida por grandes catástrofes medioambientales, una pandemia y conflictos políticos, este éxito es una oleada de esperanza. Una demostración del poder de la ciencia y la colaboración entre naciones. 

Para la NASA, la llegada de un nuevo rover a Marte (ya tiene cinco en el planeta) es una nueva oportunidad para afianzar su posición de liderazgo frente a otras potencias que se han sumado con fuerza a la carrera espacial. También es una nueva oportunidad de encontrar restos de vida en el planeta con instrumentos más avanzados y preparar el camino para una futura colonización del planeta.