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Prueban un cohete impulsado por biocombustible que busca ser el «Uber del espacio»

El cohete Stardust 1.0 durante su prueba de lanzamiento de vuelo a baja altitud

Un pequeño cohete, el primer propulsor comercial impulsado por biocombustible, acaba de realizar su primera prueba desde la ciudad de Maine. La startup bluShift Aerospace lanzó este domingo su primer prototipo, llamado Stardust 1.0, a pesar de las bajas temperaturas y dos abortos de despegue. Aunque el cohete apenas alcanzó el kilómetro de altura (no llegó al espacio), marcó un hito importante para una empresa que quiere convertirse en el «Uber del espacio», enviando misiones a medida para poner en órbita pequeños satélites.

Stardust 1.0 es un pequeño cohete impulsado por un combustible sólido «bioderivado» y que actúa como banco de pruebas para futuros cohetes bluShift capaces de lanzar nanosatélites. Mide unos 6 metros de alto y puede transportar hasta 8 kilos de carga útil. «Salió a la perfección», afirmó el director ejecutivo de bluShift, Sascha Deri, después del lanzamiento. «Aterrizó justo donde esperábamos y donde estaba planeando. No podría haber salido mejor».

Stardust 1.0 consiguió lanzarse a la tercera para después volar más de 1.200 metros y finalmente desplegar un paracaídas para caer de vuelta a la Tierra. «No podríamos estar más encantados que con lo que pasó hoy», sentenció Deri.

Fundada en 2014, bluShift Aerospace tiene como objetivo lanzar pequeños satélites en órbitas polares desde la costa de Maine, sobre todo aquellos sobre los que se que quiera tener más flexibilidad y control sobre sus órbitas, algo que no siempre se puede conseguir en misiones de mayor envergadura (donde este tipo de satélites viajan a modo de carga secundaria) y que están patrocinadas por grandes nombres tales como SpaceX o Rocket Lab. «Queremos ser el Uber del espacio, proporcionando un servicio especializado para lanzamiento para nanosatélites», afirmó Deri antes del lanzamiento.

El propio Deri es quien inventó el biocombustible: aunque no revela su «receta», afirma que los ingredientes puedes obtenerse de granjas de todo el mundo. El equipo ha pasado más de seis años refinando la fórmula y diseñando un motor híbrido modular, que también es único. «Queremos demostrar que un biocombustible puede servir tan bien, si no mejor en algunos casos, que los combustibles tradicionales para impulsar cohetes y cargas útiles al espacio», afirma. «En realidad, cuesta menos por kilogramo que el combustible tradicional para cohetes y no es tóxico. Además es neutro en carbono, lo que es mejor para nuestro planeta y más responsable».

La idea es crear otros dos prototipos más grandes (Stardust 2.0 y su «primo mayor», el Starless Rogue), para poder transportar cargas mayores. Según el CEO, Stardust 2.0 podrá estar listo para su primera prueba a finales de este año, si bien la compañía aún tiene que encontrar un lugar en la costa de Maine paralanzar cohetes de mayor envergadura.

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