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La valiosa obra de Miguel R. Ortega

Tegucigalpa,Honduras martes 22 diciembre 2020

Nery Alexis Gaitán
La miel trae su ancestro de las flores
sus frutos dará el mal tarde o temprano.
Pensar que nadie escapa a los rigores
de las compensaciones del arcano.
(de Estatua de Sal)

La vida de Miguel R. Ortega ha sido larga y fructífera. En el campo profesional se graduó de abogado, ha sido funcionario público y como diplomático ha representado dignamente a nuestro país, en Guatemala y El Vaticano, dejando muy en alto el nombre de la patria. De una extraordinaria condición humana, ameno conversador y poseedor de un profundo conocimiento de la riqueza histórica nacional, resalta su condición de pensador humanista, exquisito artista y morazanista fiel.

Acercarse a la obra de don Miguel Rodrigo Ortega es una amena tarea en la cual se encuentra a un intelectual completo, a un clásico viviente de las letras hondureñas en su mejor expresión. Hay que decir que la altura moral y el gran amor por la patria son los pilares desde los cuales el aeda ha construido su valiosa obra.

Morazanista de pura cepa, se dio a la tarea de reivindicar el nombre de nuestro máximo paladín que los enemigos de lo nuestro tachaban como un bandolero. El extenso trabajo investigativo de don Miguel, bajo el título de “Morazán, Laurel sin Ocaso”, en tres tomos, más tres libros adicionales: “El Eco del Silencio; refutación a los dicterios vertidos contra Morazán”, “Morazán Perfil Continental” y “Morazán Ante la Juventud”, ha dejado muy en claro la valía de nuestro insigne héroe nacional. Es así que con su extensa obra nos presentó a un Francisco Morazán en todo su esplendor, haciendo que brille por siempre el héroe, y por lo tanto el nombre de la patria.

Asimismo, ha publicado libros de análisis jurídico y de arbitraje, a nivel nacional e internacional. En el campo propiamente de la literatura ha cosechado con un éxito rotundo la poesía y el cuento. Junto a don Santos Juárez Fiallos y don Felipe Elvir Rojas han sido los tres poetas que más han cultivado la forma clásica del soneto con una exquisita calidad.

Sus sonetos, plenos de belleza, acercan al lector a las profundas verdades de la vida, tamizadas por el numen poético, el ojo sabio que desnuda lo humano; engalanando la palabra certera que dispara el misterio de lo bello, estremeciendo con agrado el corazón del acucioso lector.

Del quehacer poético de don Miguel R. Ortega se ha dicho con propiedad que es un alto cultivador del verso. Citaremos solo dos fuentes. El insigne poeta Claudio Barrera expresó que “fue don Miguel quien le dio el golpe a la piñata lírica, al llenar de una belleza nueva y singular las catorce líneas del soneto”.

Y el también compañero en el cultivo de lo bello, don Felipe Elvir Rojas, con certeza ha planteado que el trabajo poético de don Miguel “es un hontanar de aguas serenas y cadenciosas; un mirarse a sí mismo y mirar a los hombres y sus hechos, con prudencia y sabiduría. La poesía de Ortega es vino nuevo para ser degustado por los amantes de las letras. Hay en ella inefable caricia de amor, dolor y angustia; y también una fresca alegría que, de acuerdo con los estados de ánimo, discurre por caminos despejados o por laberintos filosóficos, en pos del misterio y de la verdad. Ortega no es un poeta superficial, sino de abismos profundos, vale decir, de enigmas”.

“En la poesía, su predilección es el soneto, novedoso, sorprendente, con metáforas audaces y felices en su forma y contenido. Es el tallador de gemas, iluminado del buen decir y apasionado por las cosas bellas de la vida. No se conforma con ver de lejos la montaña, sino que alcanza la cima en donde escucha las arpas de los pájaros, el ritmo de limpios manantiales y el ruido de los árboles tocados por el viento”.

“Su poesía es humana y delicada como cristal de Bohemia. Traza rutas novedosas a la estética, cuyo fin último es producir belleza, a través de la palabra que el maestro maneja con exquisitez, aire de sinceridad y temblor de oculta llama que hacen llevadera la existencia. Todo eso y otras aristas recónditas, propias de un espíritu superior, encierra el mensaje lírico del ilustre compatriota”. Lo dicho, estamos frente a un poeta que cincela la belleza en cada verso que edifica.

Como narrador ha publicado cuatro colecciones de cuentos, teniendo un libro inédito, en donde demuestra su gran dominio de las técnicas narrativas, explorando temas de misterio, amor, amistad o desamor que lo ubican como uno de los grandes cultores del género en nuestro país. En una entrevista planteaba que: “Este aprendiz de narrador se inició cuando, platicando con algún amigo, me decía: ‘Ese es el tema de un cuento’. Tal vez el principio tenga algo de verdad, pero el resto es ficción. Decía Balzac que el secreto de una narración ‘está en hacer creer que lo que se lee ha ocurrido realmente’. Es posible que esa aseveración del novelista francés nos haya guiado en nuestros intentos de narrador… Acerca del cuento solo podría decirle que, en mi caso, siempre procuré contar algo arrancado de algún hecho real, después la imaginación fue tejiendo la urdimbre y me ha acaecido al relatar el suceso real, haber dudado sobre los pormenores del incidente, si tuvieron lugar en cierta forma, o cómo los tergiversé en mi fabulación”.

Fuente: La Tribuna

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