Tegucigalpa,Honduras viernes 18 septiembre 2020

Aunque tuvo la oportunidad de irse a Tegucigalpa en varias ocasiones y formar parte de las “grandes ligas” de la crónica deportiva hondureña, Óscar Alberto Girón Rivera decidió quedarse en su querida “Perla del Ulúa”, donde es feliz haciendo lo que tanto ama: la narración.
Aun así, logró abrirse campo en esta profesión tan competitiva y se hizo escuchar desde todos los escenarios, narrando desde juegos de fútbol burocrático hasta partidos trascendentales de los clubes hondureños de primera división y de la Selección Nacional, dentro y fuera de nuestras fronteras.
Con su particular estilo, el “Chamaco” crea el drama que se debe transmitir en radio, un medio que no cuenta con imágenes, por lo que se debe ser capaz de crear emociones y hacer volar la imaginación de las personas que le escuchan. “Muchas veces tenemos que exagerar las acciones, para mantener el interés de la audiencia, para hacerla vibrar, y de esa manera brindarle una experiencia palpitante, de un encuentro deportivo que muchas veces no lo es”, comenta.
Su amplia trayectoria lo llevó desde las cabinas de Radio Progreso hasta las de Emisoras Unidas, además de desempeñarse en su momento como redactor de deportes en Diario La Prensa y comentarista en medios televisivos, por lo que es considerado un cronista completo, todoterreno, y una de las voces narrativas de la época en Honduras.
En este tiempo, ha tenido la oportunidad de viajar a más de 15 países, desde donde ha gritado los goles de la H a todo pulmón, aunque en un par de ocasiones manifiesta que le tocó también cantar goles en contra, con menos entusiasmo, pero con el profesionalismo que se debe mantener.
Óscar Alberto Girón Rivera nació en la ciudad de El Progreso, Yoro, un 20 de marzo de 1948, siendo hijo de los señores Alberto Girón Pineda y doña Eufemia Rivera, ambos ya fallecidos.
NO QUISO SER SASTRE
Don Óscar señala que proviene de una familia tradicionalmente de músicos y sastres, por lo que su padre le decía que se dedicara a lo mismo, luego que una vez lo “agarraran las hormigas” en la milpa y se dio cuenta de que el “Chamaco” no había nacido para las labores en el campo.
“El problema es que yo no quería ser sastre, yo quería ser locutor, narrar en una cabina, era lo que me apasionaba, disfrutaba mucho escuchar la radio y admiraba la voz y el talento de los cronistas deportivos de esa época”.
Recuerda que para ese entonces Radio Progreso funcionaba en la casa de don Guillermo Valladares, suegro del empresario Juan Bendeck, y él se escapaba para meterse a la cabina de transmisión y disfrutar en carne propia de la magia de la radiodifusión.
“Le daba 10 lempiras a los operadores, cuando las cervezas costaban 50 centavos, para que me permitieran hacer mis primeros pininos, encargándome al principio del programa musical y de saludos “Para ella y para él”. Así me hice”, cuenta.
Aunque no era lo suyo, refiere que no le iba tan mal, ya que la gente mandaba saludos en un sobre y adentro generalmente venía una propina de cinco lempiras para que se lo pasaran.
No obstante, señala que tiempo después llegó a la ciudad el sacerdote Jerry Tolle y la Compañía de Jesús decidió comprar la radio y adquirir equipo nuevo en los Estados Unidos para potenciarla. Lastimosamente en el nuevo proyecto solo necesitaban tres locutores, entre ellos a Rodimiro Ortez y Roy Arturo Maradiaga, mientras que él quedó al margen.
“Me fui resentido, más no resignado, a trabajar a los campos bananeros de Finca 7, donde me encargaba de cosas menores, pero solo pude aguantar un mes. Un fin de semana me encontré con los antiguos compañeros de la radio y me motivaron a que fuera a hablar con el padre Jerry para pedirle una oportunidad. Así lo hice, le dije al padre que me dejara trabajar, aunque no me pagara. Ante ese gran interés decidió dejarme y empecé ganando 70 lempiras al mes, en el año 1971”, comenta.
Fue así como empezó a narrar partidos de la Liga Seccional Progreseña y de los Campos Bananeros, y luego fue llamado para ser locutor de Emisoras Unidas en San Pedro Sula, donde empezó a codearse con los grandes de la época, como ser Maco Pinto y Tito Handal, mientras que en Tegucigalpa destacaban Servando Cruz y Carlos Mario Herrera.
Fuente: El Pais
Hondurasensusmanos Noticias Las noticias positivas que nos hacen crecer!