Tegucigalpa,Honduras martes 25 agosto 2020
Doña María es la mujer más longeva de la aldea y sus hijos muestran con orgullo su partida de nacimiento a aquellos escépticos que se preguntan cómo ha hecho para llegar a los 120 años con salud y lucidez.
Este año, debido a la pandemia de COVID-19, su familia no le celebró el cumpleaños como solía hacerlo, con una concurrida reunión, sin embargo, sus nietas y una de sus hijas la agasajaron y ella estrenó un vestido rojo y zapatos del mismo color.
Cuando LA TRIBUNA visitó a la familia, manifestaron que doña María aún sale de la casa y camina, y aunque temen por la presencia del COVID-19, ella, desde las 5:00 de la mañana, abre la puerta de su casa para disfrutar la salida del sol.
Daniel, uno de sus hijos, contó con alegría que “habla muy bien, con una voz fuerte, se le entiende muy bien, eso es algo que uno ve en ella”.
VALIENTE MADRE SOLTERA
La anciana relató que desde muy joven le tocó criar sola a sus hijos, ya que el padre de ellos la abandonó, lo que no fue obstáculo para sacarlos adelante y lograr que fueran independientes.
Al preguntarle: ¿Le gusta ir donde el médico? La abuela mueve la cabeza de derecha a izquierda, expresando: “No, no me gusta que me lleven al doctor porque me pone inyección”.
Y su comida favorita, ¿cuál es? Doña María responde que “me gustan los frijolitos y la cuajada, carne no, no como carne desde hace 50 años”. ¿Será esa la clave para su longevidad?
Olinda, su hija menor, es quien la cuida, la baña, la viste y la mueve en su silla de ruedas, ya que no puede caminar.
La abnegada hija manifiesta que “le hace falta estar acá, no deja que se la lleven a otro lugar en su silla de ruedas, dice que no le gusta porque se pone mal de la cabeza, solo así pasa, en su silla, porque es una doña muy inquieta”.
Fuente: La Tribuna