Tegucigalpa,Honduras jueves 16 julio 2020
Expertos afirman que el estrés desarrollado en los empleados puede acarrear peores efectos en la salud.
Ante el posible incremento de casos de Síndrome de Burnout o “trabajador quemado”, el cual se refiere a una consecuencia de sobrecarga laboral y que podría fácilmente asociarlo con el estrés, especialistas afirman que no hay que subestimar sus efectos. Ante esta problemática y debido a la actual crisis sanitaria que enfrenta el país, psicólogos hondureños recomiendan a los patronos monitorear la salud mental de sus empleados.
Según lo expresado por el coordinador de la Maestría en Psicología Industrial y Organizacional de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), Favio Andrade, el seguimiento tanto del personal que realiza teletrabajo como de quienes desarrollan sus actividades laborales de manera presencial, debe ser oportuno a fin de evitar el referido trastorno ocasionado por el estrés.
“El empleador tiene una responsabilidad bastante grande. No solo debe vigilar si el colaborador cumple o tiene todas las medidas de bioseguridad, sino dar seguimiento a su salud mental”, dijo, en referencia a la situación de estrés diaria a la que se enfrentan los trabajadores ante la posibilidad de contagiarse de COVID-19 y transmitir el mortal virus a sus seres queridos.
Expuso de igual forma que “el hecho de estar en riesgo por tiempo bastante considerable, va generando una situación de estrés que se va volviendo crónica, hasta el punto que la persona disminuye considerablemente su desempeño y genera un estado general de insatisfacción”.
SINTOMATOLOGÍA
Los síntomas del referido trastorno mental, calificado así por la Organización Mundial de la salud (OMS) debido a su gravedad, van desde falta de energía desde el inicio de la jornada laboral, sentimientos de frustración y fracaso al no conseguir los resultados deseados a pesar del esfuerzo invertido en las tareas, estado de ánimo irritable, incapacidad para concentrarse y sensación de desbordamiento ante las demandas emocionales de los demás, hasta frecuentes dolores físicos, además del desarrollo de enfermedades psicosomáticas como por ejemplo fatiga visual, dolores de cabeza y musculares, mareos, insomnio y afecciones de la piel, entre otros.
Las consecuencias pasan por un elevado absentismo laboral, consumo de medicamentos para conciliar el sueño, sustancias o drogas y la adopción de determinadas conductas de riesgo o violentas. Además, pueden aparecer conflictos en el ámbito laboral, por una disminución significativa del rendimiento y la motivación, así como de la calidad de los servicios prestados.
En palabras de Andrade, “es una situación crónica de afrontamiento del estrés que está incluso por encima del estrés malo; prácticamente indica que la persona no tiene recursos emocionales, físicos e intelectuales para enfrentar su trabajo. Es un ataque al organismo en esos tres frentes”.
Por lo anterior, el docente universitario resaltó la importancia de mantener una dieta balanceada, generar algún espacio para ejercitarse y respetar las horas de sueño, sin necesidad de acudir al consumo de fármacos y en caso de sentirse “quemado”, buscar ayuda profesional inmediatamente.
Fuente: La Tribuna