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Choluteca, su trascendencia en la vida nacional

 

Tegucigalpa, Honduras lunes 25 noviembre 2019

En la historiografía hondureña se menciona a Choluteca, desde las primeras décadas del siglo XVI. Un viaje exploratorio de parte de los conquistadores buscando rutas de expansión, al mando de Andrés Niño, sirvió para circundar la costa sur y bautizar el golfo en memoria de Juan Rodríguez de Fonseca, quien había sido obispo de Burgos. Existen referencias tempranas como el titulado “El Cabildo del Valle de Choluteca denuncia los excesos con los indios y los daños a la real hacienda que provocan los alcaldes mayores (…)” en Documentos para la Historia Colonial, compilados por el investigador Héctor M. Leiva.

Numerosas descripciones con escasas investigaciones formales, sostienen que gran parte de la región que abarca a Choluteca, estuvo habitada en tiempos prehispánicos por chorotegas, otros dicen que por lencas, incluso algunos consideran que ahí vivieron hablantes mexicanos. A la fecha las aproximaciones lingüísticas son tibias, sin olvidar que la región ostenta una riqueza cultural enorme. Las abundantes toponimias como: Agualcaguaire, Morolica, Caire, Cacautare, Cacamuya, Comali, Pespire, Orocuina, Yusguare, Duyure, Iguazala, Jayacayan, Liraqui, Caire, Guanijiquil, Tempisque, Entelí, Duyusupo, Namasigüe, Apacilagua, Marilica y Moramulca. entre otras, solo ensanchan el reto para estudiarlas.

Mientras la provincia de Honduras estuvo supeditada a la Capitanía General de Guatemala, Choluteca siempre fue una villa referente, tanto que pronto alcanzó la categoría de Alcaldía Mayor, en parte porque sus abundantes recursos naturales, le permitieron competir con una ganadería extensiva, luego una actividad minera, ambas permitieron fortalecer una plaza comercial significativa y ubicada estratégicamente. Los dominios que abarcaron la Alcaldía Mayor de Choluteca eran extensos, pero con el devenir de los tiempos y la definición de algunos límites se redujo, aún así, su territorio sigue contando con tierras altas al interior y una extensa planicie de características muy particulares.

Esas tierras altas las describe Martínez López con sobrada razón, en su valioso texto de 1919, cuando apunta “Sus principales montañas son las de San Marcos, El Corpus, Las Conchas y Ola. Los terrenos inmediatos a las costas están cubiertos de inmensos bosques cuajados de maderas preciosas para la ebanistería y construcción, las cuales fácilmente pueden ser exportadas, sirviendo para ello el cauce del río Choluteca”.1 Cien años después el panorama es caótico, extensas franjas del territorio de Choluteca fueron convertidas en pastizales, los bosques en su mayoría desaparecieron, lo mismo ha sucedido con las fuentes de agua. En la temporada seca, el río Choluteca se convierte en un cúmulo de arena y piedras. La mayoría de pueblos aledaños a la cuenca del mencionado río, han visto disminuida su producción de granos básicos y con ello los niveles de pobreza van en ascenso, al igual que las alarmantes migraciones. Diferentes sectores se han pronunciado ante la problemática ambiental, por su importancia incluyo parte del valioso texto de la Diócesis de Choluteca, que también comprende parte de los municipios de Valle y dos de El Paraíso.

 

“Somos una diócesis pequeña en extensión, pero bastante poblada. Estamos en el corredor seco; por tanto, la sequía nos afecta en gran manera, otras veces son las inundaciones. La cuestión de la cantidad y de la calidad del agua es vital para nuestras comunidades. La desforestación avanza año tras año. Son pocos los recursos que tenemos. Todo proyecto extractivo afecta de una u otra manera a las comunidades aledañas, por ejemplo, en El Tránsito, El Corpus y Ojo de Agua. Ya hay lugares destruidos y contaminados por este tipo de industrias, que poco o nada benefician a los habitantes de esta zona de Honduras, tan golpeada por el abandono de los gobiernos en el pasado y en el presente. Y lo único poco que le queda de agua, tierra y biodiversidad se lo quieren destruir. (…) En vez de industrias extractivas, nosotros proponemos que se generen proyectos que promuevan la producción agrícola, sin uso de pesticidas que contaminan al medio ambiente, y proyectos industriales que respeten los derechos de las personas y de las comunidades. No estamos en contra del desarrollo sostenible. Estamos a favor de un desarrollo humano integral, que permite el paso de condiciones de vida menos humanas a condiciones de vida más humanas, para todos y cada uno de los seres humanos”.

En la primera división territorial realizada por don Dionisio de Herrera, Choluteca, ya forma parte como uno de los siete departamentos. (Tegucigalpa, Olancho, Santa Bárbara, Gracias, Yoro, Comayagua y Choluteca). Con el surgimiento de otros departamentos, Choluteca fue perdiendo territorio, pero se logró consolidar con los siguientes municipios.

Pespire, San José, San Antonio de Flores, San Isidro, Apacilagua, Orocuina, Morolica, San Ana de Yusguare, Duyure, San Marcos de Colón, El Corpus, Concepción de María, El Triunfo, Namasigüe, Marcovia y Choluteca-cabecera.

Magnífica descripción realizó el padre Antonio R. Vallejo en su aplaudido Anuario Estadístico de 1889, donde señala “Este Departamento ha sido notable desde la dominación española, por su inmensa riqueza mineral, a tal grado que el Rey de España se vio en el caso de nombrar empleados fiscales para que expresamente se dedicasen a cobrar el quinto. La mina primeramente descubierta fue la de Clavo Rico, cuyos productos de oro fueron tan abundantes que los mismos españoles explotadores dudaban que fuese oro el metal que extraían, y por las disputas entre los socios que la trabajaban, el rey se vio obligado a tomar las acciones y ordenó a la Intendencia respectiva que trabajaran por su cuenta. Como las pepitas de oro que producían eran del tamaño de un tamarindo, el rey llamaba a Choluteca “Villa de Jerez de la Choluteca y mis Reales Tamarindos…”.

La ciudad de Choluteca, se extiende sobre la margen izquierda del río de igual nombre, ocupa una amplia llanura que en uno de sus costados se extiende hasta la costa marítima. La ciudad no siempre estuvo ahí donde ahora se encuentra, no se deben olvidar las constantes agresiones de los piratas ingleses y franceses que en varias ocasiones arrasaron a pueblos o villas aledañas al Golfo a mediados del siglo XVII. Otro elemento a considerar es que la mayoría de villas fundadas en Honduras, en los márgenes o proximidades de ríos caudalosos, siempre tuvieron que lidiar con las constantes inundaciones, algunas desaparecieron totalmente. Por cierto, de la carretera que de Choluteca conduce a Orocuina, existe un sitio arqueológico conocido como “Guzmán”, que podrían ser los restos de la primera villa, a la fecha, los resultados de las investigaciones no se han divulgado.

El renombrado investigador Mario Felipe Martínez, tratando de esclarecer la fundación sostiene “En la parte sur de la Gobernación de Honduras y correspondiente a la política colonizadora de fundar centros urbanos en los cuatro rumbos cardinales del territorio conquistado, en un lugar estratégicamente hablando importante por estar en los confines de Honduras, Guatemala y Nicaragua, se funda en 1535 por don Cristóbal de la Cueva, la Villa de Jerex de la Choluteca, probablemente un 8 de diciembre ya que se entroniza como patrona de la nueva Villa a la Inmaculada Concepción.

Fuente: La Tribuna

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