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Café de Marcala, 100% “catracho” con un pasado alemán

Tegucigalpa, Honduras lunes 25 noviembre 2019

El café de Marcala, La Paz, es uno de los mejores de Honduras y del mundo, sin embargo, detrás de su aroma embriagante y su sabor exquisito se ocultan varios siglos de trabajo, en los que “catrachos” y alemanes juntaron sus talentos durante varias generaciones, para hacer posible lo que hoy es un rubro de calidad y altamente competitivo.

La historia de la producción de café en Marcala se remonta a 1886, con el emprendedor alemán Max Drawert, dueño de la Finca La Victoria y de muchas otras de la zona, a quien se le atribuye el haber tecnificado la producción del grano aromático en esa época y haber realizado la primera exportación directa del producto. También compró los derechos de Casa Rossner, la que posteriormente llamó Casa Drawert, y llegó a tener 36 almacenes en toda Honduras.

Según cuenta el productor Ernesto Meoño Quesada, bisnieto de Drawert, “la Finca La Victoria fue una finca tecnificada, fue la primera fuente de empleo, porque había 500 corteros y había de 100 a 150 chapeadores, entonces, en la cosecha se manejaba una mano de obra de 700 a 800 personas”.

Meoño agrega que su bisabuelo “se dedicó a tecnificar el café”, al elaborar trilladoras de piedra, “en vez de apilar el café con un mortero y un pilón, lo comenzaron a hacer vía animal”. Más tarde, “lo comenzaron a tecnificar en los beneficios, como El Esfuerzo y el beneficio San Francisco y el beneficio La Victoria”.

“También a la finca le metieron sistemas de irrigación con acueductos que comenzaron a drenar la finca, para poder sacar y conseguir las mejores materias orgánicas, como arenas, arenillas, porque los materiales eran muy pesados”, describe el caficultor.

Marcala, frente a Casa Rossner, transporte de mercadería de la Casa Rossner a lomo de mula, al igual que café al puerto de Amapala, en el Golfo de Fonseca.

EL “TREN” DE MULAS

El productor relata que Drawert tenía 360 mulas que se usaban para transportar el café hasta Amapala, “cuando no había carreteras, no había calles, solo era a lomo de mulas”.

Cuando la interminable fila de mulas cargadas con café pasaba por las comunidades, era inevitable detener el paso para observarlas y los pobladores decían “ahí va el patacho”, nombre lenca que significa “tren” de mulas.

Meoño explica que “las mulas llevaban el café a Amapala o al puerto de El Aceituno y el falso flete se usaba para traer mercadería y venderla a los pueblos aledaños, a Tutule, Jesús de Otoro, Planes de Santa María, La Esperanza, Santa Elena, Yarula, pueblos de la sierra como Opatoro, Florida de Opatoro, porque él suplía a los dueños de los almacenes con la mercadería que traía de Alemania”.

El café de Marcala “se empezó a exportar a principios del siglo, en 1915 se empezaron a hacer las primeras exportaciones”, y fue Max Drawert “la primera persona que exportó directamente café a Alemania y él compraba el rubro para poderlo vender internacionalmente”.

Décadas más tarde, para poder exportar vía aérea, el alemán “designó el terreno que está en el campo Colón, que era parte de la finca de él, a ser la pista aérea, para poder exportar el café vía aérea y no vía mula”.

Esta imagen de 1926 muestra un puente casa de la Finca La Victoria.

CULTIVOS EN PATIOS

“En la exportación lo que se usaba era el beneficiado del café, todo el mundo ya tenía fincas de café, lo que era el comercio, la gente comenzó a sembrar café en los patios traseros de las casas, pero la familia comenzó a tecnificar con beneficios, para el café poderlo lavar así como hacía Guatemala y así como lo hacía El Salvador”.

Las técnicas de beneficiado de café fueron transmitidas a personas que solo se dedicaban a esta actividad, “esta gente fue entrenada por los alemanes, y después, ya en los 50, ya estaban sembrando sus cafés, pero ya ellos sabían de las calidades de cafés, son las personas que lideraron la buena producción del rubro y la buena calidad del producto por el beneficiado que presentaron los alemanes a principios de la década de 1920”.

El bisnieto de Drawert señala que su pariente trajo a Marcala diversas variedades de café, entre estas, el borbón taiquisi, que es la variedad que trajeron específicamente de El Salvador, y fue la variedad del café “indio” que le dicen, también trajo otra variedad de Etiopía”.

“Me acuerdo que le habían traído dos o tres sacos de un café de Etiopía, también un borbón, pero era un borbón imperial, también trajeron otra variedad que es el catuai, que la gente también le dice café indio, pero ese lo trajeron de El Salvador, todos son cafés arábigos”.

Este es el almacén Casa Drawert, propiedad de Max Drawert, quien tenía 36 casas comerciales en en toda Honduras.

PROTECCIÓN AL RUBRO

Otro experto en el café “marcalino” es el abogado y productor, Salvador Navarrete, hijo del pionero del rubro, don Marcelino Navarrete, quien laboró en la finca La Victoria, de la familia Drawert.

Navarrete relata que el cultivo del café en Marcala comenzó en manos de campesinos, quienes cultivaban pequeñas parcelas en las orillas de los ríos que atraviesan la ciudad y en los solares de las casas, porque el gobierno había incentivado este cultivo buscando el rubro de la exportación.

“Es sabido históricamente que tanto los gobiernos de Marco Aurelio Soto, como Policarpo Bonilla y otros buenos liberales, protegían el cultivo del café exonerándole de todas las cargas municipales o gubernamentales y dándole premios a la gente que cultivaba ese grano”.

El productor cuenta que cuando los alemanes llegaron a Marcala, “atraídos sin duda por las bondades del clima, y la perspectiva del cultivo del café, ya existían pequeñas parcelas de café”, sin embargo, los cultivos eran de la variedad típica y aún no se habían tecnificado.

Puente de café con Max Drawert y empleados de Casa Rossner (1913-1922), fotografía tomada por Carlos Drawert.

“El campesino lo que hacía era cultivar el grano que llamamos en guacuco (mezcla de granos maduros con verdes) y así lo guardaban en unos silos de piedra, allí los guardaban para el gasto, y para probable exportación a los mercados locales”.

El caficultor detalla que los alemanes tecnificaron el cultivo del café, introdujeron más variedades, pusieron en práctica nuevas técnicas de lavado del café, “de manera que a Alemania comenzó a exportarse el café, ya no en guacuco, sino en oro o en pergamino, vía El Salvador o vía Amapala…”.

El nivel de desarrollo del rubro era tal, que la finca La Victoria tenía un sistema hidráulico que en la década de 1930 suministraba energía eléctrica a la municipalidad, oficinas públicas y algunas casas particulares.

“Nótese pues, cómo estaba de adelantado este pueblo con la venida de los alemanes que habían tecnificado todo el cultivo y cooperado con el desarrollo del pueblo”, comenta el entrevistado.

Esta es una de las trilladoras de café hechas de piedra, usadas en las fincas de la familia Drawert.

DRENAJE Y VIVEROS

Durante la Segunda Guerra Mundial, los alemanes fueron expulsados de toda Honduras, sin embargo, al caficultor Max Drawert se le permitió quedarse en Marcala porque su esposa era hondureña, expresa Navarrete.

“Entonces contrató a mi padre, don Marcelino Navarrete, para que le ayudara con la finca La Victoria, y él fue el que trajo el café borbón de El Salvador, contaba que lo había ido a traer a una finca de Santa Ana, de unos Álvarez que eran de las 14 familias… ese fue el café que se empezó a sembrar en La Victoria”.

El papá de Navarrete también “diseñó los drenajes de esa finca, ¡que son una maravilla! Después de tantos años, cae una tormenta y toda el agua va a dar al río y no se empoza, no hay chagüites, no hay nada, allí está sin problemas”.

“Otro aporte que hizo don Marcelino Navarrete a la caficultura local fue esta, aquí los viveros se hacían en la tierra, allí se sembraban los viveros con una gran ramada de hoja de huerta, para que no lo perjudicara ni la helada ni el sol, y él trajo las bolsas de polietileno, las bolsas negras para agricultura, y empezó a enseñarle a la gente que sembraran en bolsas en vez de sembrar directamente en la tierra”.

¿Cuál es la diferencia de sembrar en bolsa en vez de hacerlo en la tierra? Navarrete explica que al sembrar en el suelo, para sacar el “arbolito” y trasplantarlo a la finca, “se maltrata mucho y se pierde mucho, y en la bolsa es poca la pérdida”.

El productor cuenta que su padre, siendo un hombre tan diestro en el asunto del café, “le dio mucha enseñanza a la gente local, como decir el uso de las podas, las siembras de sombra y todos esos detalles, pero lo que es la cultura de café, en cuanto se refiere a la comercialización y al tratamiento del grano para exportarlo en buenas condiciones, se le debe indudablemente al aporte cultural de los alemanes”.

Fuente: La Tribuna

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