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Merecido homenaje a Julio Escoto

Tegucigalpa, Honduras lunes 28 octubre 2019

El 18 del mes en curso, en sesión solemne de la Academia Hondureña de la Lengua, a través de su director Juan Ramón Martínez, se hizo entrega del Premio Ramón Amaya Amador 2019, al distinguido escritor Julio Escoto. El evento se realizó en la biblioteca de la Universidad Nacional Autónoma en el Valle de Sula.

Dos octogenarios: Mario Hernán Ramírez, Premio Nacional de Literatura y el que escribe estas líneas, médico jubilado, acompañados de nuestras esposas, periodista, licenciada Elsa Ramírez y la doctora Virginia Figueroa Girón respectivamente, fuimos de los primeros en abordar el autobús en el cual nos conduciríamos a la capital industrial del país. En el mismo compartieron espacio el licenciado Osmín Zepeda, administrador de la Academia y la eficiente secretaria administrativa Montserrat Urbina. Ya en el evento estaban otros académicos: ingeniero Ernesto Bondy, historiador Mario Argueta, Abogado Jubal Valerio y licenciada María Vargas.

Como primer punto la maestra de ceremonia saludó y dio la bienvenida a la nutrida concurrencia, en la cual estaban presentes las autoridades edilicias de San Pedro Sula, representadas por su alcalde Armando Calidonio y otras personalidades del mundo cultural, entre quienes recordamos al ingeniero Marco Rietti y al doctor Rodolfo Pastor Zelaya. Este último, ministro de Cultura en dos ocasiones.

A continuación, apertura de la sesión de la Academia Hondureña de la Lengua por su presidente, licenciado Juan Ramón Martínez.

Como siguiente punto, lectura de la hoja de vida del homenajeado, Julio Escoto, por el doctor Víctor Manuel Ramos. En nuestra opinión, se trató de una pieza oratoria pocas veces escuchada en los ambientes culturales, razón por la cual nos tomamos la libertad de reproducir algunos párrafos de su conceptuoso discurso, para que los estimados lectores puedan apreciarlo: “Julio se formó en la Escuela Superior del Profesorado Francisco Morazán transformada hoy en la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán, obteniendo el grado de Profesor de Literatura. Es quizás esa la razón por la cual ha ejercido una cátedra permanente desde su egreso como profesor de Literatura. Cátedra que se desarrolló no solamente en las aulas de la secundaria y la universidad, sino a nivel del pueblo en general”.

En otro momento de su discurso, el doctor Ramos se expresó así: “Si es verdad que la narrativa de Ramón Amaya Amador se circunscribe en el ambiente literario que en ese tiempo prevalecía en las letras latinoamericanas lideradas por escritores como Vallejo, con la novela Tugsteno; Ciro Alegría, con El Mundo es Ancho y Ajeno; Miguel Ángel Asturias, con el señor presidente; Carlos Luis Fallas con Mamit Yunai, los alcances de la narrativa de nuestro homenajeado van más allá, porque muy pronto se adentra en la corriente del realismo mágico que satura su novela El Génesis de la Santa Cariba.

La maestra de ceremonias anuncia la participación de la Orquesta Filarmónica de San Pedro Sula, quienes presentaron: Recuerdos de mi infancia del compositor hondureño José María Varela, interpretado por el tenor solista Andreé Rodríguez. Al entonar los siguientes versos, “el público lo interrumpió con sus aplausos: Al rumor de las selvas hondureñas, mi dulce cuna suave se meció, sus brisas me arrullaron halagüeñas y un cielo de topacio me cubrió”. Los aplausos continuaron al escuchar el canto patriótico que hace alusión a las selvas que un día tuvimos. El jovencito Franklin Alejandro Rodríguez, violinista solista sorprendió al público con su magnífica interpretación “Chardas” del compositor Vitorino Monti.

El tenor solista René Pauk deleitó al público interpretando “O sole mío”. En algunos momentos se une el tenor Andreé Rodríguez y ambas voces resonaban magníficamente en el auditorio.

Todas las interpretaciones fueron acompañadas al piano por el maestro Óscar Barahona.

Según Juan Ramón Martínez, Andrés Morris, maestro de Julio Escoto dijo, que en el país habían tres personalidades esperanzadoras y una de ellas es el que hoy se está homenajeando, vaticinio que se ha corroborado con la magnífica producción del mencionado escritor.

En una ocasión coincidimos con Julio Escoto en otro evento de la Universidad Pedagógica. Yo le relataba que en 1965, año en que él vino a Tegucigalpa y yo estaba finalizando mis estudios de medicina, ya las muchachas comenzaban a usar la minifalda y que los estudiantes nos transportábamos en los pequeños buses VW (Volkswagen), desde los cuales el ayudante gritaba: “Belén-Cantón, Belén-Cantón”, por la módica suma de 10 centavos de lempira. Otro detalle de esa época era que El Picacho amanecía coronado de neblina y los estudiantes, para protegernos del frío usábamos bien un sweater o una chumpa. “Esa fue, me dice Julio, toda una época que no podemos olvidar”.

Julio es el tercer escritor que recibe el premio Ramón Amaya Amador de la Academia. Le precedieron los poetas Miguel R. Ortega y Pompeyo del Valle. Como se puede ver, la Academia ha sido muy cuidadosa en la escogencia de los acreedores a tal premio.

El programa concluyó con las palabras del licenciado Juan Ramón Martínez, la entrega del Premio Ramón Amaya Amador y el discurso de aceptación del Premio por el magister Julio Escoto.

Fuente: La Tribuna

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