Inicio - Cortés - “Senior entrance”, la tradición que necesita un nuevo significado

“Senior entrance”, la tradición que necesita un nuevo significado

Tegucigalpa, Honduras jueves 27 junio 2019

Los estudiantes en muchas de las escuelas bilingües más grandes de Honduras saben que el primer día de clases de su último año (en inglés “senior year”) deberán entrar a su escuela juntos y de una forma “épica” e inolvidable, con el objetivo de celebrar que ese será su último primer día de clases como estudiantes de secundaria. En consecuencia, desde séptimo grado comienzan a presenciar las “entradas magistrales” de cada generación de último año, hasta que, un día, ellos mismos se convierten en “seniors” y es allí su turno de “demostrar” cómo ellos serán mejores que las generaciones anteriores, según el tamaño, la magnitud, la intensidad o la majestuosidad de las atracciones que contraten, los shows que monten, los recursos que inviertan, los objetos que repartan al resto de estudiantes de su escuela y la comida que compartan con dicha audiencia.

Hace poco me di a la tarea de buscar en internet cuál es el origen de dicha tradición, pero no encontré ningún registro en ninguna escuela de Estados Unidos, que es de donde se obtiene el modelo educativo en la mayoría de escuelas bilingües de nuestro país. Luego comencé a preguntar a algunos de mis colegas docentes que se graduaron en algunas de las escuelas bilingües grandes y, basado en todas las respuestas, la conclusión que de algún modo pude sacar es que esto se comenzó a hacer entre 2003 y 2004, como una simple idea de entrar a la escuela todos juntos, montando cuatrimotos y con un concepto carnavalesco.

Honestamente, yo no veo ningún problema en una actividad de esta índole, especialmente en instituciones que son privadas y en donde los padres tienen suficientes recursos económicos. No obstante, en mis doce años de experiencia docente, los cuales he desarrollado en escuelas pequeñas, medianas y grandes, he podido ver que esta tradición ha ido escalando desproporcionadamente hasta llegar a niveles alarmantemente exorbitantes y discordantes con la situación económica y social que en la actualidad estamos viviendo en nuestro país.

Por tal razón, en mi rol de educador e independientemente de si gastan poco o mucho dinero en contratar autos clásicos o modificados, motocicletas de lujo, camiones de bomberos, de Policía o militares, camionetas, helicópteros (increíble pero cierto), compañías profesionales con montajes de shows de baile, vuvuzelas, collares, todo tipo de objetos para arrojar como regalo, bocadillos, helados y refrescos para compartir con el resto de estudiantes que hacen de espectadores en estos -cada vez más grandes- carnavales; siento que es mi deber preguntar: ¿cuál es la enseñanza que esta tradición deja a los estudiantes?, ¿cómo este día marca sus vidas, cambia su forma de pensar, les vuelve mejores personas, les prepara para la universidad o les deja una lección valiosa que veinte años después ellos también transmitirán a sus hijos y a todos a su alrededor?

Los padres de familia, autoridades escolares y cuerpo docente de estas escuelas deben reunirse y reorientar esta actividad hacia el cumplimiento de objetivos más valiosos y significativos, que trasciendan no solo dentro de nuestras fronteras, sino fuera de ellas. Por ejemplo, ¿cuánto aprenderían estos estudiantes de último año si su entrada magistral el primer día de clases la invirtieran en un asilo de ancianos? Simplemente con el hecho de romper su triste y solitaria rutina al llevarles comida, pastel, sentarse a platicar con ellos, escuchar sus historias de juventud o incluso cambiarles su cama por una nueva, llevarles ropa, sábanas, utensilios y productos de higiene, libros, juegos de mesa, música de su época y recibir sus agradecimientos entre lágrimas por haberse tomado el tiempo de ir a pasar un día completo con ellos, ¿no les parece que estos estudiantes serían capaces de ver la vida y a sus propios padres con otros ojos, dándose cuenta de cuán valiosos son, cuántos esfuerzos hacen por ellos y cómo deben apreciarles y cuidarles más cada día?

¿Cuánto marcaría sus vidas el hecho de invertir su “senior entrance” disfrazándose de súper héroes o personajes de dibujos animados y visitando alguna clínica Materno Infantil, hogar de niños, jardín de niños público u otro establecimiento con niños necesitados de afecto y/o ánimos para seguir luchando por su vida o seguir adelante? El valor del aprendizaje obtenido al invertir tiempo y recursos en uno de estos lugares, de la mano de sus padres y al darse cuenta -a su edad- de la dura situación que muchas personas enfrentan a diario en su entorno, resulta evidente, inconmensurable y duradero, ¿no creen?

 
 
 
 

Fuente: La Tribuna

Más noticias...

Suspenden clases presenciales en Colón y Atlántida por alta contaminación del aire

Tegucigalpa. 16.05.2024 Las clases presenciales en los departamentos de Colón y Atlántida se encuentran suspendidas …

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

A %d blogueros les gusta esto: