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HACE 4 AÑOS QUEDÓ “VIVO POR MILAGRO DE DIOS”, PERO VIVE MARCADO POR LOS RECUERDOS Y CICATRICES

Tegucigalpa,Honduras domingo 21 abril 2019

**** La pesadilla que no terminó al salir del hospital, donde estuvo hospitalizado por más de 45 días, sino al darse cuenta que su esposa, su hermana y una cuñada habían muerto, pero que en medio de la tragedia nació uno de sus hijos, son las vivencias de su día a día.

Fue un día viernes, hace cuatro años, en una fecha como hoy, la vida de Delmer Varela de 38 años de edad, la explosión de un chimbo de gas en la Feria del Agricultor y del Artesano le marcó su vida y muchas cicatrices provocadas por el fuego en su cuerpo, le hacen imposible olvidar la pesadilla, de una tragedia donde murieron 12 personas y más de 60 resultaron heridas.

Como todos los sábados, Delmer, padre de dos hijos, lo encontramos en su lugar de trabajo donde por muchos años se ha ganado la vida junto a su familia, en su puesto de venta de verduras y comida, en la Feria, frente al estadio Nacional donde ocurrió el incendio, que dejó luto y dolor entre muchas personas trabajadoras.

Vestido con pantalón azul, camisa gris formal, usando chancletas, de tez trigueña, estatura mediana y barbado, Delmer accedió a dialogar con el primer periódico digital de Honduras y recordar, aquella tragedia donde logró sobrevivir “por milagro de Dios” un día viernes 20 de abril del 2015.

Varela, reconocido en su lugar de trabajo como una persona servicial y amigable, recordó que para él era un día normal, que se sentó a la meza esperando que su esposa le sirviera el almuerzo en el puesto de venta de comida, identificado en el interior de la Feria como “Tacos Mexicanos”, su negocio familiar.

Recordó que minutos antes del incidente, miró el reloj que marcaba como las 12:40 del mediodía, que no había empezado a degustar de los alimentos, cuando escuchó la explosión. (Un chimbo de gas)

“Yo salí volando por los aires”, expresó mientras se tocaba una de sus orejas y agregó, que con la explosión el quedó aturdido y desde el suelo observaba como las personas corrían desesperadamente buscando ayuda.

“Muchos estaban con su cuerpo en llamas, era un caos, se escuchaban lamentos y gritos desesperados pidiendo auxilio”, agregó.

“Me acuerdo que me levante; no sentía nada, mi cuerpo estaba encendido como una antorcha humana y yo miraba correr gente para todos lados, era un caos, fue horrible, es muy difícil para mí recordarlo”.

“Pero es parte de mi vida y lucho cada día con superarlo”, manifestó mientras se descubría sus brazos y mostrar las cicatrices que se le marcaron por el fuego.

“Yo miraba que la gente estaba tirada en todos los pasillos, aún recuerdo cuando las personas gritaban auxilio, auxilio, ayuda, ayuda”, dijo mientras se frotaba las manos en las cuales se observan marcadas cicatrices en su piel rosada y arrugada.

Producto de ese incendió más de un centenar de personas resultaron afectadas, pues murieron vendedores de comida y clientes que visitaban el lugar al momento de la explosión.

Medio centenar de personas fueron hospitalizadas en el Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS) como también en el Hospital Escuela, donde algunos lograron sobrevivir, incluido Delmer que vive en la aldea Las Flores, carretera a Olancho a 18 kilómetros de la ciudad capital.

En tal sentido, Delmer nos relata su propia historia; “estuve 45 días interno en el Hospital, para ser honesto los diagnósticos médicos no eran tan positivos me daban muy pocas posibilidades de vida”.

“Nunca pensé que iba a sobrevivir ya que tenía dañado todo mi cuerpo con quemaduras de primer, segundo y tercer grado. Tenía mis pulmones y riñones dañados estaba prácticamente aislado sin ninguna esperanza de vivir”.

“Recuerdo que una enfermera me dijo; A usted nosotros lo bañábamos y le dábamos medicamentos porque es nuestro trabajo, pero jamás pensamos que usted iba a salir vivo de acá”, dijo con la voz entre cortada al revivir sus momentos críticos cuando estuvo hospitalizado.

“Cuando estaba en la sala de quemados un pastor Evangélico de Estados Unidos de nombre Pedro Girón fue a visitarme, oró por mí. Me dijo que no moriría y ahora aquí estoy de pie sonriéndole a la vida, puedo decir que mi caso es un milagro de Dios”, exclamó mientras sus ojos se humedecían con lágrimas y bajaba la cabeza.

A parte de las cicatrices y su propia historia vivida en ese fatídico viernes, Delmer entre su pesar y recuerdos, comentó que otro fuerte dolor que guarda en su memoria, es que después de 45 días se dio cuenta de que en el incendio había fallecido una de sus hermanas, su esposa y una cuñada.

Con un leve sonrisa en sus labios, no de alegría, sino como sonriéndole a la vida, manifestó, “lo más fuerte fue cuando salí del hospital, pero cuando llegue a la casa me dijeron que Carolina (Berríos) mi esposa había muerto, también mi cuñada Rubí Andino y mi hermana Dania (Varela).

La pesadilla no había finalizado; “Es terrible cuando tu llegas a tu casa esperas que tu familia te reciba, pero me encontré con la sorpresa que mi esposa ya no estaba, eso me ha costado superar. Esto de recordar mis seres queridos duele y mucho. Pero con la ayuda de Dios he podido salir adelante”, expresó en tono pausado y bajando la mirada.

Agregó que su hermana Dania cuando ocurrió el incidente estaba en estado de embarazo y milagrosamente estando herida en el hospital nació su hijo y sobrevivió, cómo una bendición de Dios.

“Ella pudo darlo a luz normalmente gracias a Dios el niño salió sano, él estuvo en terapia en la Teletón haciéndole exámenes en su cabecita, pero está sano, cumplirá cuatros años y mi mamá con mi papá lo cuidan. Es su nieto”, relató mientras en sus labios denotaban una sonrisa.

Asimismo, manifestó estar agradecido con Jesucristo por darle una segunda oportunidad, “Yo no me he quejado con Dios o reclamarle porque se llevó a mis familiares, las cosas pasan por algo, somos una familia cristiana la fe esta puesta en él y si aún estoy de pie es por la fortaleza que él todopoderoso me ha dado”.

Según Delmer después del incendio o producto del incendio las ventas de comida en la Feria del Artesano, frente al estadio, han bajado de manera estrepitosa, casi en un 50%, porque los puestos estuvieron cerrados por unos ocho meses, ahora los clientes son muy pocos que nos visitan tienen miedo debido a lo que pasó.

En tan sentido, indicó que de su trabajo y de toda la familia dependen 10 niños y con el sistema de ventas, después de casi cuatro años, prácticamente solo les alcanza para sobrevivir.

Aclaró que ellos no han tenido ningún apoyo económico de parte del Gobierno, que después de la tragedia se hicieron algunos acondicionamientos de los puestos de ventas, pero “nadie se ha preocupado para ofrecerles ayuda, que todo el gasto de su tratamiento ha sido pagado con esfuerzo de su familia”.

Sobre su experiencia, a cuatro años de la tragedia, que sobrevivió después que su cuerpo resultó quemado casi un 80 por ciento, por la explosión de un chimbo de gas, recomendó buscar de Dios, “porque las terapias son complicadas hasta dolorosas, que son un proceso lento, que no deben desanimarse porque al final Jesucristo tiene un plan para cada uno de nosotros”. 

Fuente: hondudiario

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