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Ocotepeque: sus aportes a la cutura nacional

Tegucigalpa, Honduras 18 febrero 2019

 

Los lingüistas dicen que el término Ocotepeque, es náhuatl, lengua que en tiempos antiguos se extendió por Centroamérica, razón por lo cual es frecuente que nuestros pueblos tengan en su mayoría nombres de la referida lengua.

Ocotepeque nos dice Membreño, significa “en el lugar de los ocotes” se compone de ocotl (ocote) y tepetl (cerro). Por cierto la terminación tepetl se encuentra en palabras como Siguatepeque, Quetzaltepeque, Coatepeque, Sensuntepeque, Cojutepeque e incluso en un olvidado sitio de Santa Bárbara denominado Chimaltepeque.

Durante la organización de las Provincias que formaron la capitanía general del Reino de Guatemala, a inicios del siglo XVI y a la cual perteneció Honduras, se menciona a Ocotepeque como “un lugar de obraje, buenas tierras para la agricultura y una población indígena considerable”.

El padre Antonio R. Vallejo incluye una carta que el adelantado Montejo dirigió al Rey de España el 25 de agosto de 1539, y menciona “demás de los pueblos del Adelantado me quito uno que llaman Ocotepetl y por otro nombre el asistente que el adelantado Alvarado dio a Juan García de Lemos, vecino de Guatemala, antes que esta organización viniese, siendo gobernador de Guatimala y dice la cédula que lo da guerra, con tal que lo traiga de paz, y donde a ocho meses que lo encomendó, vino el Adelantado Alvarado a esta tierra, y el Juan de Lemos no quiso venir con él, y halló el pueblo que digo guerra y así lo dio , y bien cruda, e hizo en ella muchos esclavos”. 1

A finales del siglo XVIII, los Llanos de Santa Rosa y sus alrededores experimentaron una exitosa producción tabacalera, tanto que incidió en movimientos poblacionales. Lo mismo sucedió en los valles de Sensentí y las tierras bajas de Cucuyagua, Llano Grande y Corquín. Como respuesta a las autoridades religiosas dispusieron la creación del Curato de Ocotepeque, sin embargo el censo de Fray Fernando Cadiñanos se hace la siguiente observación “por los muchos ríos que tiene esté curato, y ser intransitable en invierno, acontece, que mueren sin sacramentos muchas almas de las que habitan en los valles2”.

Ocotepeque y sus alrededores, durante la época colonial, además de tabaco se cultivaron granos básicos, trigo y añil, este último resulto fundamental para comerciar incluso con Guatemala. Sabemos que para 1801, Ocotepeque era una parroquia del Distrito de Gracias a Dios (hoy Gracias), con 543 habitantes entre indios y ladinos. En abril de 1843, se le otorgó el título de villa. A inicios de 1870 el de ciudad y en 1906 el Estado creó el departamento de Ocotepeque.

La tragedia del río Marchala

A un extremo del valle de Sesecapa y a escasos kilómetros de la frontera con El Salvador, sobre una planicie de regular tamaño se extiende la población ahora conocida como “Antigua Ocotepeque”. Al juzgar por su trazo y ubicación fue sin duda un lugar de trascendencia.

Relatos de algunos ancianos y noticias periodísticas dan cuenta que una crecientes el río Márchala que a su vez es afluente del río Lempa, arrasó a la población, que se extiende con cierta pendiente hacia las laderas aluviales del río principal. En sus mejores tiempos Antigua Ocotepeque, tenía calles y avenidas bien trazadas. Entre sus edificios públicos destaca su elegante y bien lograda iglesia de estilo neoclásico.

El 7 de junio de 1934, las calles y avenidas se convirtieron en causes de las embravecidas aguas del río Marchala. Sucedió un exceso de lluvias en la parte alta de las montañas, al acumularse esa cantidad de aguas, lodo, maderas y rocas, el desenlace fue fatal. Casi 500 compatriotas perecieron, cientos fueron evacuados, cuantiosas pérdidas materiales, y la floreciente ciudad quedó en ruinas.

De los edificios emblemáticos, solo quedó en pie la iglesia, como testimonio de calidad arquitectónica y que por cierto hasta hace cuatro años, se podían apreciar en sus cercanías enormes rocas arrastradas por la corriente. A la fecha, muchas casas están abandonadas, otras remodeladas y por dicha conservan su elegante estilo, de altas paredes de adobes, techos entejados y amplios corredores.

Las aguas del río Marchala, se extendieron hasta el antiguo cementerio público, que por la calidad de algunos de sus mausoleos, aún podría convertirse en un sitio de interés para estudiosos de la arquitectura provinciana. Ahí descansan olvidados ilustres hondureños, ante la indiferencia que a la postre se convierte en normativa estatal. Nada se ha hecho en Honduras por conservar nuestros cementerios, a sabiendas que a lo largo y ancho de nuestra geografía, tenemos ejemplos valiosos; en Tegucigalpa, Santa Lucía, San Antonio de Oriente, Cedros, Curaren. Danlí, Yuscarán. Trujillo en Colón y La Ceiba en Atlántida. Trinidad (Santa Bárbara), Gracias (Lempira), Antigua Ocotepeque, Corquín y Santa Rosa en Copán. Sin olvidar el significativo cementerio indígena del barrio de Gualmaca en Erandique, Lempira, entre otros.

Bajo el criterio de que la Antigua Ocotepeque había sufrido daños irremediables, las autoridades del Estado para ese entonces, trasladaron de forma temporal la cabecera al municipio de Sinuapa. El 17 de septiembre de 1935, las autoridades centrales dispusieron establecer la ciudad de “Nueva Ocotepeque”, en el extremo contrario del mismo valle de donde había sucedido la tragedia. Esta vez se tuvo precaución con los ríos próximos. Varias décadas después con la llegada de Villeda Morales a la presidencia, por decretó Legislativo en 1959 la ciudad paso a llamarse solo Ocotepeque.

Entre la ahora aldea de Antigua Ocotepeque y la ciudad de Ocotepeque, los vínculos históricos y culturales son evidentes, en parte por su proximidad. En la Antigua Ocotepeque, aún persisten elementos identitarios propios de la etnia Chortí, e incluso funciona la “Comuna de San Andrés”, ahí se aglutinan varias organizaciones indígenas, encargadas de fortalecer las prácticas culturales y por supuesto reclamar el legítimo derecho a sus tierras ejidales. Es necesario señalar que la mayoría de pobladores de la Antigua Ocotepeque, exhiben un amplio proceso de ladinización, situación que es aún más perceptible por su ubicación fronteriza.

Ocotepeque es una ciudad interesante, ahora localizada en un lugar seguro, tiene sin duda las calles y avenidas más amplias y mejor trazadas de Honduras. La ciudad ha experimentado leves cambios, en su censo poblacional, sus áreas de esparcimiento e incluso en su cobertura educativa Varios centros educativos de esta ciudad y alrededores tienen logros de excelencia académica.

Su actividad comercial es importante con mayor incidencia los fines de semana, donde parte de la carretera internacional que atraviesa la ciudad, se convierte en un espacio repleto de actividades, pero a pesar de que Ocotepeque está localizada en un sitio estratégico fronterizo, no se percibe mayor aprovechamiento. La ciudad más parece un lugar de tránsito o de simple dormitorio. Un colorido mercado muestra la capacidad emprendedora de nuestros productores, muchos granos, frutas y hortalizas se pueden ver en dicho mercado, ojalá las autoridades locales puedan seguir readecuando, de tal manera que puedan consolidar un centro comercial digno de la ciudad.

Resulta imprescindible cuidar las fuentes de agua, algunas tan cercanas a la ciudad ya lucen en estado deplorable, las excesivas aguas mieles y la cantidad de pesticidas han terminado con varios ciclos naturales. Es fundamental entusiasmar y organizar a los jóvenes en comités ambientales, para realizar campañas de reforestación constantes y que mejor si fuera utilizando plantas locales, para una mejor adaptación.

La iglesia de Ocotepeque

Es tan joven como la ciudad, se ubica a un costado del amplio y bien reforestado parque Central. Es una iglesia moderna y espaciosa. Ahí se organizan las celebraciones del patrón San José, reciente escultura de vestir elaborada en yeso guatemalteco. La feria inicia el 10 de marzo y concluye el 19, misma que culmina con desfiles de carrozas de diferentes barrios. Es una feria bullanguera, atractiva y con mucha participación de ciudadana. Con frecuencia se encuentran “achines” o puestos de ventas de comidas locales, otras procedentes de países vecinos.

“Casiano”, una tradición que debe fortalecerse

En varias comunidades de Honduras se acostumbra a dejar “ayote en miel” para las “almas benditas”. Actividad que en el occidente de Honduras se hace con mayor entusiasmo. En el caso de Ocotepeque un grupo de jóvenes que utilizan diversas máscaras, elaboran un muñeco de trapo, y lo pasean por algunos barrios mientras van pidiendo “ayote con miel”. Que significativo sería que los docentes de los centros básicos, estimularan la elaboración de monigotes de “Casiano”, de tal manera que la tradición, que solo se realiza en Ocotepeque, no desaparezca.

La Encarnación, San Fernando y San Jorge, se encuentran próximos y a pesar de que sus carreteras siempre están en pésimas condiciones, los productores de esos municipios han logrado trascender con el cultivo del café, incluso una exitosa cooperativa de La Encarnación, ya exporta a mercados internacionales.

Concepción, Sinuapa, Santa Fe, están próximos a la ciudad cabecera, Sinuapa por su cercanía luce bien e incluso conserva su antigua iglesia colonial. En las cercanías de Concepción (del Jute anteriormente) y en las riveras que modela el río Lempa a su breve paso por Honduras, los cultivos de cebollas son extensos. Santa Fe, a pesar de que tiene un casco urbano pequeño, se ve conservada y por la cercanía fronteriza es residencia de muchos “cambistas”. Ahí también destacan los extensos cultivos de cebollas y más en la aldea de Santa Anita, en la parte alta de ambos municipios igual se produce café de buena calidad.

Fraternidad y Dolores Merendón, ambos se ubican en la misma dirección, con escasos niveles de desarrollo, con accesos complicados, pero rodeados de exuberantes recursos naturales, que bien gestionados podrían convertirse en opciones turísticas.

La Labor, Sensenti y Lucerna, en las últimas décadas, han avanzado y sus centros urbanos ahora lucen adoquinados. En La Labor, destaca una Casa de la cultura que sin duda es producto de sus laboriosos habitantes. Difícil dejar de mencionar la vistosa aldea de Santa Lucía, singular población al pie de un conjunto de elevaciones, que con gran algarabía celebran a su patrona en diciembre. Sin duda es significativo el liderazgo de su sacerdote y el entusiasmo de sus líderes locales. En la región se reconoce a la aldea de Santa Lucía, por la variedad de panes que se elaboran; semitas de maíz blanco, quesadillas y pastelitos de piña entre otros.

Cada 20 de octubre se lleva a cabo en La Labor el Festival del Maíz, por lo que se preparan en días previos una serie de comidas como; Tamalitos, ticucos, atoles, entre dulces o chucos. Los vecinos participan adornando sus casas, con matas de maíz, olotes y tuzas coloridas. La casa mejor decorada tiene un premio que otorga la alcaldía y al final se recompensa con una fiesta bailable con música de marimba y se elige la “reina del maíz”.

La Labor, también realiza una festividad vinculante con el Día de los Muertos, y así nos lo cuenta la joven Gloria Ramírez “un grupo de hombres se disfrazan según su imaginación, y van recorriendo las principales calles, bailando y produciendo sonidos con trompetas y pitos. Llegan a la plaza central del pueblo y culminan eligiendo a “la reina de los ayotes”.

Sensenti, conserva una iglesia colonial dedicada a la virgen de la Candelaria, su fachada se orienta en dirección opuesta a su parque Central, extrañamente ahí se conserva un monumento al aventado marinero Cristóbal Colón. En el interior de la iglesia de Sensenti es urgente restaurar sus altares y algunas piezas únicas, que por supuesto deberían de estar resguardadas.

Cerca del casco urbano de Sensenti, se encuentra “la piedra campana”, denominada así por sus pobladores. En efecto, cuando se golpea dicha roca con otras más pequeñas, se produce el sonido en mención, por su interés y curiosidad “la piedra” debería de protegerse e incluirse como oferta turística.
Lucerna, igual se extiende sobre una planicie, su aspecto ha mejorado notablemente, tanto que la mayoría de sus calles se han pavimentado, tiene un bonito parque y al centro un monumento de una vistosa piña. Lucerna destaca a nivel nacional en la producción de piñas e incluso ahí se lleva a cabo un festival de la piña.

Su pequeña iglesia conserva retablos dedicados a San Pedro, son recientes y bien conservados, Desde hace algunos años viene funcionando una importante casa de la Cultura que conserva parte del patrimonio cultural del municipio.

San Francisco del Valle, anteriormente conocido como Chucuyuco, se localiza a un extremo de la planicie que forma el extenso valle de Sensenti. La frontera municipal entre San Francisco y San Marcos, por el río Suntulin. El Sile, Santa Teresa y Sinacar, son tres aldeas de San Francisco, que según los recuentos tienen una considerable producción de café.

Al juzgar por documentos de finales del siglo XIX. San Francisco, sufrió en varias ocasiones la embestida del cólera morbus, peste que transformó la geografía de numerosos pueblos de centroamericanos a mediados del siglo XIX, y que por cierto los conservadores de ese entonces, de manera irresponsable, señalaban a Francisco Morazán, de ser el culpable de dichas tragedias.

Es significativo, que la iglesia de San Francisco del Valle se encuentra a un extremo distante del casco urbano. En su parque Central un enorme “perico”, nos recuerda que Chucuyuco es el lugar de “Los Pericos”. Desde hace algunos años, se viene celebrando en San Francisco del Valle el “Festival de las Carretas”, en un claro homenaje a las personas que por años han utilizado las Carretas como fuente de trabajo. Solo que para esas fechas las Carretas son decoradas con flores productos locales.

Mercedes y San Marcos están unidos por una carretera de tierra en buen estado casi todo el año y de hecho los vínculos comerciales son evidentes. En las últimas décadas Mercedes ha logrado remozar gran parte de su casco urbano, su municipalidad, su parque central e iglesia de reciente creación, luce atractiva. El municipio de Mercedes lleva a cabo un importante “Festival del Café”, donde convergen incluso municipios aledaños, más allá de la frontera.

Belén Gualcho, su casco urbano muestra un relieve irregular, y se localiza a un costado de la empinada sierra de Celaque, parte del año permanece con neblina y sus vientos son fríos. Los vínculos comerciales de sus pobladores se acentúan más con las poblaciones de San Pedro Copán, Corquín, Cucuyagua y con la misma Santa Rosa de Copán. Figura como uno de los pueblos más antiguos de Honduras y tiene una iglesia emblemática, su fachada de estilo neoclásico, tres cúpulas que van en disminución de mayor a menor le sirven de bóveda. Estas cúpulas no se repiten en Honduras, algunos pobladores desde su visión religiosa, consideran “que ahí están representadas a las tres divinas personas”. Debo aclarar que las cúpulas que conforman la iglesia de Pespire en Choluteca son totalmente distintas en forma y tamaño. Los domingos en Belén Gualcho, son “mercados festivos”, pobladores de tradición lenca se aproximan a ofrecer una variedad de productos.

San Marcos su incidencia en la vida cultural del país

Surgió como una hacienda más allá del río Suntulin. Ocupa una magnifica planicie drenada por raudales que se desprenden de la parte alta de los cerros y montañas que le circundan, ahí destacan elevaciones como Colopeca y el emblemático cerro Negro, que abastece de agua a la ciudad.

Su pujante y diversa actividad comercial le permite condiciones favorables, tanto que destaca a nivel regional. Su infraestructura es notable y sus edificios públicos datan de finales del siglo XIX, tiempos en que se construyeron su Iglesia Católica y su palacio municipal. Valoramos que su instituto oficial “San Marcos”, destaque entre los primeros cinco colegios de alto rendimiento en Honduras. Numerosos intelectuales de renombre han nacido en San Marcos e incluso ahí, se siguen realizando los “Juegos Florales”, destacado certamen literario nacional. En San Marcos, el apoyo a la educación y el arte es constante, y por ello se recuerdan a grupos musicales como “La Marimba Regia” de 1934, “Arco Iris” en 1965, “Los Melódicos” de 1975. Grupos de teatro, coros musicales, equipos deportivos y organizaciones literarias siempre tienen espacios significativos en San Marcos.

Guisayote una reserva biológica escasamente valorada.

Es un lugar propicio por sus exuberantes bosques nublados a más de 2000 msnm, preciosos saltos de agua y un refugio de vida silvestre apreciable. Lamentablemente es el único sitio en Centroamérica, donde una carretera internacional atraviesa una Reserva Biológica, no se percataron los constructores de antaño, de él daño ecológico que iban a provocarle a dicho lugar, al alterar los ecosistemas. Aún están a tiempo las alcaldías que tienen dominios sobre la mencionada Reserva, para conservar, difundir y valorar con responsabilidad esa área tan significativa para el patrimonio natural del occidente de Honduras.

Es necesario pensar que Ocotepeque, es un departamento que cuenta con suficientes recursos naturales y enormes potencialidades que podrían insertarse en una economía más ambiciosa, capaz de dar respuesta y calidad de vida a sus pobladores. Es tiempo de aprovechar el enorme talento humano con que se cuenta en nuestros municipios.

Es urgente replantearse las alternativas turísticas de su cabecera departamental, y no seguir viendo la referida ciudad únicamente como un “tránsito obligado”. Hacen falta estrategias locales para valorar lo que se tiene, para apostarle a las distintas manifestaciones culturales, para fortalecer la presencia de las universidades públicas. Visibilizar a Ocotepeque en un plan estratégico a largo plazo, es fortalecer su identidad regional y asumir de una vez, que Ocotepeque también es Honduras.

San Rafael de las Mataras, febrero, 2018

*Director de Gestión Cultural en el Centro Universitario Regional de Occidente de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Docente investigador en la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán, en la ciudad de Santa Rosa de Copán. Historiador, realizó estudios de Antropología Cultural, en Salamanca, España. Ensayista y fotógrafo. Miembro de Número de la Academia de Geografía e Historia. Correo rubenga1934@yahoo.com

Fuente: hondudiario

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