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Natividad regresó para alegrar a los abuelos del Asilo en el Hospital San Felipe

Tegucigalpa, Honduras. 28-12-2017

Un total de 44 internos entre hombres y mujeres del Asilo de Inválidos del capitalino Hospital San Felipe volvieron a sonreír por la celebración de una Nochebuena, en compañía de la nueva familia que allí han encontrado.

Después de mucho tiempo la luz de la Navidad volvió a brillar para estos hondureños que en algunos casos han sido olvidados por sus familias y otros que se han quedado solos por distintas circunstancias.

Recibieron la Natividad con una fogata, almuerzo y en compañía de miembros de la iglesia San Isidro, quienes llegaron para compartir y alegrar la vida a estas personas de la tercera edad que no todas tienen la fortuna de ser visitadas por un amigo o un familiar.

También el centro de rehabilitación y Asilo de Inválidos ha cambiado mucho desde el 2016, cuando se le asignó un presupuesto anual para que se puedan cubrir las necesidades de los pacientes y las mejoras físicas del inmueble.

La titular del Asilo, Roxana Araujo, dijo que “ellos también tienen derecho y celebraron la Navidad y a sonreír, sobre todo. Disfrutaron de una cena y compartieron con un grupo que los visitó y después realizamos una fogata”.

Araujo agregó que “algunas instituciones trajeron donaciones y algunos pacientes recibieron visitas por parte de sus familias y les estamos preparando algo para la celebración de Año Nuevo”.

 

En el centro viven 44 personas y varias de ellas ya no se pueden levantar de sus camas, de forma que requieren de cuidados especiales.

CAMBIOS EN EL CENTRO
En el lugar se ha incrementado el número de médicos y enfermera que atienden a los pacientes que allí viven y a quienes llegan a diario para una consulta externa por distintas limitaciones físicas.

Los pacientes son atendidos por personas que deben de tener paciencia y amor a su profesión, ya que como es característica del centro se asisten personas inválidas y, por lo tanto, en algunos casos hay que cargarlas.

Pero con las transformaciones y la adquisición de nuevo equipo se ha facilitado la atención y el servicio que se les presta a estas personas, además que tienen nuevos equipos para atenderlos y medicamentos para cubrir las necesidades.

Muchas de estas personas de la tercera edad están sin poder levantarse de sus camas y hay que ponerles pañales desechables para que hagan sus necesidades, al igual que requieren cuidados y atenciones diferentes a los de los demás.

En el asilo ahora se cuenta con equipo de radiología para que los abuelos ya no tengan que salir a otro centro o tener que pagar para hacerse una radiografía, ya que algunos no cuentan con recursos económicos.

También tienen una sala de rehabilitación física con buen equipo técnico y humano que atiende a los abuelos y a un aproximado de 50 ó 60 personas que llegan a diario.

Para el próximo año se construirá un comedor comunitario, en el que se atenderá a las personas de la tercera edad que asisten a consulta al Hospital San Felipe y que no puedan comprar su comida.

 

Hay personas que llegan para hacer donaciones voluntarias a los pacientes del Asilo de Inválidos.

María Luisa Lagos: “Llegué porque vivía sola y sufrí accidente”

 

María Luisa Lagos se levanta muy temprano para hacerles el café a sus compañeras del Asilo de Inválidos del Hospital San Felipe.

María Luisa Lagos, originaria de Concepción de María, Choluteca, solo trajo al mundo a un hijo que murió, su esposo se fue para Estados Unidos, quedando sola y por eso tuvo que sobrevivir con las ventas de una “chiclera”, pero un accidente le terminó de cambiar la vida.

Ella llegó hace siete años al asilo después de que un vehículo la atropelló y la dejó con limitaciones para caminar y una amiga le ofreció ayuda para llevarla al centro y por su necesidad tuvo q

ue aceptar.

“Solo dos sobrinas me vienen a visitar cada 15 días, ellas viven aquí en Tegucigalpa. Y mi familia vive en el sur y no tiene dinero para estar pagando pasajes para venir a verme. Entonces, solo vienen una vez al año, pero yo les agradezco que se acuerden de mí”.

La señora que se levanta a las 5:00 de la mañana para hacerles café a sus compañeras, a quienes de a poco se ha ido acostumbrando.

“Aquí antes no nos celebraban, pero este año lo hemos disfrutado y recibimos la Navidad bien alegres y acompañados; cenamos y estuvimos en la fogata que hay en el kiosco y compartimos un buen rato con todos”, se alegró.

“Yos les digo a los jóvenes que se cuiden cuando salen a la calle, que valoren sus vidas y aprovechen su tiempo”, exhortó.  

Fuente: latribuna.hn

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