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San Pedro Sula, Honduras. 09.02.2017
Después de recibir clases en el viejo Instituto José Trinidad Reyes del barrio Los Andes, Ángel Ríos caminaba hasta la escuela de música Víctoriano López, en el otro extremo de la ciudad, con su violín bajo el brazo, pero iba feliz porque estaba aprendiendo lo que más le gustaba: sacarle melodiosas notas a su instrumento de cuerdas.
Su vocación por la música la descubrió a los seis años cuando su madre lo matriculó en la Escuela de Aplicación Musical sin siquiera preguntarle qué es lo que quería aprender. Sin embargo, en cuanto al cipote le dieron una flauta dulce con unas ligeras indicaciones, se dio cuenta que sacarle melodía era más fácil que la tabla del uno.
A los ocho años le dieron un violín, y desde entonces vive un eterno romance con este instrumento, con el que ha paseado el nombre de Honduras por el mundo. Cuando estudiaba en la Escuela de Música Victoriano López estuvo a punto de cambiar su instrumento preferido por el piano, motivado por una maestra teclista, pero su profesor de violín le advirtió que si lo hacía lo sacaría de la escuela.
No hubo otra alternativa que reconciliarse con su violín, aunque también siguió ejecutando el piano y la guitarra antes y después de graduarse como Bachiller en Música. Casi al mismo tiempo le dieron su título de Bachiller en Computación en el Reyes.
A Ángel no le gustó enfocarse solo en la música clásica.
Por haber estudiado en forma simultánea en ambos centros educativos, en su adolescencia no le quedaba más tiempo que para sus clases y las prácticas en la orquesta sinfónica en la que comenzó a los 13 años como voluntario. A los 17 años se hizo músico permanente.
Aunque en la escuela de música las enseñanzas iban dirigidas a la música clásica, a ángel Ríos le gustaba salirse del formato y mezclarla con ritmos populares como los de los garífunas.
También combina la música clásica con el Jazz desde que, a los 18 años, tuvo la oportunidad de estudiar este estilo con el maestro Sergio Suazo.
“He quitado el estigma de que el violín es un instrumento elitista”, comenta el artista nacido en San Pedro Sula.
Su versatilidad la puso de manifiesto en su primer disco Popol Sounds que incluye música folclórica y en especial la melodía Numala en la que mezcla el violín con ritmos garífunas.
El violinista toca además, tangos, jazz, boleros, folclore y los ritmos de las etnias garífunas.
Ese disco le abrió las puertas a festivales en Nueva Orleans, Brasil y Europa. “Es el más reconocido a nivel internacional porque para la gente de otros países eso es algo nuevo. Es otro condimento que se le pone a la música clásica, es como un violín del Caribe”, comenta Ríos, quien además es licenciado en arte con orientación en pedagogía.
Con su música ha logrado mostrarle al mundo la cara bonita de Honduras, pues en otras latitudes solo le hablaban del lado negativo del país, según refirió.
Ahora se prepara para llevar su banda Yankunú a Puerto Barrios, Guatemala, adonde ofrecerá un concierto en el que estará presente el presidente del vecino país, Jimy Morales.
Al respecto agrega que su violín no tiene estatus social porque ha tocado tanto para el pueblo como para presidentes y millonarios.
Fuente: laprensa.hn
