05.09.2025
La Compañía de Jesús en Centroamérica confirmó este viernes el fallecimiento del sacerdote hispano-salvadoreño José María Tojeira, S.J., a los 78 años, dejando un legado de servicio pastoral, defensa de los derechos humanos y compromiso con la justicia social que marcó profundamente la vida religiosa y académica de la región.
Nacido en 1947 en España, Tojeira inició su misión en Honduras en 1969 y en 1985 llegó a El Salvador, donde se convirtió en una de las voces más firmes en defensa de los pobres, los marginados y las víctimas de la violencia. Fue provincial de los Jesuitas para Centroamérica entre 1988 y 1995, rector de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) de 1997 a 2011 y director del Instituto de Derechos Humanos de la UCA (Idhuca) hasta 2020.
Su liderazgo fue crucial en los procesos judiciales contra los responsables de la masacre de los seis sacerdotes jesuitas y dos colaboradoras en la UCA, ocurrida en noviembre de 1989. Con valentía, acompañó a las familias y a la comunidad universitaria en la búsqueda de justicia, convirtiéndose en un símbolo de memoria histórica en El Salvador.
En el ámbito internacional, el padre Tojeira fue un referente en la promoción y defensa de los derechos humanos. En los últimos años, denunció la persecución y confiscación de bienes de la Compañía de Jesús en Nicaragua por parte del régimen de Daniel Ortega, manteniendo su voz profética en favor de la dignidad humana.
“La vida del padre Tojeira fue un testimonio de entrega al territorio centroamericano desde el apostolado social, el liderazgo provincial y universitario, el compromiso con la justicia y los derechos humanos y el acompañamiento pastoral”, destacó la Compañía de Jesús en su comunicado oficial.
Su partida genera hondo pesar en la comunidad religiosa, académica y social de Centroamérica. Quienes lo conocieron resaltan su coherencia, humildad y cercanía, así como su profunda espiritualidad inspirada en el legado de los mártires jesuitas de la UCA.
El padre José María Tojeira deja una huella de esperanza y de lucha por un mundo más justo y humano. Su memoria seguirá viva en quienes lo escucharon, lo acompañaron y lo consideraron un faro de integridad y compromiso ético.