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Los astronautas varados en el espacio pueden respirar tranquilos. Hace 10 años la NASA cambió su futuro en el último minuto

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El fin de semana tuvo lugar el lanzamiento de la misión Crew-9 de SpaceX. Dicho de otra forma, los astronautas de la Starliner de Boeing ya cuentan con una nave de regreso (en camino) para volver a casa, si nada se tuerce, hacia el mes de febrero del próximo año. Sin embargo, lo que parece que finalmente va a terminar meridianamente bien, podría haber sido muy distinto. De hecho, hace exactamente una década, la NASA estaba a una firma de cambiarlo todo.

Uno o dos contratos. Eso lo sabemos ahora gracias a Eric Berger (de ArsTechnica), y su libro Reentry: SpaceX, Elon Musk and the Reusable Rockets that Launched a Second Space Age. Algunos extractos interesantísimos de su obra han salido a la luz a través del medio donde trabaja. Por ejemplo, ahora sabemos que la NASA estuvo muy cerca de firmar con una sola empresa su Programa de Tripulación Comercial.

Y sí, esa empresa era Boeing, por lo que, viendo como han ido las cosas desde entonces, la decisión casi en la “foto finish” de añadir a la compañía de Elon Musk se antoja como histórica.

El fracaso de Starliner. El 5 de junio, despegaba la Starliner de Boeing con los astronautas de la NASA Butch Wilmore y Sunni Williams para «un paseo» relativamente corto. Sin embargo, la nave permaneció acoplada a la estación espacial durante tres meses mientras los equipos en tierra debatían si devolver o no a la tripulación a bordo de la Starliner con problemas.

Durante su viaje a la ISS, cinco de los propulsores de la nave espacial fallaron y desarrolló cinco fugas de helio, una de las cuales se identificó antes del despegue. Finalmente, y tras muchos debates, la NASA acuerda regresar la Starliner sin tripulación y traer de regreso a los astronautas a bordo de la nave espacial Dragon de SpaceX.

Hace 10 años. Obviamente, ahora tenemos datos que hace una década no se podían prever, pero considerando cómo resultaron las cosas, elegir a Boeing como su único socio comercial habría sido una decisión terrible por parte de la NASA. En ese momento, sin embargo, Boeing era la opción más confiable, mientras que SpaceX, liderada por Elon Musk, era un recién llegado que aún no había tenido la oportunidad de demostrar su valía.

Ocurrió en 2014, y en ese momento de la historia espacial la NASA andaba dándole vueltas a un contrato que iba a definir la carrera espacial los próximos años. En juego: el contrato como parte del Programa de Tripulación Comercial de la agencia espacial para desarrollar naves espaciales capaces de transportar tripulación y carga a la ISS.

La intrahistoria. Al parecer y según cuenta Berger, los funcionarios de la NASA se inclinaban claramente por Boeing hasta el punto de tener los contratos redactados dándole todo el presupuesto de la agencia para tripulación comercial, y dejando fuera de la ecuación a SpaceX. En el libro, las fuentes cuentan que, durante una reunión de asesores de vuelos espaciales y altos funcionarios de la NASA, la mayoría eligió a Boeing sobre SpaceX.

Había otra razón puramente económica, por supuesto. La NASA también había decidido otorgar un contrato a una sola empresa en lugar de dos debido a su ajustado presupuesto. Como contó al escritor, Phil McAlister, director del programa de tripulación comercial de la NASA, «realmente no teníamos el presupuesto para dos empresas en ese momento. Nadie pensó que íbamos a otorgar dos. Siempre decía: ‘Una o más’, y la gente me miraba con desdén».

Boeing “excelente”, SpaceX, no tanto. Hoy sabemos que los contratos fueron a parar a las dos empresas, pero estuvo muy cerca de no ser así. Al parecer, una junta de evaluación calificó a las empresas en función del precio, la idoneidad para la misión y el desempeño anterior. SpaceX tenía una oferta más baja de 2.6 mil millones de dólares, mientras que Boeing pidió 4.2 mil millones de dólares.

En cuanto a las otras dos categorías, Boeing superaba con creces a SpaceX. Boeing recibió una calificación de “excelente” por su idoneidad para la misión, es decir, por su capacidad evaluada para transportar con seguridad a la tripulación hacia y desde la ISS, mientras que SpaceX recibió una calificación de “muy buena”. Además, Boeing también obtuvo una calificación de “muy alta” en función de su desempeño anterior, mientras que SpaceX recibió una calificación de “alta”.

Cambio en el último minuto. Cuando todo estaba listo para firmar ese único contrato con Boeing, ocurrió algo que lo cambió todo. Berger explica que la negativa de Boeing a realizar una prueba en vuelo del sistema de aborto de Starliner (propulsores diseñados para impulsar el vehículo si el cohete falla durante el lanzamiento) se convirtió en un factor crítico.

¿Por qué? Boeing solo admitía realizar una prueba de dicho sistema en tierra, lo que llevó al jefe de seguridad y garantía de la misión de la NASA a considerar la oferta de la empresa como insatisfactoria. Además, la oferta de SpaceX tenía un precio de venta más bajo, lo que hizo posible que la NASA considerara elegir a las dos empresas en lugar de una por lo que pudiera ocurrir.

De hecho, y como decíamos al inicio, el libro cuenta que la decisión fue tan reñida que la NASA tuvo que reescribir su contrato de tripulación comercial para incluir a ambas compañías después de haber redactado uno que solo nombraba a Boeing. Es difícil imaginar cómo habrían resultado las cosas si la NASA solo hubiera elegido la Starliner de Boeing para transportar a sus astronautas a la órbita terrestre, pero es fácil pensar que ahora mismo más de una persona estaría en el paro.

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