Para algunos países el pulso que están echando EEUU y China representa una oportunidad. Una oportunidad enorme. Singapur, Malasia y Vietnam son los tres países que mejor pueden complementar la actividad industrial de Taiwán en el ámbito de la industria de los semiconductores, y, llegado el momento, incluso, ocupar su lugar. Los tres tienen un grado de desarrollo industrial y social adecuado para que los fabricantes de circuitos integrados refuercen su presencia en ellos.
India, por su parte, se postula para arrebatar a China su posición hegemónica como fábrica del planeta. Sus capacidades económica, industrial y técnica están fuera de toda duda, y las grandes tecnológicas llevan años reforzando sus posiciones en el que ya es el país más poblado de la Tierra. Apple, Amazon, Google o Microsoft son algunas de las compañías que están incrementando su presencia en este competitivo país asiático. No obstante, hay otro estado que acaba de meterse en esta liza. Uno con mucho potencial.
Los recursos económicos de Arabia Saudí nos invitan a tomarnos su candidatura en serio
Arabia Saudí es el mayor exportador de petróleo del planeta. Tiene la segunda mayor reserva conocida de crudo y la quinta mayor reserva de gas natural, lo que lo ha consolidado como una de las mayores potencias económicas. Actualmente su economía depende profundamente del petróleo. Esta industria sostiene el 40% de su producto interior bruto y el 90% de los ingresos obtenidos por las exportaciones, por lo que es evidente que necesita diversificar su economía en previsión de la muy probable pérdida de relevancia a medio plazo del petróleo.
En 2016 el Gobierno saudí puso en marcha el plan «Saudi Vision 2030» para diversificar su economía y reducir su profunda dependencia del petróleo
En 2016 el Gobierno saudí puso en marcha un plan conocido como «Saudi Vision 2030» que perseguía diversificar su economía con el propósito de reducir su profunda dependencia del petróleo, y, en menor medida, del gas natural. Su finalidad era lograr su objetivo desarrollando otros sectores que a priori tenían un gran potencial, como el turismo, el entretenimiento, la educación o la salud. Sin embargo, desde entonces la dependencia de su economía del petróleo apenas se ha visto alterada, por lo que este plan está aún lejos de alcanzar su propósito.
Esta es la razón por la que probablemente el Gobierno saudí acaba de dar un giro de timón. Y es que el príncipe Mohamed bin Salmán, que ejerce como Primer Ministro del país y también como presidente del Consejo de Asuntos Económicos y de Desarrollo, ha anunciado la creación de una compañía pública conocida como Alat. Su propósito es conseguir que esta empresa se consolide como un centro de producción global especializado en tecnología avanzada y electrónica, y para lograrlo el Gobierno planea dar empleo en 2030 a 39.000 personas.
El Gobierno saudí por el momento no ha precisado cuál será la envergadura de la inversión pública que pretende llevar a cabo para consolidar el negocio de Alat, pero ha anticipado que espera que esta compañía contribuya en 2030 al producto interior bruto del país con un montante de 9.300 millones de dólares. No obstante, sabemos algo más: Alat persigue ofrecer sus servicios de producción de tecnologías avanzadas a las multinacionales extranjeras. Como hemos visto, su propósito es afianzarse como un centro internacional de fabricación que se sostendrá sobre fuentes de energía limpias, lo que le llevará a competir de tú a tú con China, Taiwán, Japón o Corea del Sur.
A priori puede parecer exagerado prever que Arabia Saudi vaya a competir en un plazo de tiempo tan breve con estos pesos pesados, pero es lo que pretende. De hecho, uno de los pilares de su negocio será el diseño y la fabricación de semiconductores de vanguardia. También aspira a desarrollar el negocio de Alat en otros sectores de la industria de la tecnología, como son los dispositivos inteligentes, los aparatos que nos permiten monitorizar la salud, la creación de infraestructuras digitales o la construcción de edificios inteligentes. No cabe duda de que es un plan ambicioso que probablemente no va a ser fácil de ejecutar, pero este país tiene algo valioso a su favor: unos recursos económicos cuantiosos.