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El fiasco de la primera misión lunar de México: cómo un uso pionero de micro-robots se perdió en el camino

Micro-robots de la misión espacial COLMENA de México a la Luna

A bordo del módulo Peregrine, que falló ayer de camino a la Luna, había cinco diminutos robots fabricados en México. La novedosa misión COLMENA pretendía desplegarlos en la superficie del satélite, pero la suerte no acompañó.

COLMENA era una misión pionera en la prueba de micro-robots autónomos en el espacio, y un hito para el desarrollo de tecnología espacial en México.

Los robots con ruedas, parecidos a unas roombas diminutas, estaban hechos de acero, titanio y aluminio. Medían 12 centímetros de diámetro y pesaban apenas 57 gramos. Como otros rovers a bordo del módulo Peregrine, fueron diseñados para resistir las vibraciones del lanzamiento y los efectos de la radiación espacial de camino a la Luna, especialmente al atravesar los anillos de Van Allen.

Su particularidad era su tamaño. «Nadie había hecho micro-robots tan chicos para llevar al espacio como estamos haciendo nosotros», explicaba Gustavo Medina Tanco, líder de la misión en el LINX, el Laboratorio de Instrumentación Espacial del Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM.

Los cinco robots viajaban dentro de un dispositivo de despliegue y comunicaciones llamado TTDM (Telemetry, Telecommunication, and Deployment Module). La idea era que el TTDM catapultara los robots hacia la superficie lunar uno o dos días después del alunizaje del Peregrine, cuando el polvo agitado por el alunizaje se hubiera asentado y los demás rovers se hubieran alejado.

Micro-robots COLMENA de la misión lunar de México

Una vez en el suelo lunar, los robots autónomos, alimentados por la energía de sus pequeños paneles solares, se activarían y comenzarían a buscarse mutuamente para agruparse. A continuación, recorrerían la superficie tomando muestras del regolito lunar, los granos finos de polvo que resultaron sorprendentemente abrasivos para el rover y los trajes espaciales de las misiones Apolo en los años 70.

Con una perspectiva privilegiada debido a su escaso tamaño, los robots se centrarían en la capa más fina de regolito, que levita a unos 20 cm del suelo de la Luna. «Su estudio es vital para conocer la viabilidad de construir estructuras en la Luna utilizando enjambres de robots auto-organizados», explicaba la UNAM. También para saber si el regolito funciona como recurso para producir oxígeno.

El prematuro final del módulo Peregrine

El módulo Peregrine fue lanzado con varias cargas científicas y comerciales a bordo como parte de la misión CLPS-1 de la NASA. El aterrizador lunar se lanzó al espacio en el nuevo cohete Vulcan Centaur de United Launch Alliance, pero el fallo ocurrió después del lanzamiento, al utilizar sus propios propulsores en órbita.

Astrobotic, la empresa estadounidense que opera el módulo Peregrine, ha confirmado que el fallo en el sistema de propulsión causó una pérdida crítica de combustible que hace imposible el alunizaje. La nave seguirá operando durante 40 horas antes de quedarse definitivamente sin combustible. El viaje a la Luna requería al menos un mes.

Miembro de los Acuerdos de Artemisa, México había encontrado una manera de destacar en esta primera misión de cargas comerciales a la Luna: la nanotecnología. 250 alumnos de ingeniería de la UNAM participaron en COLMENA, que también recibió el apoyo de la Agencia Espacial Mexicana.

Gustavo Medina, líder de COLMENA, dijo que formar parte de la misión era de por sí un éxito, y que el equipo está construyendo ya la segunda tanda de robots.

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