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La neurociencia aclara uno de los grandes dilemas en los juicios por violación

violación

No es no. Y la ausencia de un sí también es un no. Cuando se trata de violaciones, se hace mucho hincapié en lo primero, pero lo segundo sigue generando dudas. Generalmente, la resistencia de una persona a mantener relaciones sexuales se interpreta como un no. ¿Pero qué pasa si queda inmóvil y no emite ninguna resistencia? Esto es algo que se ha discutido mucho, sobre todo a nivel mediático, pero en algunas situaciones también a nivel legal. Por eso, un equipo de científicos del University College London ha llevado a cabo un estudio dirigido a demostrar a nivel neurológico que es el miedo el que paraliza a esas víctimas. No el consentimiento.

En su estudio, publicado en Nature Human Behaviour, ponen como ejemplo el caso R v Lennox, que tuvo lugar en Australia en 2018. Durante el juicio, el jurado defensor preguntó a la víctima por qué se quedó congelada durante la agresión, intentando demostrar así, que al no oponerse, no hubo violación, sino una relación consentida. En España tenemos mucho más cercano el ejemplo de la Manada, con el que también se puso en duda que la víctima se opusiera a la violación en grupo.

Con el objetivo de defender a las víctimas, se suele argumentar que se congelan por miedo a ser atacadas con más violencia. Pero en realidad hay algo más. Puede que eso influya; pero, sobre todo, es su cerebro el que les quita la voluntad. Se trata de una reacción involuntaria que tiene lugar en otros animales cuando se sienten muy amenazados. Pero veamos en qué consiste.

Cuando el cerebro se apaga durante una violación

Antes de empezar a hablar de este estudio, vale la pena tener en cuenta sus limitaciones, reconocidas por los propios autores.

Como es lógico, una violación es un delito, de modo que no se puede estudiar en humanos. Sí se puede ver cómo cambia el cerebro de una persona durante una relación sexual consentida. Hay muchísimos estudios que lo hacen. Pero no durante una violación.

Por eso, la investigación se ha llevado a cabo en animales sometidos a amenazas. Aun así, los resultados son muy significativos y sus autores insisten en que deberían tenerse en cuenta. Ahora bien, ¿qué es lo que dicen esos resultados?

Básicamente, analizan lo que ocurre en el cerebro durante una amenaza. Se sabe que muchos animales, entre ellos los humanos, cuando se ven sometidos a una amenaza, entran en lo que se conoce como respuesta de lucha o huida. Es decir, su cuerpo se prepara para enfrentarse a ese peligro o salir corriendo. La energía del cuerpo se dirige sobre todo a los músculos de las extremidades, que se tensan y hormiguean, aumenta la frecuencia cardíaca y respiratoria, se relajan los esfínteres, se incrementa la sudoración…. Todo esto, cuando se lleva al extremo, es lo que los humanos conocemos como ansiedad. Ahí deja de ser una respuesta evolutiva y se convierte en un problema que debe tratarse. ¿Pero qué pasa si la amenaza es aún más grande?

En ese caso se ha visto que los animales quedan petrificados. De hecho, en algunas ocasiones parece incluso que están muertos. Es ventajoso; pues, por ejemplo, podría ayudarles a pasar desapercibidos ante un depredador. 

Al analizar la investigación neurológica sobre este tipo de respuesta, se ha visto que se debe a que se bloquean los circuitos neuronales responsables del control voluntario sobre el cuerpo. Dicho de otro modo, el cerebro se apaga para que no puedan moverse.

Cerebro, IA, inteligencia artificial

¿Qué tiene que ver todo esto con una agresión sexual?

Ya hemos visto que en humanos y otros animales las respuestas que llevan a  la ansiedad son muy similares. Por eso, cabría esperar que la respuesta ante una amenaza extrema también sea parecida.

Además, según cuentan los autores de este estudio en un comunicado, las encuestas realizadas a víctimas de violación indican que el 70% se sintieron congeladas, incapaces de moverse o incluso de llorar. Es exactamente lo mismo que le ocurre a otras especies animales.

Por eso, debería tenerse en cuenta en los juicios esta explicación neurológica. Si una víctima de violación no se mueve no es porque esté dando su consentimiento. Es porque está tan extremadamente asustada que su cerebro le impide moverse. Bastante horrible debe ser este sentir un terror que te petrifica, como para además tener que dar explicaciones por ello. Empecemos a tener más en cuenta a nuestro cerebro.

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