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Los okupas del reino animal

Un cangrejo ermitaño se protege en una caracola

 

El comensalismo, a diferencia del parasitismo o del mutualismo, es una asociación biológica entre dos organismos que viven juntos en la que uno de los ‘comensales’ sale beneficiado sin perjudicar al otro.

Clásicamente el comensalismo puede ser de tres tipos: foresis, inquilinismo y metabiosis. En la foresis hay una especie, la de menor tamaño, que se aprovecha de otra para ser transportada. El inquilinismo consiste, básicamente, en que una especie se refugia dentro o encima de otra, y la metabiosis radica en que una especie se aprovecha de alguna sustancia de desecho de otra especie.

Tenemos muchos ejemplos de comensalismos en el reino animal, desde las moscas que colocan sus huevos en los cadáveres de otros animales para que sus larvas pueden alimentarse hasta garzas que se alimentan de los insectos que rodean a los rebaños de ungulados pasando por las anémonas que usan las conchas de los mejillones sin provocarles ningún problema para su salud.

Sube que te llevo

De todos los tipos de comensalismo, quizás, el menos conocido sea el de foresis, un término que procede del griego ‘phoresis’ que significa transporte. De esta forma, podemos distinguir el foronte u organismo forético, que es el animal transportado, y el hospedador, que es el organismo transportador, el chófer.

Entre los organismos que realizan la foresis tenemos al ácaro Macrocheles muscaedomesticae que se une a la mosca Drosophila hydei, a la avispa Trichogramma evanescens que se adhiere al ojo de la mariposa de la col (Pieris brassicae) o a algunos ácaros que se unen a la mosca Calliphora vicina.

En el año 2011 un grupo de investigadores de la Universidad de Manchester descubrió uno de los casos más antiguos de foresis de los que se tienen noticia. Fue en el ámbar del Báltico, una resina fosilizada que actúa a modo de cápsula del tiempo. Allí se descubrió in fraganti a un fósil de ácaro de menos de doscientas micras de tamaño que vivió hace unos cuarenta y nueve millones de años usando a una araña como taxi biológico.

Sin contrato de alquiler

Entre los ejemplos más conocidos de inquilinismo están las ardillas y los árboles. Estos roedores se alimentan de semillas, frutos y de la corteza de los árboles, además de construir en ellos sus hogares. Los árboles no sufren ningún daño de su improvisado ‘okupa’ pero tampoco reciben ningún beneficio a cambio.

En cuanto a la metabiosis, también llamada tanatocresis, hay algunas especies que utilizan restos de organismos muertos en su propio beneficio. Uno de los ejemplos más curiosos es el cangrejo ermitaño o cangrejo soldado (Eupagurus bernhardus) que se refugia y protege en las conchas vacías de los caracoles.

Dado que estos cangrejos no tienen exoesqueleto tienen que buscar un ‘refugio abandonado’ para resguardar su cuerpo y vencer su vulnerabilidad biológica frente al ataque de los depredadores.

La verdad es que un molusco instintivamente hábil ya que a medida que va creciendo se va adaptando a las conchas de gasterópodos muertos, busca hogares más confortables y acordes a su nuevo tamaño. Para evitar pedir su hogar el cangrejo tiene que enrollar su abdomen dentro de la espiral y con la ayuda de un apéndice abdominal -pleópodo- se agarra a la columela central de la concha.

Pedro Gargantilla es médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y autor de varios libros de divulgación.

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