El mundo cripto ha sufrido estos días unas caídas como no se veían desde el denominado ‘invierno cripto’ de 2018, el momento en el que, después de que el valor de Bitcoin tocara un techo de 20.000 dólares en las navidades de 2017 acaparando con ello la atención y el dinero de numerosos pequeños inversores, se desplomó hasta quedarse en apenas 3.000 dólares durante 2019.
Bitcoin, Ethereum y la totalidad de las principales criptomonedas han tenido caídas desde el 50 y el 80% en su valoración con respecto a sus máximos, un crash especialmente llamativo por la implosión que ha sufrido en particular el ecosistema Terra, cuyo token Luna ha pasado de 120 dólares a 0 en cuestión de días después de que su stablecoin, UST, perdiera la paridad con el dólar.
Son muchos los factores que pueden estar tras esta caída, y de hecho lo que parece claro es que no puede verse como un contexto simple. En las siguientes líneas, repasamos algunos de los factores que nos han llevado hasta aquí.
Cripto mainstream 2.0
Aquel primer crash de 2018 pilló a la primera gran oleada de inversores que empezaban a escuchar de qué iba aquellos de las criptomonedas y el blockchain. El camino por el desierto de bitcoin —la tomaremos como referencia por su función de arrastre sobre todas las demás— finalizó con la pandemia por COVID-19, momento en el que alcanzó la cima de los 60.000 dólares para después caer hasta los 35.000 y recuperarse de nuevo, hasta en noviembre de 2021 alcanzar los 68.000 dólares.
Apenas unas semanas antes de que se alcanzara ese nuevo pico, la empresa de compra y venta de criptomonedas Crypto.com lanzaba un anuncio con Matt Damon equiparando a los inversores —o especuladores— cripto con exploradores, alpinistas y astronautas.
Por el camino, los últimos dos años han sido los de decenas de canales de Youtube y cuentas de Twitter alentando a la inversión en criptoactivos, la eclosión de los NFT y sus estafas y el debate disperso sobre hacia dónde va la supuesta web3. En pocas palabras, un huracán de optimismo para muchos pero, sobre todo, de apertura a cada vez más y más público y con nuevas vías. Tal y como pasó en 2017, pero amplificado.