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Honduras ante una “situación crítica” de no alcanzar índices aceptables de matrícula

Tegucigalpa,Honduras  domingo 13 marzo 2022

Honduras inició un nuevo año lectivo con nuevas autoridades y la misión de recuperar todo el tiempo perdido, luego del impacto de la pandemia de Covid-19 en el sistema educativo nacional.

La pandemia solo dejó al descubierto la fragilidad de la educción en el país centroamericano, y para este 2022 la meta es regresar los educandos a las aulas de clase, después de dos años de clases remotas, donde nunca hubo una estrategia clara y más bien se advierte de un atraso escolar.

Según el último informe de la Secretaría de Educación, alrededor de un millón de niños se encuentran matriculados en el sistema público de Honduras.

La matrícula escolar en el año 2019, antes de la pandemia, fue de 1.8 millones de estudiantes, para este año se pretende lograr 2.4 millones de estudiantes adheridos al sistema de educación nacional.

De no alcanzar la cifra, Honduras estaría ante una “situación crítica”, en asuntos formativos y niveles académicos, advierten expertos.

Las autoridades buscan animar a los padres de familia para continuar con los procesos de matrícula, ya que un déficit podría dejar consecuencias muy graves para el país en las próximas generaciones.

Para incentivar la matrícula escolar se redujeron al mínimo la cantidad de requisitos para facilitar el proceso. La compra de uniforme o la presentación de boletas de años anteriores ya no son obligatorias, si lo es la presentación de la Partida de Nacimiento del menor, la cual se puede solicitar por internet.

Consecuencias latentes


Pese a los esfuerzos, la amenaza de abandono escolar y sus consecuencias son latentes.

A corto plazo un proceso de matrícula baja de estudiantes en el sistema educativo “está minimizando las posibilidades generacionales de desarrollo de toda una masa de estudiantes”, y de una generación que está “en proceso de formación”, expuso a Hondudiario, Mauricio Valladares, Coordinador Nacional de Incidencia de World Vision.

Lo anterior, a mediano y largo plazo “definitivamente” tendrá “consecuencias negativas” para la cadena de desarrollo y productividad del país, enfatizó.

Valladares señaló que muchos de los estudiantes al no matricularse prácticamente entran a un proceso de abandono escolar y “son potenciales niños y niñas que pueden ser coartados por el crimen”, la violencia e inseguridad, y muchos también deciden u optan por la migración irregular.

Además, a largo plazo las consecuencias o connotaciones negativas también son muy preocupantes, porque la brecha que “existe en el país en este momento” sobre una comprensión analítica, lectora y matemática en los niños, “también se amplía”, añadió.

“Estaríamos nosotros ante una situación crítica de una poca población escolar que está continuando con sus estudios”, advirtió.

 Varios factores

Para Valladares, pueden existir varios factores influyentes en la baja matricula o que alimenten la deserción escolar.

La fuente abordada por este medio de comunicación, enumeró que, en primer lugar, el temor de los padres con respecto a enviar a sus hijos nuevamente a los centros educativos puede ser uno de esos factores, porque después de dos años de pandemia, es lógico que los padres de familia tengan un miedo, ante un riesgo considerable de que puedan contagiarse por el Covid-19, debido a la poca lucidez en las estrategias para garantizar un retorno seguro.

El especialista en temas educativos recordó que “la pandemia todavía existe”, y se percibe que las nuevas autoridades están identificando algunas debilidades para abordar o asegurar un retorno seguro de los niños a las aulas de clase.

En segundo lugar, consideró que también hace falta una mayor difusión de una campaña para asegurar que los niños puedan ser matriculados por los padres de familia, “sin temor a que ellos puedan contagiarse”.

Asimismo, coincidió en que luego de dos años y al recibir clases de forma virtual, esto pudo generar un sentimiento de comodidad en los padres y estudiantes, para evitar volver a la presencialidad.

Después de dos años de una situación de un proceso educativo remoto, Valladares propuso un apoyo de asistencia psicosocial para poder abordar esa comodidad y confianza derivada del confinamiento.

 

Miedo al COVID

Sin embargo, reiteró que, si bien es cierto que pudiese existir algún elemento de comodidad, “yo creo que el aspecto que más pesa pudiese ser el temor a contagiarse, tener el riesgo de que los niños puedan tener alguna complicación”.

Por lo tanto, acotó que existe una estrategia de vacunación pediátrica para menores y los padres deben llevar los niños a inocularse, teniendo en cuenta que muchos de los niños de 5 a 11 años de edad solo tiene una dosis.

Este “también puede ser un elemento a considerar en el sentido de que los padres tengan una reserva o traten de esperar a la segunda vacuna, una segunda dosis para enviar a sus hijos a las aulas”, mencionó.

Otro aspecto a considerar, sobre todo en el área rural, es que muchos infantes se dedicaron a colaborar con el ingreso familiar, en dejar la escuela por el impacto negativo de la pandemia en las finanzas familiares, obligándolos a desarrollar actividades para el sustento de sus hogares.

Con base en estos elementos, Valladares puntualizó que se debe profundizar o fortalecer la estrategia para regresar los niños a las aulas de clases, no solamente en comunicación, también con los padres de familia, promoviendo y facilitando un proceso de matrícula en donde las partes se sientan cómodas y seguras de que hay protocolos para un retorno seguro.

Fuente: La Tribuna

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