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Nuevas pruebas alertan de que la Tierra puede volcarse sobre su eje

Primera fotografía del planeta Tierra tomada por humanos (1968).

Nuevas pruebas acreditan una inclinación planetaria en el pasado de la Tierra, en la que la capa exterior sólida del planeta pudo tambalearse o incluso volcarse en relación con el eje de rotación.

La nueva investigación publicada en ‘Nature Communications’, dirigida por el Earth-Life Science Institute (ELSI), explica las condiciones en que se llegó a producir el fenómeno conocido como ‘desplazamiento polar’: el movimiento de un polo en relación con un marco de referencia fijo.

La explicación científica

La Tierra es una bola estratificada, con un núcleo interno de metal sólido, un núcleo externo de metal líquido y un manto sólido y una corteza predominante en la superficie en la que vivimos. Todo esto gira como una peonza, una vez al día. Debido a que el núcleo externo de la Tierra es líquido, el manto y la corteza sólidos pueden deslizarse sobre él. Las estructuras relativamente densas, como las placas oceánicas subductoras y los volcanes masivos como Hawai, prefieren estar cerca del ecuador.

A pesar de este desplazamiento de la corteza, el campo magnético de la Tierra es generado por corrientes eléctricas en el metal líquido de convección Ni-Fe del núcleo exterior. En escalas de tiempo prolongadas, el desplazamiento del manto y la corteza suprayacentes no afecta el núcleo, porque esas capas de roca suprayacentes son transparentes al campo magnético de la Tierra. Por el contrario, los patrones de convección en este núcleo externo se ven obligados a bailar alrededor del eje de rotación de la Tierra, lo que significa que el patrón general del campo magnético de la Tierra es predecible, extendiéndose de la misma manera que las limaduras de hierro alineadas sobre una pequeña barra magnética.

Por lo tanto, estos datos brindan información excelente sobre la dirección de los polos geográficos norte y sur, y la inclinación da la distancia desde los polos (un campo vertical significa que estás en el polo, horizontal nos dice que estaba en el ecuador). Muchas rocas registran la dirección del campo magnético local a medida que se forman, de la misma manera que una cinta magnética graba su música. Por ejemplo, los diminutos cristales del mineral magnetita producida por algunas bacterias en realidad se alinean como pequeñas agujas de una brújula y quedan atrapados en los sedimentos cuando la roca se solidifica. Este magnetismo «fósil» se puede utilizar para rastrear dónde se desvía el eje de rotación en relación con la corteza.

«Imagínese mirar la Tierra desde el espacio», explica en un comunicado el autor del estudio Joe Kirschvink, del Tokio Institute of Technology’s Principle, donde radica el ELSI. «El verdadero desplazamiento polar se vería como si la Tierra se inclinara de lado, y lo que en realidad está sucediendo es que toda la capa rocosa del planeta (el manto y la corteza sólidos) gira alrededor del líquido, núcleo externo.» Aunque los científicos pueden medir el verdadero desplazamiento polar que ocurre hoy en día con mucha precisión con satélites, los geólogos aún debaten si se han producido grandes rotaciones del manto y la corteza en el pasado de la Tierra.

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