Tegucigalpa,Honduras domingo 29 agosto 2021
***Lloró de hambre y sed tras pasar la frontera en una balsa y rogó para poder quedarse, pero a su padre y a él los devolvieron a México. Ahora, de vuelta en EE.UU. “con los papeles en la mano”, la alegría lo desborda.
El niño hondureño Anderson Hernández cruzó la frontera de México con Estados Unidos desconsolado: lloraba de hambre y sed. Después de ser enviado a México el mes pasado, este martes volvió a pisar suelo estadounidense, aunque esta vez con una sonrisa grande y mostrando los papeles en la mano de su padre que acreditaban su estadía legal en el país.
“Vengo aguantando hambre del camino”, dijo el niño de 8 años a un periodista de Noticias Telemundo que lo entrevistó recién acababa de bajar de la balsa que lo había llevado a través del Rio Grande en la segunda quincena de julio.
“¿Cuántos días no comiste Anderson?”, preguntó el corresponsal Edgar Muñoz.
“Toditos los días que vengo caminando y aguantando hambre”, contestó el menor con la mirada clavada en el suelo mientras resbalaban lágrimas sobre sus mejillas.
Dijo que en su natal Honduras ya no había nada para él. Su madre había muerto ocho meses antes al dar a luz a su hermana, quien tampoco sobrevivió al parto. Por lo que su padre, Reinaldo Hernández, y él apostaron su suerte a una nueva vida en Estados Unidos, lejos de la pobreza y la violencia que plagan buena parte del país centroamericano.
Desilusionados, se instalaron en un campamento para migrantes en Reynosa, Tamaulipas, donde había más de 3,000 personas en una situación similar a la suya. Los primeros días durmieron en el suelo bajo las carpas de la plaza.
Luego llegaron a un albergue, ‘Senda de vida’. Allí, Reinaldo Hernández consiguió ayuda para enviar una solicitud a las autoridades migratorias de Estados Unidos para que consideraran su caso de asilo en el lado estadounidense de la frontera.
Fuente: hondudiario