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Isidra Sabio, la primera mujer garífuna egresada del Zamorano

Tegucigalpa,Honduras martes 20 abril 2021

Con motivo del mes de la “Herencia Africana en Honduras” (12 de abril/Bicentenario+24), platicamos con la ingeniera Isidra Sabio, la primera mujer garífuna egresada de la Escuela Agrícola Panamericana Zamorano e hija del primer hombre negro graduado ahí mismo, el hondureño Isidro Sabio Cacho, en 1970. Actualmente, Isidra es investigadora médica en una de las universidades más importantes de Carolina del Norte y vía WhatsApp reflexiona sobre temas globales como el COVID-19 y el cambio climático y de fondo sobre el posicionamiento y los desafíos de los afrodescendientes en Honduras y Latinoamérica. Al mismo tiempo, hay una faceta internacionalmente conocida en esta ingeniera nacida en Trujillo: Su pasión por la pintura, retratando en especial la vida de su comunidad étnica. Mucho antes que le gustara la ciencia, la playa paradisíaca de la primera capital de Honduras, confiesa, fue su primera fuente de inspiración artística. Por aquí comienza la plática.

—¿Creció con los estereotipos de los niños garífunas: Bañando en la playa, vendiendo pan de coco y bailando punta?
Feliz, sería mi primera palabra para describir mi niñez. Mis padres me dieron lo necesario, tengo bonitos recuerdos de la playa, pero no vendía ni bailaba punta, aunque sí disfruto del baile y los tambores, me encanta.

–¿Habla garífuna?
Lo hablo poco, pero lo entiendo mejor.

–¿Cómo logra estudiar en Zamorano?
Crecí escuchando de la EAP-Zamorano durante mi infancia; mi papá fue el primer garífuna en graduarse de esta universidad en el año 1970, el ingeniero Isidro Sabio Cacho. Así que cuando decidí tomar el examen de admisión, a los 16 años, por excelencia académica, me dieron una beca completa.

—¿Cómo fue su estadía?
Fue un choque cultural fuerte con estudiantes de provenientes de 19 países de Latinoamérica, Europa y Estados Unidos. En esta universidad recibí una excelente calidad de educación, carácter y disciplina.

–¿Cómo siente ser la primera mujer garífuna egresada?
Para ponerlo en contexto, varios de mis compañeros me dijeron que nunca habían tenido una persona negra, como amiga. Yo, al igual que todos los miembros de nuestra comunidad, en ese entonces (1998), crecimos sin saber nuestra historia. Hasta la fecha, la historia y contribuciones de la comunidad garífuna, al igual que otras comunidades afrodescendientes en las Américas, no es parte del currículo escolar y eso tiene que cambiar.

–¿Discriminada?
No faltó alguien que me dijera una grosería, pero en general tuve una relación de familia con mis compañeros.

–¿Ejerció como agrónoma?
Trabajé en un proyecto de la seguridad alimentaria financiado por la FAO, a través de la Cáritas–Honduras en la replantación de cocoteros, que desaparecieron por la enfermedad del “Amarillamiento Letal del Cocotero” en la zona de Iriona, Colón. Después del huracán Mitch, trabajé, por unos meses en la plantación de cultivos tradicionales.

–¿Cómo descubrió su inclinación por el arte?
Siempre he tenido la habilidad de dibujar, desde muy pequeña. Recuerdo a la bibliotecaria de mi escuela primaria, ella hacía murales con tiza en los pizarrones, casi todos los recesos yo iba a verla dibujar.

–¿A los cuántos años hizo su primer dibujo?
Desde que pude agarrar un lápiz, nunca he parado de hacerlo.

–¿En qué se inspira?
En mi comunidad tal cual son, gente bella, digna, y con una cultura hermosa. Mi arte es inspirado por miembros de la comunidad garífuna y afro-latina; mis pinturas reflejan elementos de la experiencia e historia de los afrodescendientes en las Américas. Como mujer negra, me interesa resaltar la belleza y la fortaleza interna de la mujer negra.

Agronomía o pintura, ¿cuál prefiere?
Ja ja ja ja, las dos, no puedo escoger. Me encantan las ciencias naturales, eso estudié y a eso me dedico. Sin embargo, el arte me ayuda a lidiar con el estrés y me produce mucha paz y tranquilidad.

Fuente: La Tribuna

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