30.06.2025
Ya sea para responder correos del trabajo o redactar votos matrimoniales, las herramientas de inteligencia artificial generativa se han convertido en un asistente confiable en la vida de muchas personas. Pero un número creciente de investigaciones muestra que, por cada problema que la IA resuelve, se acumulan costos ambientales ocultos.
Cada palabra en una instrucción dirigida a la IA se descompone en grupos de números llamados “ID de tokens” y se envía a enormes centros de datos —algunos más grandes que campos de fútbol— alimentados por plantas de carbón o de gas natural. Allí, pilas de grandes computadoras generan respuestas mediante decenas de cálculos rápidos.
Todo ese proceso puede consumir hasta 10 veces más energía que una búsqueda habitual en Google, según una estimación frecuentemente citada por el Electric Power Research Institute.