06.06.2025

El obispo de la Diócesis de Danlí, Monseñor José Antonio Canales, advirtió que Honduras enfrenta dos grandes flagelos que deterioran la calidad de vida de la población y dañan la imagen del país ante el mundo: el desempleo y la inseguridad. Según el líder religioso, estos problemas no solo afectan directamente a las familias hondureñas, sino que también alejan a posibles inversionistas, frenando el desarrollo económico.
Monseñor Canales explicó que sin inversión no puede haber empleo, y sin empleo se agrava la situación social. Por ello, instó a que estos temas sean prioridad tanto para el gobierno actual como para quienes resulten electos en las próximas elecciones. Agregó que la democracia debe ser un terreno fértil para la atracción de inversiones y no un espacio de confrontación constante.
El obispo también lamentó el clima político tóxico que ha marcado a Honduras en las últimas décadas, señalando que la crispación entre actores políticos ha alcanzado niveles que afectan incluso la salud mental de la población. “La gente se levanta cada mañana sin esperanza, sin motivación para salir a luchar por su familia”, expresó.
Asimismo, hizo un llamado a la tolerancia y el respeto en el discurso político, especialmente durante los procesos electorales. Aseguró que la diversidad de opiniones es fundamental en una democracia, y criticó las descalificaciones entre partidos. “Un verdadero demócrata no se expresa con frases como ‘estos no volverán’ o ‘aquellos tampoco’”, apuntó.
Monseñor Canales también cuestionó la falta de educación política entre los líderes partidarios y dijo que un presidente electo debe gobernar para todos los ciudadanos, no únicamente para quienes lo apoyaron. “Es ridículo que quien llega a la presidencia siga actuando como si estuviera en campaña”, afirmó.
Sobre el financiamiento político, el prelado advirtió sobre la infiltración de fondos ilícitos en las campañas y la debilidad institucional para evitarlo. Dijo que Honduras puede tener leyes y organismos de control, pero si no hay voluntad de hacerlas cumplir, no tienen valor. “Podemos tener una Constitución bellísima, pero si no se cumple, no sirve”, sostuvo.
Finalmente, Monseñor exhortó a todos los sectores del país a construir un ambiente de paz, sensatez y respeto. Subrayó que el rumbo de Honduras dependerá de la capacidad colectiva para anteponer el bien común por encima de los intereses particulares o partidarios.
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