11.04.2025

La embajadora de los Estados Unidos en Honduras, Laura Dogu, en su discurso de despedida, agradeció por compartir “conmigo su hermoso país y su rica cultura”.
Desde mi primer día en Honduras, supe que este sería un trabajo sumamente fascinante. Llegué en abril del 2022, un día en que la carretera de Palmerola estaba completamente bloqueada por transportistas, esa fue mi primera experiencia con el famoso tráfico en Honduras. Pueden imaginarse el pánico del equipo de la Embajada tratando de averiguar cómo recibir a la primera embajadora en cinco años, mientras no podían llegar al aeropuerto. Pero mis gatos y yo lo logramos.
Comencé mi trabajo usando una mascarilla y haciendo donaciones de cientos de miles de vacunas contra el COVID-19 para proteger a los hondureños. Durante tres años trabajamos de la mano para fomentar el crecimiento económico, mejorar la seguridad y fortalecer la democracia, reseñó.
Trabajamos para reducir el flujo de migrantes que abandonan Honduras en su camino hacia los Estados Unidos. ¿Por qué lo hicimos? Para mejorar las condiciones tanto para mi país como el suyo. Como lo dijo el secretario Rubio, trabajamos sin parar cada día para hacer de Estados Unidos y las Américas un lugar más seguro, fuerte y próspero. América Latina sigue siendo una región de gran importancia para el gobierno de Estados Unidos, destacó.
He escuchado que algunos expresan su preocupación por mi partida, quizás porque siempre he sido honesta y directa en lo que observo, siempre con el objetivo de apoyar a la gente. Aunque no siempre compartimos la misma visión del mundo, valoro las diferentes perspectivas. Los amigos deben ser honestos unos con otros, y espero haber mostrado que soy una amiga de Honduras.
Hablaré con total honestidad y claridad. Me voy en un momento crucial para la historia democrática de Honduras. Unas elecciones primarias, sumamente difíciles, acaban de concluir, y ahora todos se culpan entre sí. Las responsabilidades son compartidas por todos. Pero al final, la culpa no llevará a los hondureños hacia unas elecciones generales libres, justas y transparentes en noviembre.
Los entes electorales, los partidos políticos y sus líderes, el Congreso Nacional, el gobierno, las Fuerzas Armadas y todos los demás, deben centrarse inmediatamente en la preparación para las elecciones en noviembre. No queda mucho tiempo.
Los catrachos merecen un mejor proceso electoral.
Ese domingo fue inspirador ver cómo hombres, mujeres, jóvenes y ancianos mostraron su firme deseo de democracia en Honduras. Muchos esperaron por horas, e incluso días, para poder ejercer su voto. Esa resiliencia del pueblo hondureño me llena de esperanza.
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