03.02.2025
Tegucigalpa (Especial Proceso Digital) – La rebelde, altanera y bulliciosa política exterior hondureña, especialmente con Estados Unidos, sufrió una metamorfosis en menos de 13 días, justos lo que lleva en el poder el presidente estadounidense Donald Trump, ya que, de la confrontación abierta, “por la dignidad y soberanía nacional”, pasó a una silenciosa colaboración con las nuevas autoridades de Washington.
– Gobierno Castro pasó de la confrontación a la cooperación con EEUU. y su discurso ha tomado un tono sumiso
El gobierno, que lleva tres años en el poder, se ha vanagloriado de tener una posición “digna y de soberanía” con Estados Unidos y han sido usuales sus desavenencias y críticas públicas al gobierno de la pasada administración demócrata de Joe Biden, pero desde la llegada de Trump y especialmente el domingo pasado cuando el presidente colombiano Gustavo Petro fue doblegado en cuestión de horas, ahora desde la presidenta Castro, pasando por el canciller Eduardo Enrique Reina, y otros altos funcionarios muestran su disposición a dialogar con la nueva administración norteamericana.
Ya quedó en el pasado el mensaje del 1 de enero cuando la presidenta Castro amenazó a Trump con cerrar la sección militar estadounidense en la Base de Palmerola si éste cumplía su amenaza de realizar deportaciones masivas.
Pero tras la humillación pública a Petro y tras observar que los titulares de los poderes ejecutivos de los gigantes latinoamericanos, Lula da Silva en Brasil y Claudia Sheimbaun en México, aceptaron los vuelos de deportados, en Casa Presidencial y la Cancillería el discurso y las declaraciones cambiaron.
El Pentágono se queda en Palmerola
Tras la advertencia pública, repetida tres días seguidos y tres veces cada jornada en una cadena nacional de radio y televisión, de Castro a Trump, se conoció que la presidenta hondureña autorizó renovar un año más la presencia militar estadounidense en dicha base, lo que significa que el Pentágono se queda en Palmerola.
Pero la firma de la extensión de la presencia militar norteamericana en el país se hizo en silencio, casi en la clandestinidad, tal vez un recuerdo nostálgico de la actuación de los grupos de izquierda locales, socialistas, comunistas, trotskistas, maoistas y otros, de sus actividades en los años 60, 70 y 80 del siglo pasado.
El anuncio de la firma de la prórroga de la presencia militar estadounidense hecha por el canciller Reina se hizo sin cadenas nacionales, ni en los salones de la Cancillería o las escaleras de Casa Presidencial, sitio preferido del gobierno para anunciar sus grandes decisiones o logros.
Deportados pueden llegar en naves militares
Otro tema donde el gobierno corrió a cumplirle a la nueva administración Trump fue la recepción de los deportados hondureños capturados en estos días, además de otros que ya se encontraban en espera de ser enviados al país.
Este viernes se recibieron cuatro vuelos con centenares de deportados hondureños procedentes de Estados Unidos, de los cuales dos fueron en aviones militares.
El gobierno hondureño había dicho públicamente que solo aceptaría vuelos de deportados que respetasen la dignidad y los derechos de los ciudadanos deportados y eso incluía que no fuesen enchachados.
Los vuelos de deportados apenas comienzan, ya que las autoridades de migración y aduanas estadounidense (ICE, por sus siglas en inglés), señalaron el año pasado que hay más de 200 mil hondureños que cuentan con órdenes de deportación de parte de jueces norteamericanos.
Fuente: Proceso Digital