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El Día Internacional de la Fraternidad Humana fue proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 21 de diciembre de 2020 a través de la resolución 75/20012 con el fin de promover la tolerancia cultural y religiosa.
Con esta resolución, que fue propuesta por Egipto y los Emiratos Árabes Unidos, las Naciones Unidas invitaban a todos sus estados miembros y a otras organizaciones internacionales a conmemorar anualmente el Día Internacional de la Fraternidad Humana el 4 de febrero.
La celebración del Día Internacional de la Fraternidad Humana incluye, además de eventos que cuentan con la presencia de líderes religiosos y de la sociedad civil junto a altos funcionarios de las Naciones Unidas, la entrega del Premio Zayed a la Fraternidad Humana. Este galardón quiere distinguir a personalidades o entidades que a través de su liderazgo hayan contribuido de forma significativa a superar divisiones y promover la tolerancia y la paz
Historia de su creación
El 4 de febrero de 2019 el Papa Francisco y el Jeque Ahmed el-Tayeb, Gran Imán de Al-Azhar, firmaron el Documento sobre la Fraternidad Humana por la Paz Mundial y la Convivencia Común, también conocido como la declaración de Abu Dabi.
Los principios de compasión y solidaridad humana encarnados en este texto son los mismos que posteriormente inspiraron la resolución que instauró el 4 de febrero como el Día Internacional de la Fraternidad Humana, como ha afirmado en diferentes ocasiones el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres.
Con el fin de articular iniciativas para poner en práctica el Documento sobre la Fraternidad Humana, se creó en agosto de 2019 el Comité Supremo para la Fraternidad Humana (HCHF, en sus siglas en inglés). El HCHF, que está formado por líderes religiosos y civiles de diferentes países y credos, otorga anualmente el Premio Zayed.
Objetivos de esta celebración:
Fue debido a una profunda preocupación por los actos que constituyen una apología del odio religioso y, por consiguiente, socavan el espíritu de tolerancia y el respeto de la diversidad, especialmente en un momento en que el mundo se enfrenta a la crisis sin precedentes ocasionada por la pandemia de enfermedad por coronavirus (COVID-19), que exige una respuesta mundial basada en la unidad, la solidaridad y la cooperación multilateral renovada.
- La aportación que hacen las personas de todas las religiones o creencias a la humanidad, así como la contribución que el diálogo entre todos los grupos religiosos puede aportar para que se conozcan y se comprendan mejor los valores comunes compartidos por toda la humanidad.
- Generar una mayor conciencia sobre las diferentes culturas y religiones o creencias y sobre el papel de la educación en la promoción de la tolerancia. Esto implica la aceptación y el respeto de la diversidad religiosa y cultural por parte de la opinión pública, especialmente con respecto a las expresiones religiosas.
- La educación, en particular en la escuela, debe contribuir de manera significativa a promover la tolerancia y eliminar la discriminación basada en la religión o las creencias.
- Crear actividades que promuevan el diálogo entre religiones y culturas para aumentar la paz y la estabilidad social, el respeto por la diversidad y el respeto mutuo, y para crear, a nivel mundial y también regional, nacional y local, un entorno que propicie la paz y la comprensión mutua.
