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Cómo el F-117 Nighthawk se convirtió en el primer avión furtivo de ataque de la historia

El F-117 Nighthawk se ha ganado su lugar en la historia como la primera aeronave operativa desarrollada con tecnología de sigilo. El avión furtivo de ataque fue toda una revolución para la época, no solo por su llamativo diseño, sino por su capacidad de penetrar territorio enemigo con absoluta impunidad para destruir radares de alerta temprana y baterías de misiles superficie-aire, entre otros sistemas defensivos.

Sin embargo, el desarrollo del F-117 Nighthawk fue un desafío sin precedentes para Lockheed Martin y la aviación militar en general. No olvidemos que este proyecto se inició en la década de 1970, lejos de las herramientas de avanzada que existen en la actualidad.

Aun así, la corporación estadounidense, a través de Skunk Works, su división a cargo de proyectos secretos, lo hizo posible. Aunque ello requirió cambiar drásticamente el enfoque sobre cómo debía crearse un avión de última generación que le diera una ventaja estratégica frente al enemigo.

A diferencia del SR-71 Blackbird o el U-2 Dragon Lady, ya no era necesario producir una aeronave que fuera brutalmente veloz o que pudiera volar lo suficientemente alto como para burlar las defensas de países como la Unión Soviética y China. El F-117 Nighthawk traía consigo la obligación de ser «invisible» a los radares y las defensas antiaéreas, para destruirlas y escapar del lugar antes de ser interceptado. El efecto sorpresa era crucial.

F-117 Nighthawk, el primer avión de ataque «invisible»

Foto: Scramble Magazine (Facebook).

En la actualidad, hablar de aviones furtivos ya es habitual en el ámbito militar. De hecho, la capacidad de sigilo se ha convertido en una tecnología infaltable a la hora de planificar nuevos modelos de última generación. Lo hemos visto en casos como los del F-22 Raptor, el Sukhoi-57 Felon ruso, el J-20 Mighty Dragon chino, y hasta en el siempre controversial F-35; sin olvidarnos de los bombarderos B-2 Spirit y B-21 Raider.

Pero en los años setenta, crear una aeronave con este tipo de características sonaba a locura. Aunque nada parecía imposible para Kelly Johnson y su equipo en Skunk Works, que rápidamente se puso manos a la obra. Vale aclarar que el F-117 Nighthawk no nació como tal, sino que fue el resultado de un proyecto llamado Have Blue, que consistió en la creación de dos prototipos de menor tamaño en los que se probaron las tecnologías que luego se destinaron al desarrollo final.

El primer gran desafío que debieron sortear los diseñadores del F-117 Nighthawk fue su formato. La historia dice que Johnson estaba convencido de que debía tener un diseño redondeado, puesto que eso le ayudaría no solo a ser furtivo, sino también veloz. No obstante, los ingenieros de Lockheed Martin llegaron rápidamente a la conclusión de que no era factible realizarlo de ese modo, puesto que las superficies curvadas reflejarían la energía en demasiadas direcciones y no permitirían reducir la sección equivalente de radar (RCS, por sus siglas en inglés).

Así nació el icónico diseño facetado del F-117 Nighthawk, que en algún momento incluso lo llevó a ser confundido con un OVNI. El formato elegido no fue por capricho, sino porque le daba la posibilidad al fabricante de «controlar» los reflejos sobre los paneles del fuselaje y, con la ayuda de un recubrimiento especial, evitar la detección de los radares. Como dato curioso, Skunk Works debió rediseñar la cabeza de los pernos utilizados en el fuselaje, debido a que si se aflojaban incrementaban la RCS del avión.

Los desafíos de crear un avión indetectable

Con el correr de los años, y con los avances en el campo de la informática y el uso de ordenadores para calcular más fácilmente la sección radar equivalente, ya no fue necesario depender de diseños tan extremos como el del F-117 Nighthawk. El bombardero B-2 Spirit, de Northrop Grumman, fue una clara muestra de ello.

La peculiar estética del F-117 Nighthawk fue solo un engranaje dentro de la gran maquinaria que representaba la creación de un avión furtivo. De hecho, la elección de un fuselaje facetado trajo consigo un nuevo problema: era demasiado inestable para mantenerse en el aire. Por ello, los prototipos Have Blue fueron dotados con un sistema fly-by-wire de cuádruple redundancia, por si se producían uno o más fallos.

Otro dato llamativo es que los aviones de prueba debieron recibir un tinte especial en la carlinga, para evitar que los reflejos en el casco del piloto resaltaron por encima de la aeronave y la delataran. Además, se trabajó en un sistema de insonorización en las entradas de aire y en las salidas de los motores turbofán General Electric F404-F1D2.

Pero esto no fue todo. Pese a que, una vez en servicio, el F-117 Nighthawk fue considerado como uno de los más avanzados del mundo, no estuvo exento de limitaciones. De hecho, el avión furtivo no contaba con radar, puesto que podía actuar como reflector y afectar negativamente sus características de sigilo. Además, las antenas para las comunicaciones por radio se diseñaron con un sistema retráctil para esconderse en el fuselaje y no incrementar su RCS.

Además, al no poder cargar tanques de combustible externos, podía requerir de múltiples repostajes en pleno vuelo para completar las misiones más largas. En tanto que su provisión de armamento estaba limitada a un máximo de dos bombas, debido a la capacidad de su bahía interna.

Una aeronave que marcó una época

Pese a las limitantes, la Fuerza Aérea estadounidense nunca dudó del F-117 Nighthawk y lo convirtió en una pieza clave de su flota. De hecho, operó en absoluta confidencialidad durante sus primeros años. Y si bien su existencia se hizo pública a fines de los ochenta, sus operaciones mantuvieron un halo de secretismo hasta su retiro en 2008.

El avión furtivo cumplió un rol crucial en la Guerra del Golfo y durante la Guerra de Kosovo. Aunque en esta última se produjo el único derribo de un F-117 Nighthawk en manos del enemigo, y bajo circunstancias bastante peculiares.

Habiendo ya pasado 15 años de su retiro, la aeronave continúa volando, aunque no en combate. La Fuerza Aérea la utiliza en distintos ejercicios y como plataforma de investigación y desarrollo de nuevas tecnologías de sigilo. Además, desde el Pentágono analizan extender su vigencia al menos hasta 2034, pese a saber que nunca regresará al servicio activo.

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