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Hemos descubierto a los mamíferos aún más evolucionados que los seres humanos (y no son primates)

Hemos descubierto a los mamíferos aún más evolucionados que los seres humanos (y no son primates)

Tendemos a mirar la evolución como algo lineal. No es de extrañar cuando la imagen de esta a menudo suele simplificarse de esta manera: un pez sale del agua, se convierte en un reptil, luego un mamífero, primate y finalmente un humano. Esta imagen es imprecisa y los canguros pueden ser la prueba de ello.

Más evolucionados. Un estudio acaba de poner en cuestión la idea (bastante extendida entre los expertos) de que los marsupiales (Marsupialia) son mamíferos menos evolucionados que el resto de animales en su clase, más cercanos a los animales ovíparos. Las pruebas más recientes, sin embargo, indican lo contrario.

“Durante largo tiempo, la gente ha tratado a los marsupiales como ‘mamíferos inferiores’, lo que representa una etapa intermedia entre los mamíferos placentarios y los ponedores de huevos”, explicaba Anjali Goswami, investigadora del Museo de Historia Natural de Londres y autora de un nuevo estudio sobre la cuestión. “Resulta que los marsupiales son los que más han evolucionado desde la forma ancestral.”

La característica más llamativa de los marsupiales tiene que ver con su desarrollo temprano y es precisamente esta la que hacía a los biólogos ver a esta subclase de mamíferos como unos animales menos evolucionados, semejantes en cierto modo a mamíferos ovíparos, los monotremas (Monotremata), como el ornitorrinco.

Una gestación en dos actos. Los marsupiales tienen periodos de gestación cortos, tras el parto, el recién nacido se aloja en una bolsa marsupial donde tiene acceso a las glándulas mamarias y que ejerce de incubadora durante un tiempo hasta que la cría alcanza cierto estado de desarrollo, aunque en cada especie puede presentar ciertas variaciones en la longitud de este periodo.

Hasta ahora se creía que los marsupiales eran una especie de etapa intermedia entre los mamíferos placentarios, el grupo que incluye la mayor parte de especies de la familia, incluyendo humanos; y los monotremas, el grupo minoritario, ovíparo, que incluye a ornitorrincos y equidnas (Tachyglossidae).

Todos los mamíferos habrían descendido de un último ancestro común, ovíparo, que vivió hace unos 180 millones de años. Ahí los monotremas se habrían separado de los terios (Theria). La división entre estos terios en mamíferos placentarios y marsupiales se habría producido hace unos 160 millones de años. En este ancestro común es donde radica la clave del nuevo estudio.

La evolución en 22 especies. El nuevo estudio llevado a cabo por Goswami y su equipo estudiaron 165 especímenes de 22 especies distintas de mamíferos para comprender mejor la evolución de la gestación y parto de estos animales. Los detalles del estudio fueron publicados en un artículo en la revista Current Biology.

Realizaron microtomografías computerizadas a especímenes de distintas edades y especies y gracias a este proceso, los investigadores pudieron hacerse una idea de las características propias de los ancestros comunes a los terios.

Según la investigación, el ancestro común habría sido más semejante en su desarrollo gestacional y vital a los mamíferos placentarios que a los marsupiales. Esto implicaría que los marsupiales habrían visto cambios más radicales en su evolución en comparación con los mamíferos placentarios.

Ventaja evolutiva. La pregunta de cuál es la ventaja que este sistema ofrece aún queda por responder. Los investigadores especulan que el sistema marsupial es eficaz en contextos de escasez. Un embarazo es ininterrumpible para los embarazos placentarios, mientras que los marsupiales podían deshacerse de sus crías antes en tiempos difíciles. Es decir, permitiría sacrificar a las crías para salvar a las madres en tales contextos.

Si esta hipótesis es correcta, esta ventaja podría haber sido determinante a la hora de permitir a los marsupiales alcanzar zonas de Oceanía donde ningún otro mamífero fue capaz de llegar.

Esta no es mi última forma. Hay dos cuestiones que tienden a malinterpretarse cuando se habla de evolución. La primera es asociarla a un proceso lineal, cuando las especies se disgregan más bien como ramas en un árbol. También es común ver los sucesivos cambios como mejoras o avances en lugar de adaptaciones. No sobrevive el mejor, sino el que mejor se adapta. Es por eso que existe

Un ejemplo claro es el de la carcinización, una tendencia evolutiva entre crustáceos a evolucionar hacia la forma clásica de un cangrejo. Esta tendencia evolutiva podría invitarnos a pensar que esta forma conlleva alguna ventaja absoluta en términos evolutivos cuando se trata simplemente de una adaptación al entorno. Cuando estos cambios dejan de tener un sentido evolutivo, las especies pueden revertirlos o evolucionar en una dirección nueva.

Fuente: Xataka.com

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