Según los cálculos actuales, hay unos 200.000 millones de estrellas en la Vía Láctea. Esta es tan grande que, viajando a la velocidad de la luz, aún tardaríamos 100.000 años en atravesarla. Por suerte, en la ESA tienen misiones para combatir posibles meteoritos peligrosos.

Pero si pudieras encontrar el punto ideal en el espacio para observar estas estrellas a todas horas durante, digamos, ocho años, siguiendo sus movimientos y estudiando su brillo con herramientas astronómicas de gran precisión, conseguirías un mapa vivo bastante bueno de la galaxia.

Desde 2013, la sonda Gaia de la Agencia Espacial Europea ha estado haciendo precisamente eso. El último resultado de la misión, Data Release 3, que se publicó hace dos semanas, mapea 1.800 millones de estrellas dentro y alrededor de nuestra galaxia.

Esto es tan solo el 2 % de todos los objetos estelares de la Vía Láctea. Aun así, es el mapa estelar más completo que la humanidad ha realizado jamás, y los científicos ya lo están utilizando para desvelar nuevos secretos sobre nuestro vecindario galáctico.

La misión Gaia se lanzó en 2013, pero su historia es mucho más compleja que eso. Su predecesora, la misión Hipparcos, se lanzó en 1989 para medir las posiciones, distancias y movimientos de las estrellas con una precisión sin precedentes, un campo de la física llamado «astrometría» en el que la misión fue pionera en el espacio.

La astrometría de precisión de todo el cielo es difícil desde la Tierra; antes del lanzamiento de Hipparcos, había menos de 9.000 mediciones precisas de «paralaje» de las estrellas. Hipparcos aumentó el número de esas mediciones hasta 120.000 al final de la misión en 1993.