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La NASA acusa a China de irresponsable por su gestión de los restos del cohete sin control

Long March 5B despegando el pasado 28 de abril

La caída de los restos del cohete chino fuera de control este fin de semana está provocando un duro enfrentamiento entre dos de las principales agencias espaciales: la NASA y la Agencia Espacial Tripulada de China (CMSA). A pesar de que los restos se precipitaron sobre el Índico en la madrugada del domingo (5.24, hora peninsular española) sin provocar daños materiales, el administrador de la NASA, el senador Bill Nelson, ha criticado en un comunicado la acción y la poca transparencia del gigante asiático: «Está claro que China no está cumpliendo con los estándares de responsabilidad con respecto a sus desechos espaciales», afirmó horas antes de que el cohete se desintegrara y las partes más grandes cayeran a la Tierra.

No es la primera vez que desde la NASA y otras agencias internacionales han criticado el secretismo de los programas chinos y que se ofreciera tan poca información acerca del Long March 5B fuera de control (agravado por el hecho de que un cohete descontrolado del mismo modelo cayera sobre Costa de Marfil hace menos de un año) no ha hecho más que enconar las posiciones. «Las naciones que llevan a cabo viajes espaciales deben minimizar los riesgos para las personas y los bienes en la Tierra después de la reentrada de objetos espaciales, además de maximizar la transparencia con respecto a esas operaciones», declaró Nelson, que afirma que «es fundamental que China y todas las naciones y entidades comerciales con viajes espaciales actúen de manera responsable y transparente en el espacio para garantizar la seguridad, la estabilidad y la sostenibilidad a largo plazo de las actividades en el espacio exterior».

La postura de China

En respuesta, el periódico Global Times -propiedad del órgano oficial del Partido Comunista Chino, Diario del Pueblo- publicó un editorial este 10 de mayo, en el que afirma que la reentrada en la atmósfera «es una forma común global de manejar los escombros de los cohetes, practicada por todas las potencias espaciales, incluido Estados Unidos», y que el episodio de su último cohete Long March 5B ha sido objeto de una «exageración descarada». «Todo procede de personas celosas del rápido progreso de China en la tecnología espacial», afirman desde el periódico. El editorial resalta que «no hay evidencia que demuestre que los puntos de aterrizaje de los restos de cohetes estadounidenses sean más controlables en comparación con los de China».

A menos que un cohete sea reutilizable -entre ellos, los más famosos son los Falcon de SpaceX– siempre «existirán algunos factores incontrolables, agrega Global Times, quien explica que durante los casi 60 años de actividades espaciales de la humanidad, la caída calculada de restos de cohetes no ha causado víctimas hasta ahora (lo cierto es que la única víctima reconocida en un accidente relacionado con basura espacial fue Lottie Williams, quien en Tulsa, en 1997, recibió un impacto indirecto de un pequeño trozo de 15 centímetros de largo en un hombro, sin causarle más daños que un moretón). «Además, los riesgos de caída de escombros de cohetes son los mismos, sin importar de quién sea el cohete. Es lo opuesto a inteligente afirmar que los restos de cohetes de China son especialmente peligrosos», zanja.

Los escombros de la etapa central del cohete Long March 5B Y2, de aproximadamente 30 metros de altura y 5 metros de diámetro, volvieron a entrar en la atmósfera de la Tierra a las 02.24 UTC del 9 de mayo y la mayoría de las partes se quemaron durante el proceso, según informó la CMSA. La ubicación de la reentrada fue 72,47 grados de longitud este y 2,65 grados de latitud norte, lo que indica que se produjo en algún lugar entre el Mar Arábigo al oeste de las Maldivas.

Diez lanzamientos más hasta 2022

Si todo se desarrolla según lo previsto, China ha anunciado que planea diez lanzamientos de estas características hasta 2022, momento en el que quiere tener construida su propia estación espacial internacional. Para evitar tales escenarios, algunos expertos han recomendado un rediseño del cohete con el fin de poder manejar su reingreso en la atmósfera. «Una reentrada al océano siempre fue estadísticamente la más probable -afirmó a través de sus redes sociales Jonathan McDowell, astrónomo de la Universidad de Harvard-. Parece que China ganó su apuesta (a menos que tengamos noticias de escombros en las Maldivas). Pero aún así fue imprudente».

Sin embargo, las autoridades chinas habían minimizaron el riesgo antes de la caída de escombros: «La probabilidad de causar daño a las actividades de la aviación o a personas y actividades en tierra es extremadamente baja», afirmó el viernes el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Wang Wenbin.

 

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